El silencio sepulcral reinó la pequeña habitación en la que nos encontrábamos él y yo. Nunca nos habíamos percatado en el tiempo que transcurrió, pero tampoco colgaban relojes de las paredes. ¿Qué había que hacer para que esa extraña situación cesara?
—Quiero irme a casa —Susurrré aún con la cabeza baja, observando los zapatos negros de David.
—Cariño, soy yo el que no quiere que te vayas. Quédate conmigo, solos, en esta pequeña habitación, explorar cuanto te ha madurado el cuerpo es mi anhelo.
—No deseo que mi cuerpo sea explorado, ya me exploro yo cuando es necesario, pero gracias de de todas formas. Ahora, déjame salir, me agobia el espacio tan cerrado, me hace sudar.
—¿Sudar? ¿¡Sudas por mi!? —Dijo con una voz muy alegre, lástima que se le iba a apagar.
—No, contigo me siento incómoda, necesito espacio, hablemos en un banco y quedemos o algo, pero no quiero hablar apresada en esta habitación insufrible.
—Bueno, solo dime una cosa —Dijo levantándome la cara desde la barbilla con los dedos de la mano izquierda sutilmente —¿Quién es ese comisario que no te deja trabajar sola? Le sacaré a espadazos de aquí, de su vida miserable.
Se... se refería a Gabriel. ¿¡Iba a matar a Gabriel!? De ninguna forma me sonsacaría su nombre.
—Lo siento David, no puedo decirte.
—Vamos, princesa, se que te encabrona ese hombre... Tengo que matarle para trabajar tú sola en tus cosas, y quitarme un competente de en medio por ti.
—¡¡AQUÍ EL ÚNICO QUE ENCABRONA ERES TÚ!! —Le grité en toda la cara sin cortarme un poco —¿¡ESTÁS MAJARA O QUÉ!? ¡¡EN MI VIDA SALDRÍA CON DEGENERADO COMO TÚ!!
—Bueno, querida —Dijo colocándome una flor blanca en el pelo, de su pantalón extendiendo un látigo y flagelando, musitó: —Supongo que entonces aquí llega tu tortura hasta que desembuches.
—¿Qu-qué vas a hacer ahora?
—Solo haré que cantes.
Me obligó que estuviera boca arriba mientras mi pierna izquierda se veía azotada y en cabo de tres minutos ensangrentada por ese horrible látigo, ese látigo que sólo podría ser obra del diablo. Después empezó a desnudarme hasta quedarme en ropa interior, pero solo para que las heridas se extendieran.
Entonces sólo pude ver una oportunidad en mi, decirle quién era ese hombre que me prohibía no estar trabajando sola en el caso sola. Pero no. No podía traicionar a Gabriel, no soy tan cobarde para decepcionar a un hombre tan importante en la ciudad, claro que no. Por otra parte, Gabriel había enloquecido completamente. Antes estaba cuerdo completamente con una pizca de locura (como todos), el problema fue cuando no pude protegerle más, porque me fui a un instituto diferente a mitad de año, y no se qué fue de su vida, aunque me temo que los acosadores no pararon de ser lo que son en él. Por qué... por qué una persona tan tierna puede volverse en algo tan despiadado. Viendo que no mediaba palabra, David cogió de la pared de su derecha dos armas, con pinta de ser espadas de aspecto un escalofriante, mientras me miraba sangrar levemente y con magulladuras nuevas (otra vez) que me había causado él.
—Tendré que matarte, si no hablas ahora mismo —Dijo mientras afilaba las espadas entre sí con poca experiencia; quizá su objetivo era intimidarme, pero no darme miedo.
—¡Espera! ¡Creo que me he dado cuenta de lo que sientes por mi! Y creo que yo también lo presiento en mi pecho...
Humm... no. No tenía ni idea de cómo podría haber dicho esas falsas palabras. Eran mentiras a muerte, (literalmente) pero si servían para salvar mi vida, o por lo menos para librarme de algo demasiado malo, esa era mi oportunidad de mentir. He provocado diversos incidentes con esto de las mentiras, incluso me prometí no mentir más; pero esto era una situación de vida o muerte, por lo tanto no tenía otra salida, y no, no pensaba traicionar a un compañero, así que llevé mi plan a cabo: Solo tendría que usar una distracción para arrebatarle el arma, pero antes de eso necesitaba... improvisar.
—¿De verdad dices eso, amada mía?
—Sí. Me encantas, tal y como eres. Eres encantador, se que estás loco por mi, y yo me cortaría hasta la muerte por ti.
—Oh, pequeña princesa... qué bonito... ¿Te molestaría matarnos a los dos para que nuestras almas vagaran juntas por un cosmos infinito? Toma, coge las espadas. Espera, te voy a liberar. ¿Sabes? Creo que te voy a...
Me soltó de todas las ataduras. Quedé libre... casi. Me dio las extrañas armas con el filo de sierra, se puso delante de mi, acto seguido se abalanzó hacia mi cara... besándome. O por lo menos solo fue un roce de labios, porque cuando vi que su cuerpo tenía la accesibilidad perfecta para las dos armas, se las clave en el estómago, saliéndole sangre. ¿Qué... Qué mierda estaba haciendo? Joder, que... que... ¡¡HABÍA MATADO A DAVID!! ¿¡POR QUÉ HICE ESA LOCURA!?
Supongo que solo era defensa propia. Antes de irme, encontré en su bolsillo derecho de la camisa una dirección, me la guardé. Me vestí, limpié mis huellas dactilares, y me fui de allí lo más rápido posible a dirigirme a mi casa.

ESTÁS LEYENDO
Niebla (Editando)
Детектив / ТриллерÁgata y su marido Joel, una pareja adinerada, paseaban por un bosque cuando velozmente se formó una espesa niebla alrededor de ellos. En ella solo se pudieron observar unos ojos rojos enormes salidos de lo común. La pareja se asustó e intentaron hui...