Capitulo 11

952 46 0
                                        

Capitulo 11:

Velozmente bajé de la mesa, empecé a retroceder, Leandro me agarró de la muñeca para que estuviera cerca de él. "Solo es un niño, solo un niño...". Me tropecé con las patas de una silla, estas resonaron contra las baldosas de cerámica. Podía ver completamente a través de él, era como si unas líneas sombreadas delinearan su figura, permitiéndome verlo.

De repente, dio un paso adelante, y luego otro. "Un fantasma, esa cosa de verdad era un fantasma". Los bancos y sillas del frente del salón empezaron a temblar, Leandro apretó más mi muñeca y me hizo retroceder hasta quedar atrás de su espalda. ¡El primer golpe! Luego otro, y otro y otro. Los muebles empezaron a salir volando, chocando contra las paredes, resonando estruendosamente antes de romperse.

Mi mano tocó la pared fría poco antes de que mi espalda lo hiciera, jadeé viendo que ya no teníamos ninguna escapatoria. Mi pecho ya estaba doliéndome. Tenía miedo, tenía tanto miedo. Mi boca estaba a punto de sacar los gritos que rasgaban mi garganta por salir.

Entonces él se detuvo delante de nosotros, dejando que lo pudiera ver con más detalle. Su ropa del siglo quince le daba un aspecto dulce, pero sus ojos fijos me recordaron a los de los muñecos. Secos, inexpresivos y quietos.

Repentinamente, parpadeó y en ese instante fue como si sus ojos cobraran vida. Posó su mirada marrón en Leandro y después en mí, hizo una mueca de tristeza y después saludó con la mano. No sabía si reírme o llorar, opté por la primera opción mientras mi mano buscaba algo a lo que aferrarse. De nuevo sorprendiéndome el fantasma dejó de saludar y mostró una débil sonrisa.

-¿Qué hacemos?- susurró Leandro empezando a soltar mi muñeca.

-No lo sé- dije poniéndome a su lado.- ¿No vas a hacernos daño?

El niño nos miró sorprendido y después negó enérgicamente con su cabeza, algo que me hizo sonreír impresionada.

-¿Cómo te llamas?- pregunté acercándome.

-Cleo- Leandro me sujetó del brazo.

-¿Qué?

-No te le acerques.

-¿Por qué no? Dijo que no va a hacernos nada.

-¿Y vas a creerle?- ladeé la cabeza mientras sonreía.- Estás loca.

-Estoy loca por quedarme en este castillo rodeado de cazadores que esperan por matarnos. Y como tú también lo haces, entonces también estás loco- su expresión se borró para después negar con la cabeza.

-Pero es un fantasma- dijo agarrándome por lo hombros y volteándome para que lo viera.-Un fantasma...esto es ridículo.

Este se había dado la vuelta y había empezado a caminar hasta la puerta.

-Es un niño- dije siguiéndolo.

-Cleo, él no es un niño. Él está muerto... ¿cómo puedes estar tan tranquila?

-No lo estoy... Pero... hay algo...sé que es inofensivo.

-Es un fantasma.

Me quedé viendo su boca. "Fantasma". Todo esto era tan gracioso.

-¿No te resulta extraño haber repetido esa palabra tantas veces y que suene tan natural?

-¡No es natural!- dijo exasperado.- ¡Dios, está muerto! ¡Ni siquiera deberíamos de poder verlo!

-No entiendo que te impresiona- dije volteando a mirarlo.- Te transformaste en un puma sin saber cómo o porque y estas tranquilo con eso.

Silencio. Él no dijo nada más, así que sonreí victoriosa y volví a empezar a caminar. El niño había agarrado una fibra azul para el pizarrón blanco del aula, y había empezado a escribir. "Osian", escribió.

Cazando sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora