Chapter 8: Suicidal Word Game

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Cuando desperté en la mañana Tsuzuku ya no estaba a mi lado, y como aún no acostumbro del todo a llevar el yeso, sin darme cuenta hice un movimiento brusco que me hizo gritar y aferrarme a las sábanas como si hubiesen querido empalarme.

Hace tiempo no sentía tanto dolor.

Me dirigí al baño luego de haber estado agonizando unos cuantos minutos y me aseé.

Las mañanas durante estos días habían sido totalmente calmadas y aburridas, acostumbrado a estar siempre en el estudio, tener que quedarme aquí con la movilidad totalmente limitada se me hacía un calvario. ¿Qué estarían haciendo?, ¿estarían tocando u holgazaneando?, ¿Tsu estaría de mal humor... o tirándose a MiA en mi ausencia?, ¿Quizá a Ryoga?, ¿Quizá a ambos?

Sacudí la cabeza y me sermoneé mentalmente. No era momento para pensar en ello, ¿de qué serviría?, estuviese o no con ellos no había nada que pudiese hacer.

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Desayuné ligeramente como para tener algo en el estómago y me quedé sentado en el living fumando. Lo único que podía hacer era mirar el hermoso día que hacía a través del balcón, que impotencia sentí. Había momentos en los cuales Tsuzuku era acreedor de todo mi desprecio.

¿Por qué tenía que ser tan injusto?, ¿qué había hecho para merecer esto?, ¿no era suficiente buena acción suportar al loco y encima quererlo de la forma que lo hago?

Porque estoy suficientemente seguro de que él no lo hace, por más que diga la cosas que diga...

¿Entonces por qué hace las cosas que hace?

Ni debe acordarse de lo que me dijo anoche en este momento, debe estar pasándola bien con las otras dos putas...

... quizá no con las dos.

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Koichi:- ¡Ya voy!-

Qué extraño, ¿quién podría ser?, no recuerdo tener que esperar a alguien, ¿quizá Tsu?, ¿quizá los chicos que vendrían a verme?

Pff, deja de fantasear Koichi, a lo sumo, se acerca Meto a ver cómo estás. No niego que no me vendría nada mal un poco de cariño de Meto, él si me hacía sentir querido, aunque no hablase:

Koichi:- ¿S-...?-

¿Qué tal una visita inesperada?, en las novelas suelen ser las mejores, más emocionantes y de la persona más querida. Pero no era Tsu el que estaba frente a mí en este momento:

Ryoga:- Buenos días- sonrió campante.

Mi cara de sorpresa debía ser tan ridícula que por eso se echó a reír:

Koichi:- Ryoga... ¿qué haces aquí?, Tsuzuku no está- sentencié cortante.

Quise cerrar la puerta pero inmediatamente colocó su brazo impidiéndolo, aún sonreía de esa forma tan molesta:

Ryoga:- Ya sé que no está, rosadito, pero no vine por él-

Sin darme tiempo a reaccionar o preguntar a qué venía, abrió la puerta de golpe empujándome hacia atrás. Casi pude sentir el golpe en mi trasero contra el piso de no ser porque hábilmente me tomó de la cintura una vez dentro. Cerró la puerta detrás de sí con la llave:

Ryoga:- Vine por ti- su sonrisa se había esfumado.

Su mano estaba aferrada a mi cintura e incluso me había estrujado contra sí. Nunca me había dado cuenta de lo penetrantes que son sus ojos, incluso más que los de Tsu. Daba miedo...:

AnemoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora