La vida no siempre es de color de rosa.

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-Yo...

Miré a Ukyo, ¿qué debía hacer? Todo era tan confuso... Finalmente me resigné a la solución fácil, pero con riesgos.

-Necesito que me lleves a un sitio, Ukyo.-pedí con voz temblorosa y cabeza gacha.

-¿Qué ha ocurrido, Megumi?-se acercó Ukyo preocupado a mí.

-Mi madre....-susurré.

Ukyo abrió los ojos.

-¿Qué está pasando?-demandó saber Masaomi.

Ukyo me miró sin saber qué hacer.

Yusuke miró la escena desde cerca. Masaomi se acercó a nosotros con un aire de preocupación.

Entre la espada y la pared, ¿no? Ya he estado así antes.

-Se trata de un asunto grave, y tengo que ir a solucionarlo.-dije en voz alta.

-¿Cuál es?-se interesó Yusuke.

Genial, ahora tres.

-Venid, los tres.-Ukyo me miró dubitativo.-Pero no contéis nada a los demás.

Los tres afirmaron. Yo, simplemente, me dirigí a la salida de la casa. Ukyo cogió el coche pequeño(cinco plazas XD). Me senté de copiloto. Y le dirigí hacia Chiabi. Nadie dijo nada en el viaje. Cuando aparcó Ukyo en la puerta del sanatorio, todos se quedaron helados. Bajé del coche, pero antes de cerrar la puerta dije:

-Si queréis, os podéis quedar aquí.-dije sin mirarles.- Me sé el camino.

Ukyo, Masaomi y Yusuke parecieron dudar, pero todos bajaron del vehículo.

-Estamos aquí para apoyarte.-indicó Masaomi posando su mano en mi hombro, en señal de apoyo.

Yusuke me revolvió el pelo guiñándome un ojo.
Ukyo me sonrió.

Yo asentí.

Nos internamos en el edificio. En recepción, metí mis datos y me dieron permiso para avanzar. Fuimos conducidos a la habitación de mi madre.

Entramos, vimos a un médico que estaba revisando a mi madre.

-Señorita Yoshikawa.- me llamó el médico.- Su madre ha sufrido un ataque de nervios, creemos que ha sido por la situación de volver a verla.-explicó.

-¿Puedo verla?-pregunté.

-Claro.-respondió.-Adelante.-se hizo a un lado.

Los cuatro pasamos al cuarto. La escena era surrealista: la mujer que hace algunos días era pacífica y tierna, se había convertido en una loca. Estaba atada a la cama con unas correas, su pelo despeinado y sudoroso daba la impresión de haberse retorcido durante mucho tiempo de sus ataduras. Su expresión desencajada y sus gritos daban mal rollo.

Me acerqué.

-Hola mamá, ¿qué tal?-puse una voz dulce y sonreí tranquilamente.

Mi madre volvió su atención a mi, me miraba sin verme con sus ojos idos e inyectados en sangre. Mis tres acompañantes parecían anonadados. Me aproximé más a ella.

-¿No me reconoces?-pregunté amistosamente.-Soy Megumi, tu hija.-señalé a los otros.- Y ellos son mis hermanos adoptivos, hijos de Miwa-sama, tu amiga.

Ella pareció calmarse. Miró a los Asahina y sonrió como siempre.

-Yusuke-kun, Masaomi-kun y Ukyo-kun.-dijo reconociéndolos.

Giró su vista hacia mí.

Parecía haberse tranquilizado...

-¿Puedo hablar a solas con ella?-dije amistosamente al resto.

Los doctores se retiraron, mis hermanastros también.

-Te veo bien, Momoka.-dije muy sonriente.-Aunque estás desarreglada siempre parecerás sexy.-la bromeé.

No abrió la boca.

-¿Mamá?- intenté atraer su atención.

Al parecer me miraba, no, me observaba la cara como si no me reconociera.

-Mamá....-me cortó la frase tapándome la boca.

Me empujó a la pared, aún con la mano en mis labios.

-Megumi, ¿sabes qué?-empezó.- Quiero que regreses a casa, conmigo~ Y volver a estar juntas.- mientras lo decía, paseaba por la habitación...

-Mamá, estoy con mis hermanos Asahina, no puedo dejarlos, siento que soy útil.-declaré.

Mi madre se paró delante de la puerta, la cerró con llave y, sorpresivamente, tiró una gigantesca cómoda delante de ella.

Me pegué a la pared, ¿qué iba a ser de mí?

-¡Ayu...!- mi madre me pegó un puñetazo bien contundente que me dejó en el suelo.

-Vuelve a gritar y te arrepentirás.

Ella daba miedo, ¿por qué esa necesidad de tenerme cerca?

Me volvió a pegar, esta vez una patada, esta hizo que las llaves que tenía en el bolsillo salieran debajo de la cama de Momoka.

Pareció no darse cuenta, ya que siguió a lo suyo.

-Bien, quiero que digas: "Mamá, llévame contigo."

Me mantuve en silencio, la patada había colapsado mi respiración un poco...

Me cogió del cuello clavándome sus uñas al cuello y levantándome con ello.

-Dilo...

Volvió a apretar más... Me quedaba sin aire, notaba cono esas uñas bien cuidadas perforaban mi cuello...

Pero pude reaccionar y la agarré del pelo fuertemente. Ella chilló y soltó. Al liberarme corrí hacia la salida bloqueada y la aporreé mientras gritaba lo más alto posible y suplicaba ayuda.

- ¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡¡QUE ALGUIEN ABRA ESTA PUERTA!!!! SOCORR....- mi madre volvió a lanzarme lejos de ella.

Escuchamos golpes, provenían del otro lado, y voces desesperadas.

Ella se ensañó conmigo por lo que acababa de hacer. Puñetazo tras puñetazo, iba agotando mis energías (soy un cerebrito, no una luchadora), me impresionaba lo fuerte que era...

En un golpe caí al lado del espejo de cuerpo entero, lo cogí y me lo puse de escudo. Vi que mi madre se aproximaba, pero al verse en el espejo se detuvo... Momentáneamente, su cara se transformó en una cara ida, sin vida. Luego sujetó el espejo con sus manos. Yo aproveché para coger las llaves debajo de su cama.

-Traicioné a Hayato, traicioné a Hayato, traicioné a Hayato, traicioné a Hayato......

-¿Qué?- Traicionar a mi padre... ¿Qué decía?

El sonido de mi voz la detuvo. Se puso a llorar desconsoladamente.

-¡¡Hice mal en contárselo a él!!-gritó destrozada.

Mi madre siguió confesando ese crimen que nadie había investigado.

-¡¡Lo hice y no me arrepentí a tiempo!!-cada vez la situación se volvía más surrealista.

-¿Qué pasó?- pegunté.

-Traicioné a Hayato.- se ensombreció su mirada.

Y me pegó, pero esta vez con una cuerda de saltar, era mi cuerda de cuando era pequeña. Por el dolor me desmayé.

Al despertar, vi que estaba en una habitación con las persianas casi bajadas del todo... Me resultaba familiar, ¿era de hospital? Creo que sí, ya que era blanca con la típica camilla, donde descansaba. Me traté de levantar, mi cuerpo... No respondía.

La Hacker de los AsahinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora