Episodio 24

197 19 6
                                    

Aurora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aurora

—Pueden sentarse —dijo la madre de Frank, yo estaba algo nerviosa, desde que llegamos no ha parado de mirarme.

—Entonces querida ¿cómo te llamas? —ese era el momento donde comenzaría a recitar mi biografía.

—Aurora —dije.

— ¿Aurora qué? —preguntó.

—Sólo Aurora —dije y ella miró a su marido.

—Sólo no le gusta decir su apellido madre —dijo Frank.

— ¿Y tú lo sabes? —le preguntó a su hijo.

—N-No, nunca lo he preguntado —todo se estaba tornando más incómodo.

—Aurora Walker —dije y por primera vez después de diez años, había dicho mi apellido.

— ¿Walker? —frunció el ceño.

—Sí, Walker —las siguientes preguntas no fueron tan incómodas, fueron como, a qué me dedicaba y qué aspiraciones tenía con Frank, creía que sería muy incómodo, pero no, luego se normalizo todo y comenzamos a reinos.

Amanda era la madre de Frank y Richard su esposo, eran dueños de una empresa y el heredero sería Frank, por ello estudiaba finanzas.

—Pues debemos irnos hijo, mañana viajaremos a parís —dijo, Richard levantándose y luego nosotros.

— Fue un placer conocerte, Aurora —dijo Amanda dándome un beso en la mejilla.

—Siento que eres perfecta para mi hijo, y espero nietos pronto —soltó cuando subió al auto y yo quede helada, no había pensado en ir tan lejos. Nosotros dos éramos sólo novios.

— ¿Qué te dijo mi madre? te has quedado pálida —me comentó Frank.

—No es nada.

—Mientes, te conozco.

—Sólo me dijo que esperaba nietos —respondí y Frank me abrazo.

— ¿No lo has pensado?

—Por supuesto que no, ni siquiera hemos...

Ya metí la pata.

—No te preocupes, todo se dará en su tiempo. Ahora vamos a caminar por ahí —Frank tenía su auto, pero quería que caminara, yo acepté.

—Pero no creo que pueda mucho tiempo, estos zapatos me están matando.

—Pues no me cansaré de recordar este día, el día en que te ves más hermosa que nunca.

Frank y sus cursilerías.

—Vale, no lo repitas más —dije.

Caminamos abrazados hablando tonterías, cosas que nos pasaron, pero sobre todo conocí cosas de Frank, como que era demasiado travieso.

—Ya no puedo más, Frank, me duelen los talones —paré de caminar, en serio me dolían.

—Voy a quitármelos —me incliné para hacerlo, pero no pude, Frank me cargo.

— ¡Frank!

—Quiero hacerlo, además no quiero que te quites esos hermosos zapatos.

—Da mucha vergüenza, nos están viendo.

— ¿Y?, no importa lo que digan los demás.

Él era muy obstinado, me cargo y seguimos hablando, algunas personas, escasas, que pasaban se quedaban mirándonos con el ceño fruncido y algunas nos tomaron foto. Todo por mi maldito cabello largo.

—Creo que me cortaré el cabello.

— ¿Qué? ¿Por qué? —dijo Frank.

—Ya no me gusta.

—Pero si es hermoso, no lo hagas, dejarás de ser mi Rapunzel.

—Frank por favor para con tus cursilerías.

—No son cursilerías.

—Hemos llegado al auto, bájame —le dije y él me bajó con cuidado, abrió la puerta del auto, dejándome entrar.

— ¿Vamos a tu casa?

—Por supuesto, estoy cansada.

—Hoy quiero dormir en tu casa.

—Está bien —le dije y él me dio un casto beso.

Durante el camino me quite los zapatos y repose un poco, los tenía rojos y me latían. Estúpidos zapatos. Salimos del auto y subimos hasta mi apartamento, solo quería quitarme este vestido lo más pronto posible. Deje mis zapatos a un lado y corrí mi cabello a un lado, estaba sudando un poco, no miento, cuando digo que esta largo, lo está, me llega casi a la altura de mis rodillas. Fui a mi habitación y encendí la televisión, luego tomé mi vestido y bajé una manga, hasta que sentí unas manos en mi cintura.

Frank.

—Frank —dije volteándome, y él no tenía su camisa ni sus zapatos, estaba en su gloria.

—Sólo déjame tocar tu sedosa piel, Aurora, dame ese privilegio —dijo y no pude evitarlo ante aquellas palabras.

Con un gesto él entendió que lo estaba permitiendo, empezó a besar mis hombros, grabándose en gran manera, y me tenía totalmente atrapada en su aroma.

—Eres tan bella —dijo besándome el cuello.

—Frank —solté un jadeo, no sabía por qué me pasaba eso.

Luego poco a poco fue bajando mi vestido dejándome en mi vergonzosa ropa interior, era blanca.

—Tan inocente y pura.

Me seguía tocando mi cuerpo, hasta que pasó sus manos por la curva de mi trasero, yo me tense.

—Sé que eres virgen, Aurora, permíteme ser el primero.

Un nudo en mi garganta se formó y yo no podía seguir, me separe de él.

—No puedo, Frank, lo siento —corrí hacia el baño.

Tenía los nervios a flor de piel, y lo deseaba pero no podía.

—Aurora, perdona, no fue mi intensión —la voz de Frank se sentía demasiado arrepentida.

Tome el mayor de mis valores y salí de baño, ahí estaba él sentado en la cama con su rostro tapado por sus manos.

—Frank.

Enseguida quitó las manos de su rostro.

—Lo siento mucho, Aurora, no quería.

—No puedo, me siento nerviosa, no sé por qué pero me llenó de temor, te amo y deseo hacerlo pero tengo mucho miedo —le dije y él se acercó a mí.

—Prometí esperarte y lo haré, no quiero que te sientas presionada —me dijo y me abrazó.

Nos acostamos en la cama y quedamos fundidos en nuestros pensamientos. Lo más incómodo de todo era que tenía un calor en todo mi cuerpo, no lo entendía.

—Frank —dije y me voltee, sus ojos estaban cerrados y sus labios estaban abiertos y rojos. No pude resistirme y lo bese. Él abrió sus ojos y me paso delicadamente su mano por mi cintura. Como si me hubiesen dominado me subí arriba de él y lo bese de nuevo.

—Estoy lista, quiero que seas tú el primero que me tome y me domine, Frank —le dije besándolo.

No me arrepentiría de esto ni ahora ni nunca, ahora él es mío y yo con gusto seré suya.


Ella esta demente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora