Episodio 22

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AURORA

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AURORA

Frank y yo no teníamos una historia bomba de romance y drama, sólo habíamos comenzado con algo que a cualquiera le atraería, pero luego se darían cuenta de que éramos la típica pareja, y eso lo amábamos, bueno amábamos todo lo nuestro.

En menos de un abrir y cerrar de ojos habían pasado tres mes y ya yo estaba de alta, me estaba yendo bien, aunque debía de tomar reposo y cuidarme, estaba bien. Los médicos se asombraron de mí.

YO VENCÍ LA LEUCEMIA.

Y había ido a dos entrevistas de radio contando mi historia, cosa que a Frank le encantaba.

La puerta sonó y salí de mi habitación y abrí la puerta.
—Vaya qué día —dijo Frank y me dio un beso.
— ¿Que ha pasado? —pregunté cerrando la puerta y sentándome en el sofá.
—Cassie ha estado histérica —frotó su cien, estaba cansado— ella quiere darle un regalo a su novio, y como yo soy hombre quiso que la ayudase a buscar algo para él, pero todo lo que le buscaba no le gustaba. Y no te sigo contando más porque me hierve la sangre saber que gaste mi tiempo para no conseguir nada —finalizó Frank y no pide evitar soltar una carcajada.

—Ahora soy juguete de burla tuya —dijo y yo pase mi mano por su cabello.
— ¿Te apetece una ensalada de frutas?

—Está bien, aunque yo quería algo más —tenía una sonrisa que ¡ay Dios!

— ¿Qué es?— era algo incómodo, hace dos semanas él había intentado algo, quería que llegáramos más allá lo nuestro, pero no pude, me sentía extraña y no quería, sin embargo, a él no le importó, pero yo quería que fuera algo en especial.

Pero quería jugar también.

«Diabla» disparó mi vocecilla interior.

Frank parecía un vampiro probando su territorio.
—Tienes un cuello caliente, Aurora —espetó, además de eso le encantaba que estuviera con el cabello suelto, decía que parecía Rapunzel.

Qué bobadas.

—Frank, este, por favor —dije y él que besaba mi cuello, tomó mi cintura y me puse nerviosa.

—Eres la chica más linda que miraré —ahora me estaba besando arriba de mis pechos y eso me estaba incomodando.

—Por favor, Frank —dije y él no paró, entonces me tocó tomarlo por el rostro y sus tierna cara llena de deseo me hacía sentir cruel.
—Sabes lo que pienso al respecto, debes parar cuando diga que pares —le dije y el cambio su expresión.
—Oh, lo siento... Yo— Balbuceó
—No te preocupes — me levanté del sillón y acomode mi falda y mi blusa que estaban algo desordenadas.

Quise prepararle algo saludable, pues él comía pura comida chatarra.

—Siento haberte hecho sentir incómoda, no era mi intención —dijo arreglando mi cabello.

—No le des cabeza a eso, sé que tú nunca has pasado por esto. Pero yo no puedo —le dije, teníamos que resolver esto.
— ¿Por qué?, ¿Has sido tocada alguna vez indebidamente? —Su pregunta me sorprendió, pero podría ser considerable.
—Por supuesto que no, es sólo que... —no sabía cómo explicarlo, ahora.
— ¿Solo que qué?
—Es que nunca me he entregado a alguien y me aterra —solté sin más apuro.
La cámara de Frank era un poema de desilusión, y no me dijo nada. Así que no querían incomodar más las cosas.
—Te he preparado esta ensalada, así no comerás tanta comida chatarra —le dije y el no dijo nada, sólo tomó el plato y camino hacia el sofá.
La incomodidad nos invadía, decidí poner como pretexto
el baño.

Quería ser como esas chicas que él había conocido que usaban ropa sexy, pero yo no podía hacerlo, yo no tenía el cuerpo ni la valentía para hacerlo, me vería ridícula.

No sé cuánto dure en el baño, hasta que escuche los golpes en la puerta.
— ¿Aurora, estas bien? —Era la voz preocupada de Frank.

—Sí, estoy bien —dije y me miré en el espejo.
Mis estúpidas mejillas siempre estaban rosadas, como si tuviera vergüenza siempre.
Mis labios estaban algo rosados, y mi cabello estaba amarrado con un extraño moño que me había hecho Frank, en mis labios se formó una pequeña sonrisa por eso.

Me hice una trenza, en la que demoré algo de tiempo, creo que debo cortar mi cabello.

Me armé de valor y tomé con mis sudorosas y nerviosas manos el pomo de la puerta, lo giré lo más lento que pude, y como si todo fuese en cámara lenta, el rostro y cuerpo de Frank estaban detrás de ella.
—Aurora —me tomó de la muñeca derecha y me abrazó—. Lo siento, no sé por qué actué de esa manera, no quiero que pienses mal de mí, que soy un desesperado —dijo y yo tenía cierto enojo, pero conmigo misma.
Solté su agarre y camine hacia la cocina y tome un vaso, necesitaba agua.
El calor del cuerpo de Frank se hizo presente y tenía que voltear.

—No puedo creer que tan lejos he llegado, Aurora.

Lo mire fijamente y él creía que el problema era con él.
—No eres tú, Frank, soy yo. Yo no puedo ser el tipo de chica al que estás acostumbrado, yo nunca había experimentado algo así antes, se lo que pasa, lo que debería pasar, pero yo no soy igual, yo soy una cosa diferente —dije y un gran nudo en mi garganta y mis ojos picaban por las odiadas lágrimas.

»Yo nunca podré ser sexy, ni usar ese tipo de ropa, no hago ejercicio, mi cuerpo simplemente es algo extraño, yo no me maquilló ni atraigo miradas. Yo sólo soy invisible —dije y no pude reprimir mi llanto.

»Yo no soy una mujer deseable, Frank. Y me duele que tengas que soportar eso — finalice y agache mi cabeza.

Hubo unos tres segundos en silencio hasta que... perdí la razón.
Y no por un golpe ni nada de eso, sino por un beso.
Frank me besaba apasionadamente, quería demostrarme algo, y yo no sabía cómo descifrarlo.
Con una mano me soltó rápidamente mi trenza dejando mi cabello enmarañado y suelto.
—Yo conocí muchos tipos de chicas "zorras" "perras" y un montón más, como quieras llamarlas. Pero todas ellas eran mujeres artificiales, lo único que podían eran mostrar su físico porque por dentro son totalmente vacías— soltó limpiando las lágrimas de mis ojos—, pero un día te conocí, y todo dio un vuelco, eres la chica más original que he conocido, a pesar de todo, y de lo que pienses, para mi eres sexy, bella, irresistiblemente deseable, y no sabes las miles de cosas que desearía hacerte. Pero hoy me he dado cuenta de algo —soltó y yo no sabía cómo ponerme qué decir ni a dónde mirar.
»Me he dado cuenta, que por primera vez en mi vida he conseguido algo bueno y puro en mi vida, eres tú. Sí, Aurora, tú, la chica demente que me enamoró y la que hace que mis ojos y todo mi ser piense que no hay nadie mejor que tú —sus palabras eran recitadas por mi cerebro.
»Eres perfecta para mí, Aurora y no sé que como hacerte entender de qué hagas lo que hagas serás perfecta para mí— sus palabras habían tocado mi alma y la habían hecho romper en lágrimas, pero lágrimas de felicidad.
—Te amo —le dije y lo abrace.
—Siento haberte hecho sentir así, esperaré todo lo que quieras, con tal de que tú estés feliz y mi corazón lo esté también eres, mi Rapunzel.


Ella esta demente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora