"Whispering Woods"

RECUERDOS

-Hey bro- saludó Dark. Sólo me limite a asentir con la cabeza.

La verdad me sentía como un imbécil por lo ocurrido en el bosque, Dark al leer la mente de Blizz se enteró de lo que había ocurrido, dando especial énfasis a la parte de "Crawford teniendo pensamientos y actuando como una dama" basta ya mencionar que tanto el grupo de los de sangre e Ilitanins y nuestro grupo más allegado se cagaron de la risa cuando Dark dijo eso en voz alta.

Blizz por otro lado había pedido que la acompañara solo hasta la casa de Matilde, y cuando llegamos allí, me cerró la puerta en la cara; ya prácticamente había salido el crepúsculo de la madrugada cuando llegue a casa, necesitaba distraerme y pensar las cosas con calma así que solo vague un poco por el bosque, aun así Dark se las ingenió para leerle el pensamiento a Blizz porque de mi mente estoy seguro de que no sacó nada.

Supo de Barbol, el Onodrim* que me localizó y me mandó a volar por los aires. Lo tenía merecido de todas formas, Bregalad pareció haber disfrutado de mi situación y quedó encantado con Blizzard, y entre todos ellos le mostraron el mundo más allá del simple bosque susurrante.

-Blizzard quedó encantada con Bregalad- continuó Dark- sin embargo no quiso venir a dormir en su talan* de amor- comentó divertido. Como si estuviera de humor para ello. Lo fulminé con una mirada no tanto amigable y el solo sonrió- te advertí que esto sería una mala idea.

-Vete a...- la mierda- joder a alguien con mejor humor- ahora sí, que lea mi mente. Comí algo al tiempo que intentaba recordar en que sitio había visto por última vez una planta de Athelas.

Una vez, cuando era pequeño y no habían pasado tantas lunas, T-Dance aún era lo suficientemente pequeña y despistada como para no fijarse a que lugares iba ni que tan peligrosos eran. Dark, mi compañero y hermano de aventuras me invitó ese día a dar un paseo por la ciénaga de los muertos, sabíamos que era peligroso y que mi padre nos lo había prohibido rotundamente, pero esos no fueron motivos suficientes para desistir de la idea.

Sólo quedaba un pequeño inconveniente, T-Dance nos había visto y dejó los juegos con las demás chiquillas del bosque donde vivíamos para perseguirnos, de igual manera se encargó de seguirnos la pista sin que nos diéramos cuenta, Dark estaba lo suficientemente emocionado como para no leer su mente y T-Dance era lo suficientemente lista como para leer la de él y guiarse en el sendero.

Era el lugar más horrible que hubiese podido llegar a imaginar, el olor a fango y podredumbre alcanzamos a percibirlo incluso cuando aún estábamos lejos de aquel lugar, ese debió haber sido nuestra señal de advertencia, pero aun así seguimos adelante, T-Dance llevada por la curiosidad hizo caso omiso del olor.

Dark ya había estado allí, era uno de los lugares que más visitaba, le encantaba ver a los muertos nadar y pasearse por las fétidas aguas, de vez en cuando, preguntaba a aquellos seres, qué habían hecho para resultar en aquel lugar y ellos, fascinados por la curiosidad de un chiquillo elfo de ojos rojos que parecía tener cierta atracción hacia los relatos macabros y poco temor de lo que ellos pudieran hacerle, les contaban con lujo de detalles sus vidas de desfachatez, avaricia, traición. Una vez llegue a ver una libreta que tenía Dark, en ella se veían con lujo de detalles las más macabras y diversas formas de asesinatos.

Dark no podía evitarlo, todos nosotros, los elfos de sangre, tenemos cierta inclinación a un modo de actuar específico, y dónde relacionarse con los Legalf era estar entre la realeza, acercarse a Dark era estar cerca de la muerte. Su familia fue un clan de elfos para nada amigables, convertidos bajo magia negra en lo que se conoce como Yrch*, con la semilla de destrucción metida en su código genético; mi padre lo rescató, le dio un hogar y a nosotros como su familia.