El cielo está despejado, más de lo que hubiese esperado para una noche de comienzos de invierno en Spring Diamond. Llevamos más de dos horas estacionados junto a la carretera de camino a Cortland. La noche ha caído completamente y se respira un ambiente tenso que hace coagular el oxigeno en mis pulmones.
A mi lado, sentado recto con las manos en el volante está Jules. No aparta la mirada de la carretera y tampoco habla. Está tenso y alterado, preparado para todo lo que pueda venir. Cada cierto tiempo parece recordar que estoy a su lado y estira su mano para rozar mi rodilla, solo una fracción de segundo, como para asegurarse de que no me he esfumado en el aire.
-Ha pasado un rato- comento. Mi voz se siente extraña.
Jules suspira y se acomoda en el asiento. Mis piernas están algo acalambradas con el tiempo que llevamos sentados sin hacer nada, en el frío, sin la calefacción que me arrepiento de haber apagado en primer lugar.
-No quiero pensar en eso- dice después de un momento. Observa la ventana y suspira. Su aliento empaña el cristal, vuelve a mirar el volante.
Siento mi garganta y mi pecho contrayéndose un poco. -Dallas estará bien. Siempre lo está ¿no?-
Niega con la cabeza sin mirarme -No, no es eso. Siempre me preocupo por Dallas y él siempre vuelve sano. Ya no es eso lo que me tiene así-
Me tiemblan los dedos cuando toco con mi mano la suya y la llevo hasta mis labios para besar sus nudillos tatuados. -Estaré bien ¿vale? Nada va a pasarnos-
Cierra los ojos y apoya su cabeza contra el asiento. Una mezcla de emociones haciéndose paso en su rostro pálido con una barba incipiente. Sus labios juntos, su mandíbula apretada. Aprieta mi mano en la suya y la sostiene sobre mi pierna, rozando la piel de mi muslo con su pulgar.
Jules no me cree. Sabe que es peligroso lo que estamos apunto de pasar y teme que algo pueda ir mal. Y yo también lo hago. Mi cuerpo entero está temblando de pies a cabeza, pero justo ahora solo necesito darle la confianza suficiente a Jules para seguir, para que me ayude, porque mi plan se va a morir sin él para llevarlo a cabo.
Me inclino hacia su lado y acerco mis labios a su oído -Prometo que no moriré hoy-
-Pero yo lo haré- susurra
En mi pecho sus palabras crean un hoyo negro. No morirá literal, pero morirá metafóricamente. Para su familia, para sus amigos, para mí él ya no será el mismo. Para mañana será alguien diferente, alguien que ha traicionado el único principio que ha guiado su vida desde siempre; Lealtad. La lealtad por Mike, por Dallas, por los Dubosi de todas partes. Lo dejará por ayudarme, por mi venganza.
Me las ingenio para sentarme sobre sus piernas, con mis rodillas a cada lado de sus caderas, como en los viejos tiempos. Como estacionados en la carretera en Indiana, o junto al lago en Spring hace tanto tiempo, hace tantas cosas atrás que ya parece una vida entera de distancia entre los recuerdos y el ahora.
Abre los ojos y me mira, como si me viera por primera vez en su vida una vez más.
-No vas a morir para mí- le aseguro. -Siempre estarás vivo para mí.- le tomo su mano, la que antes estaba sobre la mía, y la coloco contra el lado izquierdo de mi pecho -Aquí. Siempre serás el mismo Jules que entró en mi casa hace tres años. El mismo que me secuestro un fin de semana para llevarme a recorrer el país. El mismo que me enseño a conducir y disparar, a pelear, a besar, a hacer el amor. El mismo, para siempre-
Tras sus largas pestañas negras vuelvo a ver sus ojos. Esos ojos que había olvidado, sin tantas manchas, sin tanto miedo. Los ojos de Jules, del Jules que conozco desde hace tiempo, del que se metía en mi cama y me abrazaba antes de dormir. Mi Jules.