Episodio 3

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FRANK

Ya no aguantaba más, desde que me había mudado a este edificio, todos los días sabía que ella me estaba espiando.

¿Qué más podía hacer?

Hoy en la mañana ella misma me lo comprobó. Que te espíe una mujer sexy es de lo mejor; pero esta mujer no lo es, ni en un millón de años, siempre detrás de la ventana inspeccionando cada uno de mis movimientos, me tiene completamente loco. Ya no había vuelta atrás, tenía que ser hoy o nunca. Abrí la puerta de mi apartamento y Salí.

- ¡Dios!, que frío -había un frío atroz y yo no llevaba abrigo; caminé de nuevo a mi puerta, que por cierto, seguía abierta. Me encontraba tan acelerado, tenía una rabia que no podía explicar, ¡bendita mujer!, una anciana en sus hormonas. Tomé el más cálido de mis abrigos y salí, esta vez tomando precauciones, cerré la puerta de mi piso bajé las escaleras a toda velocidad.

-Hey Frank, ¿cómo te va? -me preguntó el vigilante, Donald.

- ¿Qué más podría decir? Estoy bien -le dije, yo estaba casi trotando del frío.

-Me alegra mucho muchacho- estábamos a mitad de invierno, pero parecía el más fuerte de todos.

-Donald, necesito ir al otro edificio -le dije y este asintió tomando las llaves y caminado hacia la reja que separaba las dos construcciones.

Donald era uno de los vigilantes de los dos edificios, que estaban separados por una reja y cuando alguien de este edificio iba a la otra o viceversa, Donald o los otros la abrían, y hoy era yo. Siempre iba cuando había fiestas, pero esta vez era diferente.

-Qué frío de los Dioses -dijo Donald, mientras abría la reja.

-Gracias, hermano -le di una palmada en el hombro y entré frotando mis manos y llevándolas a mi boca, dando un fuerte soplido para tomar un poco de calor.

Caminé lo más rápido, en este edificio había muchas personas y era más grande. Cualquier cosa se podía esperar de esta mujer, es solitaria y en todo momento está al frente de su ventana mirándome o detrás de su cortina con binoculares.

Choque con el ascensor, me subí en él, deduciendo que ella debería estar en el cuarto piso, ¿pero en qué habitación?, intente ser más analítico, subí al cuarto piso y había alrededor de treinta mil puertas, ¡dios, era grande!, bueno exageraba un poco, como veinte puertas. Me rasque la nuca. ¿Dónde demonios era su apartamento?, se acababa el maldito tiempo, Game Over, sonaba en mi cabeza. Unos chicos salieron de uno de los apartamentos y me miraron, frunciendo el ceño.

- ¿Eres Frank?, ¿Él de las mejores fiesta en el club del norte? -por supuesto, ese era yo, el fiestero y mujeriego que todos conocían. Cría fama
y échate a dormir.

-El mismo -dije y ellos soltaron una carcajada y me tendieron la mano.

- ¿Y? ¿Qué haces por aquí?, en busca de alguna chica, pues aquí en este piso sólo vive una y no la hemos visto nunca, es una vieja tal vez.

Ellos sabían. Significa que es aquí, " La vieja solitaria".

-Justamente, estoy buscando a una mujer que está en este piso, queda al frente del mío -aclaré-.Necesito hablar con ella, pero no sé cuál es su apartamento -ellos sonrieron.

-Es el diez, nadie sabe nada de ella, pero paga la renta y come, ¿Quién sabe cómo?, suerte chaval -dijeron dando media vuelta y caminaron hacia la otra dirección. Listo, sólo tenía que tocar.

Caminé hacia la puerta con el número diez y toque varias veces el timbre.

- ¿Hay alguien aquí? -dije golpeando levemente la puerta.

Todo pasó demasiado rápido, se escuchó el rugido de la puerta al abrirse, dejando ver a una mujer pasada de edad o... al menos eso creía; con unas gafas y un largo cabello, estaba toda tapada de ropa por el frío, la entendía, ¿era ella?, por supuesto, esas gafas. Tenía un sartén en la mano. ¿Soy yo o esto es demasiado asesino?

Hizo un ademán con la mano y de repente todo se volvió negro.

¡Genial!



Ella esta demente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora