KARRIE
Los primeros días después de la partida de Jules me dolieron. Dolieron más de lo que había dolido cualquier partida suya antes, porque ahora todo se había vuelto más real. Ya nunca más saltaría la ventana de mi habitación, ni correría por el patio trasero para llegar hasta donde su auto me esperaría. Ya nunca más volvería a practicar tiro con él en medio de la nada en el bosque de Spring. Ya no volvería a verlo reírse de alguno de mis chistes, ni a sentir sus labios sobre mi piel. Nunca más. Nada.
Ya han pasado dos semanas. No ha vuelto de su viaje. No es como si estuviese pendiente de ello, pero trabajo en el Hotel, veo a Mike hablar con Beth todos los días, con Dallas de vez en cuando, y él no vuelve. No aparece. Se esfumó y quizás es mejor así. Si no lo veo, tal vez en algún momento me deje de doler. Tal vez un día olvide su calor y mi piel dejará de picar recordando sus manos.
-Buenos días- saluda una mujer alta y delgada. Me demoro más de lo normal en contestar, pero logro hacerlo con una sonrisa -Necesito hablar con Mike Revenwood, por favor-
-Enseguida- le sonrío. Marco el marcado rápido y me acerco el teléfono al oído.
-¿Sí?- escucho la voz de Mike unos segundos después.
-Su invitada ha llegado y lo espera en recepción-
-Hazla pasar- me indica -Llegaran otros invitados, quiero que los lleves a la sala de reuniones en el segundo piso y que los atiendas amablemente-
-De acuerdo-
Mike corta la llamada antes de escuchar mi respuesta. Ignoro eso y guío a la invitada hacia las puertas dobles detrás de mí. Una vez que entra vuelvo al mostrador y me siento a pensar como cada día desde hace dos semanas.
Todas las chicas que trabajan en el Hotel están moviéndose continuamente, haciendo camas, limpiando mesas, preparando las comidas, ayudando a los huéspedes que aun que no son muchos. aumentan significativamente en verano y en época de festividades. Pero yo estoy, aquí, detrás del mostrador todo el día, esperando por que alguien cruce las puertas o se acerque para curiosear o informar algo, entonces descuelgo el teléfono o escribo algo en el ordenador, para luego volver a lo mismo.
A los minutos un grupo de alrededor de doce hombres pasa las puertas de entrada. Van vestidos de traje, con gafas oscuras y chaquetas de piel, sin duda personas importantes. Se acercan al mostrador, caminan al mismo paso, casi siniestro.
-Tenemos una reunión con el Señor Revenwood- me informa uno de ellos, el que parece más imponente que los otros. Tiene el cabello castaño y los ojos pardos, que brillan con el color amarillo de su corbata. -Si puese hablar con...-
No termina de hablar. Otro grupo, un poco más pequeño que el primero entra imponente a través de las puertas de madera. Lucen muy diferentes a los primeros, con chaquetas de cuero, tatuajes y piercing's por el rostro.
Uno de los hombres se acerca al mostrador, junto al hombre de la corbata amarilla. Tiene el cabello largo arriba y casi completamente rapado por los lados. Sus ojos brillan azules y con su chaqueta de cuero y sus jeans rasgados logra recordarme a Andy Biersack*.
-Linda, puedes marcar a Mike- dice al mismo tiempo que apoya sus codos sobre el mostrador.
-Típico de Spikers*- murmura el hombre de la corbata amarilla.
El gemelo de Biersack se gira hacia él -¿Has dicho algo, Rata?-
El aire se pone tenso alrededor del mostrador. Ambos se miran serios, como analizándose, o quizás pensando en como asesinarse el uno al otro. Sus hombres, al mismo tiempo, se analizan entre ellos. Susurran insultos, se dan malas miradas, y temo que dentro de la recepción se vaya a desatar la tercera guerra mundial.