Capítulo 14: Honor, lealtad y dolor

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Karrie

-Veo que ya conociste al detective Green- dice John, con un tono de voz mucho más amable que el de esta mañana.

Desde luego que tiene que actuar diferente ahora. Estamos en la estación de policía, aquí todo el mundo tiene que pensar que él es intachable, correcto, que en la casa todo va viento en popa y que somos la familia semi perfecta. 

Nada puede estar más alejado de la realidad.

-Sí, me dio un susto en la carretera, creí que era un ladrón o algo- miento y sonrío, de la manera más falsa y fingidamente dulce que verán jamás. 

-Me disculpo por eso- el detective me sonríe. 

Le gusto. Lo sé. He despertado interés en él. Lo he visto antes, en algunos compañeros de clase o amigos de Jenna. Nunca he sido una chica vanidosa, pero sé que no soy fea tampoco. Las chicas morenas usualmente somos curvilíneas y eso llama la atención de todos los hombres. Si a eso le incluimos que siempre finjo una actitud de valiente, me vuelve un imán para idiotas.

-Bueno, ya me voy a casa- señalo rompiendo la conexión de nuestras miradas de inmediato. -Nos vemos en casa, sheriff-

John me asiente y sonríe, como si esta mañana no hubiese salido azotando la puerta porque durante la semana no he estado en casa para limpiar su desastre y ordenar todo. Pienso en que quizás heredé mi don de la mentira de él, y que soy mejor mentirosa de lo que creo. Hasta el momento nadie me ha descubierto ninguna de mis mentiras así que tal vez no soy la peor en ello.

-Buenas tardes, detective- me despido y me apresuro hacia la puerta que me conecta con la sala principal de la estación.

Trudy, la secretaria, está sentada solemnemente en su escritorio hablando por teléfono con alguien. Un par de oficiales se pasean en distintas direcciones, ya sea saliendo o entrando del lugar. Una mujer con un niño en brazos está en una de las sillas de plástico negro mientras otro pequeño juega sobre la alfombra beige sucia y deteriorada.

-Yo tampoco creo que sea el lugar adecuado para unos niños- dice la oficial Rossy al pasar junto a mí, regalándome una sonrisita con sus diminutos labios rosa.

Cuando era más pequeña solía pasar mucho tiempo en este lugar y todos los oficiales me conocían y hablaban conmigo, me cuidaban. Me pregunto que pensarían si supieran en lo que me he convertido. Si supieran que ya no soy la niñita que aspiraba a ser policía, que ahora soy más bien el lado malo, la ladrona.

Antes de llegar a la puerta de entrada me despido con la mano de Trudy, y mi mirada atrapa otra detrás de ella, por el pasillo. Su nombre es Dick Umber, y estaba dos grados más abajo en el instituto. Sé que trabaja para Mike, y sé que está ahí por mí.

Trago saliva y sigo caminando, hasta que estoy afuera. Aire frío golpea mi cara, y mis ojos se encuentran con otros ojos conocidos; Trevor Guffer, otro chico de instituto que ahora trabaja para Mike. Este es más robusto que Dick y mucho más alto. 

Y también viene por mí.


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El agarre de Trevor en mi brazo duele. La piel bajo la camiseta me arde. Quiero gritarme que me suelte otra vez, pero las anteriores cinco veces solo logré que me golpeara y me hiciera callar. Cualquier otro intento supondría el mismo resultado y ya he sufrido suficiente.

Al otro lado, Dick no me mira, solo camina por el bosque guiándome hacia la casa de Mike en la reserva. Después de bajarnos de la camioneta supe de inmediato hacia donde íbamos y con eso, supe lo que significaba; estamos tan lejos del pueblo como para que nadie pueda escuchar mis gritos o un disparo.

POLICIAS Y LADRONES [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora