Capitulo 3

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Capitulo 3:

Después de que el director nos castigara y nos pusiera una sanción, nos dejó irnos. Obvio que tendría que inventarme algo para que mis padres la firmaran, sin que supieran realmente que era ese papel. Ya que les había prometido que no me metería en problemas...pero bueno, a veces el instinto es más fuerte que yo. Solo esperó que ellos lo entiendan, o por lo menos que no me castiguen...tanto.

Al salir del edificio, volví a mi casa caminando sola, como había hecho en los últimos años de secundaria. Pero entonces, empecé a sentir que alguien me vigilaba. Miré para todos lados, vigilé a las personas que caminaban por donde yo pasaba, pero ninguna de ellas era. Incluso miré el cielo, los techo, pero no había nada. Continué caminando, cada vez más segura de que esa sensación que me provocaba pánico, era real. Después, al doblar en la esquina hacia una calle solitaria, vigilo con mi visión periférica una vez más. Nuevamente, nada.

"Solté un suspiro, tal vez me estaba equivocando y no había nada. Sí, seguro es eso", pensé. Sin embargo, me arrepiento al escuchar las uñas de un perro chocando contra el asfalto. Paré en seco y me volteé rápidamente, sin ningún temor a lo que podía encontrarme. Nada, no había nada. "¿Me estaré volviendo loca?", cuestioné para mis adentros volviendo mi cabeza al frente. Un gruñido apareció delante de mí y mis ojos se desesperan por encontrar un animal que claramente no quería ser encontrado.

Seguía escuchándolo, pero no lo encontraba por ninguna parte, ya ni siquiera sabía en qué dirección mirar. Así que empecé a caminar mientras iba sucumbiendo al miedo. Cada paso que daba se volvía más rápido, más nervioso. Escuchaba ese gruñido una y otra vez, y el animal parecía estar en todos y en ningún lado. Ya era más que seguro que estaba perdiendo la cabeza. Pero sin importar eso, tenía miedo. Ese espeluznante sonido animal era el mismo que había escuchado antes de que ese lobo me atacara.

Empecé a correr con el temor de mirar atrás, porque sé que esta vez me están persiguiendo. Escucho su respiración forzada en mi espalda y sus patas empujando el piso para intentar alcanzarme. La adrenalina fluía por mi cuerpo casi como el agua, y ya no sentía el cansancio de mis piernas, sino el viento chocando contra mi rostro. Entonces los ruidos disminuyeron, el lobo desapareció y mi casa comenzó a estar a unos pocos metros de mí.

Volví a caminar, ya no había ningún riesgo así que no había peligro. Aún así, miré por encima de mi hombro. Casi solté un grito de pánico cuando los ojos azules de esa bestia se encontraron con los míos. Me ladró y movió la cola alegremente, aunque su mirada era totalmente amenazadora.

Volví a echarme a la carrera de vida o muerte, y mi corazón y respiración comenzaron acelerarse. No sé cómo, pero logré llegar a la puerta de mi casa. Saqué las llaves del bolsillo de mí jean y traté de meterlas en la cerradura sin mirar, ya que mis ojos buscaban desesperadamente al animal. Como era de esperarse a estas alturas, no lo encuentro.

Sin embargo, eso no me tranquiliza, sino que hace que me ponga más ansiosa. Entonces la llave entró en la cerradura, y velozmente la giré para esconderme dentro. Apoyé mi frente contra la puerta mientras trataba de que mi pulso se calmara. Tomé una gran bocanada de aire y con la valentía juntándose en mi pecho, me atreví a ver por la venta. Miré en todas direcciones, pero la calle estaba totalmente desierta.

-Cleo- la voz de mi madre me asustó y solté un grito antes de girarme.

Solo cuando escuchó sus risas me doy cuenta de mi error.

-Me asustaste- dije poniendo una mano en mi corazón, tratando de que se calmara.

-Lo siento... ¿Qué hacías?

Cazando sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora