Capítulo 25

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Narra Cassie
Bajé las escaleras y llegué hasta la cocina, abrí la nevera y tomé una manzana, un zumo de piña y un yogur de fresa. Puse las cosas en una bandeja y la dejé sobre la mesa. Esperé unos minutos para después subir de nuevo y llamar su atención. Salió del baño solo con una toalla morada, pequeñas gotitas de agua acumuladas en su pelo caían por su pecho. Me ruboricé totalmente. Observé su cuerpo, no tenía tatuajes y no estaba excesivamente marcado aunque era innegable que era sexy. Sin mirarme fué hasta su habitación con la ropa que había tomado para él, se vistió rápidamente y salió de allí.
Bajó las escaleras y le seguí con una pequeña toalla en mi mano. Se sentó en el sofá y comenzó a comer de la bandeja que había dejado ahí para él. Me senté detrás suyo, enrollando mis piernas entre sí mientras secaba su pelo con la tela entre mis manos. Cuando ambos habíamos terminado se apoyó un poco más contra mí, dejando su espalda apoyada en mi pecho, pasé mis piernas por su cintura y envolví su cuello con mis brazos.
-Gracias.- Susurró con una voz casi inaudible.
Sonreí mirándole. Sus ojos verdes me miraban con algo en ellos que me decía que necesitaba oírme.
-¿Tu no lo haces?- Preguntó temeroso.
-¿El qué?- Junté mis cejas casi volviéndolas una, juraría que mi expresión de confusión era épica.
-Querer alejarte de mi. Como todas las personas que me importan.- Sentí un dolor en mi pecho. Como si algo estuviera desgarrando mi alma.
-¿Yo te importo?- Era más una afirmación que una pregunta pero realmente necesitaba la respuesta.
-No sabes cuanto.- Confesó mirándome directamente.
-Entonces tendrás que hacer malabares para cuando te canses de mi, porque cariño, no pienso separarme de ti ni con lejía.- Una sonrisa asomó por mis labios y sentí un calor en mis mejillas por la evidente confesión que acababa de hacer.
Sonrió enormemente, pegándose más contra mi. Podía sentir su sonrisa sobre mi cuello mientras todo mi vello se erizaba.
-Voy a unir todas tus piezas rotas, Cassie.- La seriedad de sus palabras me hizo temblar. Le creía, realmente lo hacía pero lo que él desconocía es que ya unía cada uno de mis pedazos cada vez que me abrazaba.
Su mirada se clavaba con la mía, haciendo que me olvidara del mundo a nuestro alrededor.
Dilo. Vamos dilo.
Pero no pelearía contra mi misma esta vez. Estaba inevitable, lenta pero inevitablemente cayendo por él.
Mi teléfono vibró, rompiendo nuestra pequeña y perfecta burbuja. Maldito seas Kyle Evans.

Don't Let Me Go.- Grant Gustin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora