Episodio 2

317 27 7
                                    

AURORA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AURORA

Mi vida fue aburrida hasta esa mañana  en la que estaba parada en mi ventana y vi por primera vez los apartamentos de al frente, en especial, el que queda  justo al frente de mi piso.
Me detuve un momento más y allí estaba aquel chico que había escuchado que se llamaba "Frank Williams", veintitrés años, estudiante de finanzas, escorpio, soltero y lo mejor, lo podía ver diariamente frente a mi ventana, una vez desnudo y otras algo tapado, pero daba igual, es una de mis mejores vistas.
—El día no está como para sentarse en el balcón y broncearse con el frío, te vas a congelar si sigues ahí —gritó alguien, mire al frente y era él, ¡Dios mío! se hizo un nudo en mi garganta y mi corazón latía a mil por segundo.
Me levanté de golpe y desaparecí caminando hacia la oscuridad de mi sala, nunca antes me había mirado ni nada.
¡Qué vergüenza! tome un poco de agua, abrí mi libreta necesitaba  escribir, una pequeña nota; Las mayores de las cosas que haría cuando saliera de mi piso, cada día anotaba una.
Termine de escribir y necesitaba dormir, llevaba dos noches que no lo hacía, por mis pesadillas y  hacía demasiado frío.
—Buenas noches —le dije a mi pequeño gato, Fufi.
Cerré mis ojos y soñé que me estaba acostada en el pecho de mi querido Frank.

Me desperté y limpie mis cochambrosos ojos, eran las cinco en punto de la mañana y necesitaba despertarme así, miraría a mi vecino cuando salía a trotar y hacer estiramiento en la ventana de su piso.

¡Dios era el mejor de los desayunos!

Mis mejillas se sentían calientes y mi cuerpo estaba totalmente tibio y mi aliento olía a muertos.
Fufi, quítate —justo cuando dije aquellas palabras pisé por equivocación la cola del maldito gato, este me arañó el pie, provocando que me quejara y el vaso de agua que tenía se cayera y resbalara con el agua mis pies, tome la cortina para apoyarme pero fue en vano, el pestillo que las sostenían cayó en mi cara y pegué un grito.

¡Unicornios!

Me levanté a pasos torpes y lo peor venía, mi vecino estaba de brazos cruzados mirándome.
— Trágame estúpida tierra —di media vuelta hacia mi cocina.
¡¿Por qué a mí?!

No me asomaría, él estaría pendiente si yo lo espiaba, así que tomé una manzana y fui a mi escritorio.
Regla 123: nunca hacer ruido.
Actualice el guardado de documento "como secuestrar a la presa " y me levanté a bañarme.
Había llamado demasiado la atención, pronto la presa tocaría mi trampa, pronto.

Ella esta demente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora