Capítulo 17: Carta bajo la manga

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Karrie

-¡Hasta que se dignaron a aparecer!- exclama Beth cuando entramos en la recepción del hotel.

Jules se tensa junto a mí, pero no dice nada y yo tampoco. Mike y Dallas están preparando las armas junto a la escalera, otros hombres estan con ellos. Reconozco a Terrence Lawrence sentado en una de las sillas estampadas de la estancia, revisando su arma, una enorme AK-47 negra. Su hermana está en el otro asiento cargando una G18.

-Estamos a puertas de que comience la cacería- nos informa Mike, sonriendo. -Gracias a tu micrófono nos hemos enterado de grandes movimientos que se llevaran a cabo hoy. Considerando que tu papá ha alejado a los polis con todo esto del "retiro anual". Es el momento perfecto-

Trato de no pensar en el sarcasmo que Mike a usado al mencionar el retiro. Como si estuviese insinuando que John coopera con nosotros, o con nuestros rivales. De alguna forma toda su oración me deja con un mal sabor de boca. Pero sonrío pretendiendo que también me emociona la idea.

-El detective Green aún sigue aquí, y varios oficiales- les recuerdo.

Beth sonríe, con sus labios color vino -Lo tengo cubierto- nos asegura -Le he puesto un micrófono es su patrulla, si nos sigue, acciono esto- levanta un pequeño control con un solo botón -Cortará los frenos, detonará un explosivo y él morirá-

Cortará los frenos. Explotará.

Jules coloca sus dedos en la parte baja de mi espalda por apenas un segundo y sé que quiere decir con ello. Ambos lo sabemos. Si Beth sabe como causar el accidente de Adam, también Mike puede saberlo y todo el accidente de los padres de Jules tendría una verdadera explicación y no suposiciones.

Quiero darle importancia al sufrimiento de Jules en este momento. Consolarlo, pero estoy muy preocupada pensando en Adam. La última vez que lo vi fue hace dos días en la comisaría, un día antes de que John se fuera de campamento, y si no lo detengo de seguirnos, ese será el último recuerdo que tenga de él, y me atormentará por siempre.

-¿Necesitas un arma?- me pregunta Dallas, cuando le entrega a Jules municiones y un rifle de asalto.

Me levanto la sudadera dejándolo ver la semiautomática en el cinturón de mis pantalones. -Lo tengo todo bajo control- 

Pero no es así. No tengo nada bajo control. Adam podría morir, nosotros podríamos morir. Cualquier cosa puede pasar esta noche. Incluso con el aire acondicionado dentro del hotel, se respira tenso el ambiente. Solo quiero salir al frío de la noche, bajo las estrellas y respirar.

-Así está la cosa- dice Terrence llamando la atención de todos. -Es un convoy. Dos Fiat negros van adelante, son quienes vigilan el camino. Se mantienen a una distancia de unos trecientos metros del resto del grupo. Tú- apunta a un tipo medio rubio junto al mostrador -Lleva dos hombres, quiero que esos hijos de puta mueran y sean remplazados antes de que les caiga la menor sospecha-

El hombre rubio asiente y palmea los hombros de los tipos parados a su lado. -Ni el menor aleteo-

Terrence sigue con las instrucciones -Luego están tres Mercedes; dos blancos y uno rojo. Están reforzados y armados, quiero que los eliminen. Dallas, esa es tu tarea.-

Dallas le asiente y hace una seña a Beth que asiente también.

-Jules- dice Terrence, y ambos nos tensamos. De alguna forma siento que me paralizo por dentro, mientras por fuera estoy impaciente. -Ustedes dos se encargarán de cuidarnos las espalda, mientras enganchamos el cargamento. Son entre tres o cuatro autos más, es muy imperativo...-

-Lo tenemos- le aseguro.

Beth suelta una risita -Ahora la señora Dubosi toma las decisiones-

Siento el calor subirme a las mejillas -Yo no soy la señora Dubosi. Conozco a una chica a la que le va mejor el apellido. Cabello claro, ojos verdes, ¿se te hace familiar?-

Sus ojos se tiñen de ira ciega y se apresura a avanzar hacia mí, antes de que Rainie se interponga. 

-Cuidado con lo que dices, mucho cuidado, Beth- la amenazo 

Jules tira de mi brazo para ponerme a salvo detrás de él. Entre Dallas y otro tipo alejan a Beth hacia las escaleras.

-Dios, controlen las malditas hormonas- gruñe Rainie. -Esta maldita cosa es malditamente importante ¿vale? Paren de ser un par de niñitas de secundaria por cinco minutos-

El teléfono de Terrence suena y llama la atención de todos. No se preocupa en contestar, es nuestra señal. Todos se alistan y abandonamos el hotel por la puerta que da al estacionamiento donde nos están esperando los vehículos. 

Aun cuando la temperatura desciende al entrar en el frío estacionamiento de concreto, no logro que mis manos dejen de sudar o que el calor en mis mejillas descienda. Me ahogo al ver la mancha oscura en el suelo donde una vez estuvo el hombre muerto, y tantos antes de él. Junto a mí, Jules me toma la mano para guiarme hacia nuestra camioneta, pero no puedo evitar que mi estómago se encoja.

Jules es un asesino.

Jules es malvado.

Siento la bilis subirme por la garganta y solo me alcanzo a encorvar un par de centímetros antes de que el vomito fluya.

Todos han avanzado lo suficiente como para no verme, y lo agradezco. Lo que menos necesito en este momento es sentirme más humilla. 

Jules me da un pañuelo que saca del bolsillo interior de su chaqueta marrón. -¿Los nervios? Me pasaba antes, cuando era pequeño- me dice conciliador mientras me limpio el vomito de la boca.

Tiro en pañuelo al suelo y seguimos avanzando hasta subir a la camioneta negra, manteniendo mis manos lejos de su alcance a propósito. No puedo tocarlo en este momento. Su sola presencia me altera el organismo y pensar en tocar sus manos, esas manos que han asesinado un montón de personas, solo hace que quiera vomitar.

Dentro de la camioneta Jules activa la calefacción y la apago de inmediato mientras esperamos en silencio por la señal de Terrence.

De los bolsillos de su chaqueta Jules saca dos wokie-tokie. Reconozco uno como los que estaban en la mesita de centro de la estancia del hotel. Es por ahí donde Terrence dará la señal. El otro wokie-tokie es más pequeño y negro.

-¿Y ese?- lo interrogo.

Jules me mira -Ya verás. Es mi carta bajo la manga-

Siento un escalofrío subirme por la espalda. Me obligo a mi misma a mantenerme seria. Aparto mi vista a la ventana y observo los autos estacionados a mis lados. Desde el auto negro junto a nuestra camioneta, Dallas me sonríe y guiña su ojo.

Pienso en lo mucho que se parecen él y Jules. La forma en la que sus ojos se llenan de manchas que no todos pueden ver. La mandíbula cuadrada siempre apretada, su nariz y las ojeras bajo sus ojos. Incluso en el cabello, si Dallas lo dejara crecer sería como el de Jules. Son idénticos. Y se aman. Se han criado solos los dos. Jules adora a Dallas, lo admira desde que era un niño, siempre me lo decía. Son capaces de todo el uno por el otro. De matar, de morir. 

Pero Jules no lo pensaría dos veces; lo mataría si se lo pido.

Sonrío. 

-¿Todo bien?- pregunta Jules llamando mi atención.

Lo observo. En sus ojos veo mi futuro tomando forma, mi destino, mi plan de vida. En su rostro una expresión que conozco. 

-Todo perfecto- le digo. 

Él besa mi frente y la señal de Terrence llega. 

El juego ha comenzado.


POLICIAS Y LADRONES [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora