Capitulo 22

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Holaaa!!! Siii, al fin les trajé el capitulo final!!! \(^-^)/ jajja Bueno creo que a estas alturas es inútil disculparme por el atraso, aunque voy a hacerlo igual: LO SIENTO, ENSERIO QUE SIII, POR FAVOR PERDONENME!!! :'( Pero es que este cap. me costó mucho tanto con la imaginación que como sentimental. Y seguro se estarán preguntando porque, que tiene este capitulo que me afectó así, pero eso tendrán que descubrirlo al leer. Así que sin más preambilos, los dejo con este GRAN FINAL!!! Que seguro nadie se lo esperaba!!! *-*

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Capitulo 22:

El tiempo pasaba. ¿Y qué tan rápido o lento podía pasar el tiempo? ¿Quiénes éramos nosotros para decir cuál es el tiempo del tiempo? Dicen que cuando te diviertes el tiempo pasa rápido. ¿Y cuando sufrimos? No. El tiempo deja de existir en esas circunstancias. Es en estos momentos que aunque el tiempo siga pasando, siendo el mismo, para ti tanto como para mí sería lento. Pero a quién le importa como sentimos el tiempo, si igual de todos modos, el tiempo es algo frustrantemente irremplazable. El tiempo vale oro, suelen decir, no pierdas el tiempo sufriendo con tonterías si podrías gastarlo en resolver tus problemas, me decía Midas. 

¿Pero ellos que sabían? Ellos no sabían lo que era esto, lo que es sentir todo este dolor comiéndote por dentro. ¿Y cómo podría yo arreglar un problema, si ni siquiera podía pararme para oponerme ante éste con la frente en alto? ¿Cómo hablaría, cómo gritaría por justicia a la vida, si mi garganta temblaba entre sollozos? Y mis ojos bañados en lágrimas incapaces de mirar a la muerte con valentía.

La muerte… ¿Cuál era el peso de la muerte a estas alturas? ¿Vivir? ¡¿Para qué?! Era inútil y no tenía sentido. ¿Y cuál era la diferencia? ¿Qué era mejor? ¿Vivir para morir contra los cazadores, para ver a Anibal morir? ¿O dejar que la cobardía me venciera y terminara con todo esto de una vez por todas, de una forma mucho menos dolorosa?

Destapé mis ojos de mis manos temblorosas y me encontré completamente sola, aunque escuchaba los gritos de los gemelos y Keith. Apoyé las manos en el frío piso de piedra y sentí como mis músculos se contraían para que me pudiera poner de pie. Arrastré mis pies hacia adelante y vi el horizonte de agua. Sola; completamente sola. Di unos pasos más y vi mi reflejo en el agua.

Unos ojos rojos y tristes me miraron, y una melena castaña le caía de la cabeza con una fina capa aceitosa. La nariz puntiaguda, la pequeña frente y los pálidos cachetes eran iguales a los míos. Pero no era yo. Era otra chica, una más delgada, y con la mirada vacía. Con una piel blanquecina que la hacía parecer enferma. ¿Quién era esa chica? Me arrodillé a la orilla de la pileta, y estiré mi mano hacia ella. ¿A quién intentaba engañar? Esa decaída chica era yo. No estaba loca, lo sabía perfectamente. Ni mucho menos estaba sufriendo de algún delirio. Pero eso no importó al momento que me tiré al agua. Y abandoné mi cuerpo para morir asfixiado. Porque después de todo, el tiempo se me había acabado y mi existencia no le cambiaría nada a nadie.

Cerré los ojos, nunca había podido mantenerlos abiertos debajo del agua y eso ahora también dejaba de importar. Mantuve la respiración el máximo que pude y cuando empezó a dolerme el pecho, aún sintiendo el miedo recorriendo todas mis terminales nerviosas, espiré. Intenté cerrar mi boca por impulso, pero el agua entró como si la hubiera aspirado. Tosí y abrí los ojos, estiré mi mano por instinto como si intentara llegar al exterior, pero ya estaba demasiado profundo. Pataleé con todas mis fuerzas sin ninguna dirección y empecé a desvanecerme. Dejé de mirar hacia arriba, ya no había forma de alcanzar más oxígeno. Y fue entonces que la vi.

Unas perlas ámbar aumentando de tamaño a medida que se acercaban y unos dedos esqueléticos estirándose para alcanzarme. Sentí la presión de sus manos en mis brazos y como me jalaban hacia afuera. Choqué contra el piso de piedra y sentí como las ondulaciones se clavaban en mi espalda. Tosí descontroladamente y abrí los ojos cuando Anastasia empezó a soltarme. Giré sobre el piso para quedar boca abajo y llegué a atrapar su muñeca entre mis dedos y ejercí la mayor fuerza que pude. Apreté los dientes y un grito de esfuerzo se escapó de mi boca al momento que jalé hacia afuera. Sin embargo ella quería ir en dirección opuesta.

Cazando sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora