Capitulo 11: Pelea.

106 13 0
                                    

El camino se me hace más largo. Este cambio de estaciones me esta enfermando. La desenfrenada lluvia cae en grandes gotas. Sin paraguas, me veo obligada a avanzar hasta mi casa sin protección alguna. Con la lluvia golpeándome el cuerpo, corro de techo en techo.

A lo lejos, distingo dos figuras. No las veo muy bien por la lluvia, (Además de la niebla que empieza a descender del cielo) pero distingo que hacen señas para que vaya en su dirección.

Sin pensarlo, corro en donde están refugiadas las hermanas gemelas: Nikki y Brie.

-Hola Maggie-. Dicen ambas al unísono.

-Hola chicas-. El agua me baja por la cabeza.

-Ven con nosotras, tenemos un paraguas pequeño, pero si nos vamos juntas, seguro cabemos-. Creo que la que lo dice es Brie.

-Sí, claro-. Respondo.

Y aquí estamos, las tres andando casi apachurradas mientras evitamos a toda costa mojarnos.

Cuando llegamos a mi casa, les ofrezco pasar, pero niegan. Les doy las gracias y me meto en la mansión.

Es casi cómico ver que todos corren a socorrer me. Acepto, generosa, un paraguas y llego a la sala.

-¡Maggie!-. Exclama mi madre al verme. -Nenita, estas mojada-.

<<No me digas>> Pienso sarcástica. Le doy un beso en la mejilla y subo a mi cuarto. Abro el armario y me pongo una pijama acolchada y cómoda y unos calcetines calentitos.

Me cepillo los dientes y peino un poco mi pelo mojado. Me acuesto en mi cama, cubierta por las mantas y me quedo dormida.

Alguien me despierta. Roset.

-Chiquita, la cena esta servida-.

-Gracias-. Sonrió, bajo las escaleras y me siento en una de las muchas sillas. Sorpresiva mente, mis padres están conmigo, comiendo. Puedo contar con los dedos las veces en las que hemos estado todos en la mesa.

Sirven Chuletas al horno con puré de patatas y sopa de crema de leche con especias.

-¿Como te ha ido en la Universidad, Maggie?-. Cuestiona mi padre.

-Ah estado... Bien-. Digo despreocupada.

La cena transcurre normal. Cuando van a servir el postre, me lo salto. Doy las buenas noches y me voy a la cama.

Al despertar, el sonido de la alarma me indica que tengo que levantarme. Me ducho, cepillo mis dientes, peino mi pelo y me visto en un parpadeo. Bajo y me como la ensalada de frutas que han servido para mi. Me despido y salgo (Esta vez, con un paraguas) a la Universidad.

Al llegar, me dirijo al casillero y dejo algunas de mis cosas. Mientras voy caminando, tropiezo con alguien y mis libros se caen.

-Lo siento-. Digo agachando me a recoger las cosas.

-La culpa es mía-. Dice el chico, quien me ayuda a levantar las cosas. Cuando me las da, me levanto.

-Hola, soy Alex-. Doce ofreciendo me la mano. Es alto, cabello rubio que le cae en pequeños rizos en su cara. Un poco delgado pero con brazos muy fuerte. Ojos azul como el mar. Me pierdo en ellos y en la fugaz visión de sus dientes blancos.

-Maggie-. Se la estrecho, el lleva mi mano a sus labios y da un beso en ella.

-Lindo nombre-. El sonido del timbre ahoga sus palabras. -Ah sido un gusto...- Alguien lo empuja y entonces, veo a David. Los músculos tensos lo hacen ver más grande. Su mirada fría asesina su vista fija en Alex me asusta.

-Tiene novio. Y soy yo-. Su voz me hace sobresaltar un poco. Nunca lo había oído así.- Mejor ve al basurero de donde saliste y no molestes.-

-¡David!-. Le grito, disgustada. -Él solo me estaba ayudando-.

-¿Besando te la mano?-.

-¿No puedo ser cortes, bruto?-. Alex se aproxima a David. Detengo a este último porque se lo que pasara si no lo hago.

-Adiós Alex-. Me llevo de la mano a David.

-Maggie...- Le corto la frase.

-De esta no sales, Homes-. Sabe que cuando lo llamo por su apellido me ha echo enojar. El suspira y se deja llevar. Nos metemos al salón y nos sentamos.

Antes de darle todo un castigo a David, una persona llama mi atención. Un nuevo estudiante. Sería normal si no lo hubiera visto segundos antes, a punto de comenzar una pelea con mi novio.

El nuevo estudiante es Alexander Barttle.

Amor Rebelde. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora