Capítulo 24: Una niña llamada Karrie

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KARRIE


Siendo una niña, Spring Diamond era a mi parecer el pueblo más aburrido del mundo. Las calles siempre limpias, los edificios iguales, todos de madera, viejos y gastados. Las personas siempre hablando y sonriendo. Los niños siempre jugando, corriendo. La hierba creciendo junto al lago tranquilo. Era un día igual tras otro.

Solo una fachada.

Los años me ayudaron a entrever lo que que había detrás. Descubrí que nada era tan perfecto. Pero aún con eso nadie me podría haber preparado para el último año aquí. El otoño, descubriendo la verdad de Jules. En invierno, perdiéndolo y sufriendo para volver a él, para encontrarme a mí misma de paso.

Fuera de las ventanillas del auto, los árboles, los edificios, las tiendas de camino a mi antigua casa lucen tan iguales y tan diferentes.

-Mañana todo habrá terminado- me dice Dallas, que se concentra en manejar derecho, aún cuando sus manos tiemblan.

Quiero creer que las cosas terminaran mañana. Que el plan de Dallas va a tomar forma como lo conversamos, que todo irá bien. Que para esta noche Jules estará conmigo, y no volveremos a este lugar nunca más. Quiero creer que la historia termina ahora, y comenzará una nueva, una en la que estaremos juntos otra vez.

-No debimos volver- susurro en lo bajo, más para mí que para Dallas. Pero él me escucha y me mira, una interrogación en sus ojos. -Cuando Jules y yo nos escapamos-

Dallas estaciona el auto frente a la casa de John. La fachada es la misma, pero el interior ya nunca volverá a ser igual. La silla donde solía sentarme a desayunar cada mañana antes de ir a clases, mi habitación en el piso de arriba, mi cama con la franela púrpura y los cojines blancos. Todo dentro de la casa ahora es parte de mi pasado, un pasado lleno de mentiras, un pasado que ya no quiero volver a recordar.

-Él volverá a casa- me asegura Dallas, y entonces se gira hacia mí, coloca mi mano en mi hombro y me sonríe conciliador -Y si no lo hace, si por alguna razón no vuelve, nuestro hogar siempre será el tuyo, Karrie. Eres familia ahora. Seremos familia aún si todo sale mal-

Si todo sale mal ser parte de la familia ya no importará, pero no pienso en ello. En lugar de eso le asiento, le agradezco y me bajo del último lugar seguro que recordaré.

Mis piernas no parecen mis piernas mientras hago el camino hacia el interior de la casa. Subo los pequeños escalones del pórtico, uno a la vez, sin siquiera volverme para mirar el auto una sola vez, solo oyendo su motor alejarse, desaparecer.

Dentro de la casa se huele el abandono. Nadie ha estado aquí en un tiempo. Las cortinas están abiertas y la luz del sol ilumina los muebles viejos, los muebles de mi infancia. Me recuerdo corriendo con Jenna entre los sillones, riéndonos y gritando en las escaleras. Veo a la niña que solía ser sentada en la mesa del desayuno. Esa niña estaría decepcionada de mí.

-Sospechamos que volverías a casa, pero te tardaste un tiempo-

Adam está parado junto a la puerta de la cocina. Siento como su imagen cambia ahora para mí. Ya no es el tipo que golpeó mi ventanilla hace semanas, mientras estaba en la carretera, en la salida de Spring. Ahora es uno de ellos, una imagen que representa las personas que odio, las que me han arrebatado todo.

-He estado ocupada en unas cosas- 

John entra por la puerta principal, lo veo por el reflejo del espejo en la pared de la escalera, pero no me giro hacia él. No estoy lista en este minuto para ver a mi padre, el hombre que me crió y me cuidó desde niña, quien me llevó a la escuela y me peinó cada mañana. Él hombre que también me traicionó, que me usó y me arrebató lo más cercano a la felicidad que tenía.

-Pon las manos arriba, Karrie- dice, su voz la misma que me cantaba antes de dormir. -Tengo que arrestarte-

Levanto las manos. Separo las piernas y dejo que John me revise. Me quita el arma de la cintura, la misma automática que Jules me dio después de enseñarme a disparar. Saca del interior de mi bota la cortaplumas que Virginia me prestó antes de partir. Y luego me esposa las manos en la espalda.

-¿Cómo está Jenna?- le pregunto. -Estoy segura de que prefieres arrestarme a mí que a ella, ¿no? Ella siempre siguió todos tus estúpidos juegos-

No dice nada. Ni siquiera se arruga, como si no me escuchara, como si no le interesara en lo absoluto, y la verdad es que ¿cómo iba a hacerlo? Él nunca quiso ser padre en primer lugar, su vida estaba formada antes de que llegáramos. Incluso cuando estábamos en su casa, las primeras semanas, intentaba a toda costa sacarnos de ahí. 

Esa es la verdad de la familia del Shérif, la verdad del admirable Shérif John Colt; Nunca quiso a sus hijas, nunca fue honorable, ni admirable, es un tipo podrido como todos. Se salía de control la mayor parte de las veces. Nunca intentó tener una buena relación con Jenna, ni conmigo. Bebía hasta desmayarse encerrado en su habitación. Maldecía y escupía, gruñía y se molestaba por todo. Olvidaba recogerme en la escuela, hacía mal su trabajo. Trabajaba para Rocketfeller, un narcotraficante. 

Esa era la verdad. No había otra. Solo la que yo me creé. 

-Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas podrá ser usado en tu contra en el juicio- recita Adam, pero no habrá tal. No habrá juicio, ni sentencia, no habrá prisión, ni comisaria. 

Soy guiada por ambos hacia la puerta de entrada, con las manos en la espalda y la cabeza gacha. Una vez afuera observo otra vez mi vecindario. Él lugar donde jugué de niña cada día, en esa calle con casas iguales, todas pintadas de un azul claro, con césped bien cortado, con los rociadores funcionando, y los gnomos de jardín sonrientes.

Llegué por primera vez ha esta casa hace catorce años, cuando apenas tenía cinco. Después de semanas de lugar en lugar, por fin había algo concreto, algo estable. Sentía que mi futuro por fin tenía una forma, un sentido comenzando a surgir. Pero catorce años después, estoy saliendo de esta casa sin saber quien soy aún, ni quien seré mañana, de vuelta a la inestabilidad, de vuelta a la incertidumbre de lo desconocido.

 Vuelvo a tener cinco años. Pero ya no hay nadie junto a mí, estoy sola. Nadie va a tomar mi mano y guiarme en el camino, ni van a decidir por mí. 

Ahora solo tengo una opción; pelear.

Y solo tengo una meta; Jules.

Y solo sé una cosa; ellos pagaran.


POLICIAS Y LADRONES [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora