Kuroshitsuji: Eternity [Yaoi]

27) Unico

A la hora exacta de la finalizacion del horario escolar, Sebastian se encontraba estacionado frente a la puerta del instituto, teníendo sentado a su lado a Christian. (Quien no paraba de admirar los autos.)

Los alumnos salían rapidamente de las puertas de la institucion, y le pareció demasiado extraño que su niño no saliera incluso despues de varios minutos.

El demonio de ojos carmesi estaba demasiado extrañado con la situacion, Ciel no estaba allí, definitivamente no estaba, ya hubiera salido. Y de inmediato un ligero nerviosismo comenzó a invadirlo, aumentando cada vez mas, hasta el punto de hacerlo sudar.

Podía estarle pasando cualquier cosa. Podía estar en problemas y Sebastian no lo sabía. O... Podía ser totalmente diferente. Podía estar con alguien mas, simplemente porque si. Podía estar haciendolo preocupar sin razon. Aquel simple pensamiento lo hizo enfadar. Quizas demasiado. Pisó el acelerador y se puso en marcha hacia algun lado. No hizo falta ni siquiera mirar a su lado para saber que Christian ya no se encontraba en el auto con él.

Por otro lado, las sospechas de Sebastian eran ciertas, y Ciel solo estaba intentando llevarle la contra. Aunque claro, justamente se le había ocurrido llevarle la contra con la persona menos indicada.

Ambos caminaban sin un rumbo fijo con sus helados, y si bien Ciel parecía tranquilo, su interior se revolvía. Sentía que estaba haciendo algo terrible y que tenía que regresar, ¿pero que tenía de terrible salir con un amigo?.Claro, teniendo en cuenta de que ese amigo te beso e intentó matarte...
En cualquier caso, no podía evitar pensar también en lo que Drew le había dicho. Quizas tenia razon. ¿Por que tenía tanto miedo de desobedecerlo? Sebastian era su pareja, no su padre.

El sentir como su brazo era jalado lo sorprendió tanto que estuvo a punto de dejar caer su helado al suelo.
Drew lo jalaba en dirección a un plaza, la cual estaba bastante vacía debido a que el horario de clases aun no habian finalizado.
El castaño lo soltó una vez que se encontraban cerca de los columpios.
-No voy a subirme ahí. -Pero Drew no le había prestado atención y simplemente se sentó en uno de los columbios y palmeo el otro, pidiendole que se sentara junto a él.
El peliazul puso los ojos en blanco y se sentó a su lado, sintiéndose algo tonto.
-Los columpios son lindos... No puedes decir que no te gustan. -El castaño levantó una ceja, y Ciel solo lo miró con molestia.
-No me gustan.
El castaño resopló con molestia y se impulso un poco con los pies. -Eres un aburrido.
-Yo no te obligue a estar conmigo. -Respondió el menor, malhumorado.
-Bueno, pero me agradas, y también me gustas.
El peliazul se sintió algo incómodo, no por el coqueteó en si, sino porque aun seguía sintiendo que lo que hacia estaba mal. En realidad, estaba seguro de que lo que estaba haciendo estaba mal, pero no queria reconocerlo.
Drew ladeo la cabeza al notar que Ciel no estaba reaccionando como esperaba.
-No estas haciendo nada malo. -El peliazul lo miró con los ojos desorbitados, sin entender cómo podía haber leido su mente tan bien. -Eres libre, ¿no? -Ciel agacho la cabeza y negó. No era libre. Por alguna razón, se sentía atado a Sebastian, como si él fuera el unico que lo comprendía. El unico que estaría a su lado. Quizás el unico que lo amaba.
Para sorpresa del castaño, Ciel se levantó del columpio y comenzó a caminar con la cabeza gacha. Volvería a casa, no pediría perdón, pero aun así no iba a alejarse de Sebastian. Era lo único que tenía, y debia admitirlo. Le aterraba perderlo para siempre.

Los brazos de Drew alrededor de su cuerpo lo desconcertó de sobremanera. Se detuvo en seco, sintiendo la respiración caliente del castaño en su oreja. -Yo puedo ser mejor qué él. -Pero el peliazul negó lentamente. Nadie podía ser mejor que él. -Yo no te haría esto... No tendrías que preocuparte por estas cosas... -Pero por algún motivo, Ciel no soportaba que alguien creyera que podía ser mejor que Sebastian. Él tenía sus pro y sus contras, pero nadie lo había hecho sentir. -Yo no seré tu padre, dejame mostrarte que es tener una pareja. -Pero esas habían sido las palabras equivocadas.
El menor Se libró de sus brazos bruscamente y comenzó a correr, dejando a Drew apreciando ambos helados sin terminar sobre el césped.

El demonio de ojos azules se sentia agobiado por tantas cosas que habían cambiado en todos aquellos años.
Caminaba a varios metros detras de ambas gemelas, intentando averiguar a donde se dirigían. Ambas iban con un par de adolescentes mas, y Christian no pudo evitar sentirse molesto al notar como un muchacho de cabello moreno le hablaba de forma tan cariñosa a la muchacha que había sido suya hacía un siglo.

Después de seguir al grupo de adolescentes durante veinte minutos, notó como estos entraban a un café.
Esperó algunos segundos afuera y luego entró. Se sentó en una de las mesas mas cercanas y se pidió un café.

Lamentablemente, las conversaciones que los jovenes tenían le resultaban horriblemente aburridas. Sobre la escuela y las fiestas. Por un momento, Christian creyó que se quedaría dormido a mitad de una charla sobre una pareja, en la cual la chica había salido con casi todos los demas de su curso sin que su novio se enterará.

Después de aproximadamente una hora desperdiciada (Porque no habia descubierto nada que lo ayudara a acercarse a Ashleh), las gemelas se despidieron para así salir afuera.

Christian decidió seguirlas, intentando ser lo mas disimulado, posible, pero cuando llegaron a un callejón, se dio cuenta de que no era tan disimulado como pensaba.
Ambas se voltearon rápidamente, mirándolo con los ojos furiosos.
-¿Que quieres? -La voz molesta de Ashley retumbaba en las angostas paredes, y Christian no pudo evitar sonreír. Ella era tan hermosa como la recordaba.
Al no obtener respuesta, ambas comenzaban a impacientarse. -¿Y bien? -Intentó apurarlo la albina. -Ya tuvimos demasiados problemas últimamente.

Christian se aclaró la garganta, buscando las palabras correctas para dar su primer paso con la nueva a Ashley. -Yo soy lo contrario a todo el resto. -Sonrió con suficiencia, intentando mostrarse seguro. -Yo soy el único que puede explicarles lo que son.