Capitulo 17:
Volví a gruñir frustrada, incluso empezaba a dolerme la garganta de tantas veces que lo había hecho. Desde que habían empezado a arrastrarme hasta aquí, lo único que mis ojos podían ver era el inmenso castillo y la nieve a mi alrededor. Y ahora, sabía que atrás mío estaban los cazadores, y sabía que por lo menos uno de ellos no me quita los ojos de encima; lo sentía.
Volví a forcejear, pero devuelta me di cuenta de que era inútil. Las tres cadenas que tenía en cada brazo estaban bien fijas al piso, y era completamente imposible zafarme de ellas. Pero solo dejé de intentarlo cuando las risas de los cazadores llegaron a mis oídos. Volví la cabeza hacia ellos pero lo único que pude ver era el bosque detrás de mí.
Sentí un tirón en mi cuello y me acordé de la soga que me obligaba a mantener la cabeza hacia adelante. Solo dejé de sentir que la soga apretaba mi garganta cuando pude respirar con normalidad y escuché las risas de los cazadores.
-Que mires al frente, maldita- se quejó uno de ellos.
Apreté mis dientes para no gruñirles, me escocía demasiado la garganta como para poder hacer eso. Así que me resigné a ver al frente, donde rogaba porque alguien saliera de ese castillo y viniera a salvarme. Aún con mi consciencia repitiéndome una y otra vez que eso nunca pasaría, yo seguía teniendo esperanzas. Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde…o por lo menos antes del orgullo.
-Vamos, maldita, grita- dijo el cazador que mandaba sobre los demás.- Quiero que tus amigos te escuchen y salgan del castillo para intentar salvarte antes de que te mate.
Bajé la cabeza y traté de controlarme, no podía volver a llorar, no podía volver a mostrarme débil. Pero tuve que apretar fuertemente mi mandíbula para que no castañeara; tenía tanto miedo que podría empezar a temblar. Me sorprendí al escuchar mi respiración acelerada, y trabajosa a la hora de ingresar el aire en mis pulmones. Él me iba a matar, y era imposible que yo pudiera evitarlo. Si tan solo no estuviera encadenada al piso y tuviera un arma, tal vez las cosas serían diferentes…
Sentí un metal frío por debajo de mi barbilla, y automáticamente levanté la cabeza. Frente a mis ojos apareció el rostro del cazador con una gran sonrisa que me recordó al mismo Freddy Krueger. Instantáneamente bajé la mirada hacia el metal que estaba sobre mi barbilla y sentí como mi cuerpo se relajaba al ver que no era un guante con garras afiladas, sino un simple cuchillo.
-Dije que gritaras- insistió el cazador.
Lo volví a mirar, sus ojos negros mostraban la misma emoción que mostraban los de un niño al ver su película favorita en un televisor plasma…el mejor entretenimiento para los ojos, solía decir Alina. El recuerdo de mi amiga hizo que rememorara nuestra despedida en el aeropuerto y mi única promesa hacia ella y Midas. “Nos volveremos a ver, lo prometo”, les había dicho. Y estaba segura que en ese momento solo era una tonta broma, pero ahora me parecía la promesa más importante de mi vida y que lastimosamente no podría cumplir.
-Si no gritas por ti misma, te sacare los gritos a la fuerza- se quejó el cazador atrayéndome de nuevo a la realidad.
Lo miré, su rostro ya se había alejado de mí y me miraba seriamente con una flecha entre sus manos. Noté como su cabello cobrizo se alborotaba con la pequeña ventisca que rodeaba el castillo. Casi sin poderlo evitar abrí mi boca y solté el aliento, este rápidamente se enfrió volviéndose una pequeña nube blanca. Sonreí como una niña, con Midas siempre nos había gustado hacer eso cuando estábamos aburridos.
-¡Qué grites, maldita!- vociferó el cazador antes de clavarme su flecha en el brazo izquierdo, un poco más abajo de donde tenía la herida de bala.

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Cazando sangre
Lupi mannari-¿Qué me está pasando? ¿Qué soy? ¿Qué somos todos nosotros? -Eso lo sabrá cada uno. -¿Usted tampoco es humana, verdad? -Ya no… Pero no puedo decirte lo que soy, ahora lo único que tienes que saber es que estoy aquí para protegerlos. -¿De qué? -Aún n...