Visita inesperada.

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No podía mover ni los dedos, ¿qué ocurría? Quizá fuera del miedo...

En ese momento pude sentir todos mis músculos entumecidos de permanecer contraídos... Además una ola intensa de dolor continuo me inundó. Todo mi ser dolía. Al respirar, al latir mi corazón, al estar en contacto con el aire... Todo.

Después de unos instantes, que parecieron horas, para que me acostumbrara al dolor, me incorporé para mirar la habitación. Nada reseñable, era una estancia de hospital...

Las cortinas, aún corridas se veía que era por mediodía, eso me hizo preguntarme cuánto habría estado inconsciente. Intenté levantarme, no sin sentir en cada célula de mi ser un sufrimiento profundo que me hizo soltar varias lágrimas.

Al estar de pie me dirigí al baño, pero... Tenía el suero intravascular... Me llevé el suero.

En esa oscuridad en la que estaba inmersa la sala pude percibir las vendas en mi cuerpo y la nula visión de un ojo. Abrí la puerta del baño y encendí la luz.

Me costó acostumbrarme, pero cuando lo hice, vi que solo vestía un camisón de hospital y que estaba llena de vendajes en los brazos, la espalda, los muslos el cuello y mi ojo...

Ante ese horror solo pude gritar.

A los pocos segundos vino una enfermera que me ayudó a tranquilizarme y me metió en la cama.

Me dijo que la doctora vendría en seguida.

Después de un rato vino la doctora y dos enfermeras, una traía mis cosas.

-Buenas tardes Megumi-chan.-saludó amigablemente.- Soy la doctora Yukiko, ellas son Selly y la que te ha traído tus cosas es Demo. ¿Quieres algo?

La doctora era mayor, de cincuenta años, pero su expresión la hacía ver más joven.

-¿Cuánto he dormido?-No estaba de humor para hablar.

-Desde ayer, como veinte horas.-dijo una enfermera.

-Ok, chicas, haced las curas a sus heridas.-mandó la doctora.

Cuando me quitaron todas noté que mi ojo veía borroso.

-¿Quieres saber cual es el resultado de la paliza?-preguntó la médica.

-Sí, por favor.

-Megumi-chan, no te voy a mentir: tus brazos tienen de todo,arañazos, moratones y heridas; tus muslos tienen serias marcas de latigazos; en tu espalda más de lo mismo; pero lo que nos preocupó fueron las perforaciones en tu cuello y tu ojo... que fue alcanzado por un latigazo muy duro, tanto, que creímos poder perderlo. En el resto de tu cuerpo hay moratones y rasguños.

-...-No sabía que decir.

Estuve un rato callada durante las curas, pero cuando me iban a volver a poner las vendas pedí un espejo.

Me horroricé con lo que contemplé: mi ojo hinchado y morado, mis labios agrietados, mi piel pálida y el pelo alborotado... Estaba lejos de sonreír.

Me colocaron la gasa en el ojo.

-Megumi-chan, te vamos a dejar sola.-dijo la doctora Yukiko.- Te avisaremos de cualquier cosa.

-¿Podríais apagar la luz?-pregunté.

Sonrió una enfermera y lo hizo.

Me quedé sola. Pero era mejor, tenía que pensar.

¿Mi madre me siguió atacando después de desmayarme?¿Qué pasó para que mi madre traicionara a mi padre?¿Quién es "Él", la persona que la ayudó?¿Podría ser Saburo esa persona?¿Qué tendrá el apartamento secreto de mi padre?¿Cuál sería el juego de Saburo?

La Hacker de los AsahinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora