Un superhombre

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Bruce atravesó un oscuro pasillo rocoso que desembocaba en una cueva ubicada bajo los cimientos de la gran mansión Wayne. Ésta era el hábitat de una especie animal que dormitaba en los altos techos del lugar, eran cientos y, a pesar de ser ciegos, esperaban en silencio la llegada de su representante humano.

El joven millonario llegó a la cueva. En silencio, allí en medio, estaba el batimóvil, esperando a que su motor volviera a rugir. Cerca de éste, había unas enormes computadoras; éstas estaban encendidas, y mostraban varios sectores de la ciudad, que ahora pertenecía a la mafia de Maroni. Pero no se dirigió hasta allí, dobló a la derecha y se detuvo frente a roca que sobresalía de la pared; apretó un botón que se encontraba bien camuflado. Se oyó un pequeño "clic", y la roca se dividió en dos. Bruce tiró de ésta hacia atrás dejando al descubierto una especie de guardarropas metálico, lo abrió, y frente a él apareció el traje, el cual los criminales habían comenzado a temer, el mismo que el alcalde Grange le había ordenado a Salvatore Maroni eliminar. El traje de Batman.

Con la capa al viento bajo la atenta mirada de los murciélagos de la cueva, Batman corrió a toda velocidad hacia el batimóvil.

-Ábrete -dijo, y la puerta lentamente comenzó a dar lugar a la entrada del justiciero gótico.

En el momento en que entró y la puerta comenzaba a cerrarse, la figura de Alfred emergió desde la sombras.

-Prométame que volverá a salvo, amo -pidió con la mirada fija.

-No me esperes para cenar.

La puerta del batimóvil se cerró con un leve sonido, y de pronto, una turbina se encendió despidiendo fuego; el motor bramó con fuerza en la soledad de la cueva, produciendo que las paredes temblasen debido a su poder. Entonces, el vehículo salió arando a toda velocidad, atravesó una cortina de agua y se perdió en la noche de Ciudad Gótica.

Abrió la puerta con una violencia tal que al pobre profesor Strange casi lo mata de un susto. Entró en su mugriento despacho a paso acelerado y se colocó cara a cara con el hombre calvo y de barba exagerada. Tragó saliva y luego suspiró profundamente.

-Es nuestra oportunidad, profesor -anunció-. Ha llegado la hora.

-Bien. -El hombre vestido con un delantal blanco, se arrimó hasta una desprolija mesa con muchas sustancias ubicadas sobre ésta, todas amontonadas; rebuscó con la mirada hasta hallar la indicada-. Aquí está, don Maroni. -Le enseñó el frasco sin permitirle el contacto-. Ésta es Venom.

-¿Qué es lo que hace realmente? ¿Es justo lo que le pedí?

-Y más... Pero, sígame por aquí y le enseñaré.

El profesor Strange abandonó su despacho, seguido por el mafioso más poderoso del momento, y se encaminó hasta una gran sala donde una maquinaria química esperaba en medio. Al final de sala, había dos hombres bastante forzudos esperando órdenes del profesor.

-¿Qué es este lugar? -preguntó Maroni un poco nervioso.

-Verá, don, como había sectores sin usar de este enrome galpón, he refaccionado esta área para mi beneficio, y -levantó el dedo índice de la mano izquierda- antes de que diga algo, es aquí donde comenzaremos con su malévolo plan.

-Eso es lo que más importa -dijo sonriendo-. Quisiera ver cómo funciona realmente todo este asunto de "Venom". -Su cuerpo se estremeció al nombrarlo.

-Perfecto, ¿empezamos? -batió sus palmas y los dos hombres fortachones que esperaban en silencio, se alejaron inmediatamente.

No tardaron mucho en volver, pero no lo hicieron solos; entre sus brazos, trajeron a un muchacho bastante flaco, por cierto, y lo colocaron en una cama de hierro. Al hombre lo ataron de pies y manos; el sujeto no forcejeaba, parecía que lo habían golpeado fuertemente en su rostro ya que un hilillo de sangre le rodaba por encima de su ceja derecha.

-¿Y éste quien es, profesor? -preguntó Maroni desconcertado.

-¿Recuerda al hombre que trajeron a su restaurant hace unos días? Bueno, he podido averiguar algo de él. No fue un simple muchacho, flaco y escuálido como aparenta. Este hombre nació y se crio detrás de las paredes de Peña Duro.

-¿Cómo dice? -Su mirada cambio.

-Así es, don. Peña Duro es aquella infame prisión en Santa Prisca, aquella en la cual sus carceleros no ven la luz del día.

-Sé muy bien cual es -dijo entredientes.

-Entonces, le ruego que no me interrumpa. Al parecer, allí aprendió las artes marciales como nadie las ha aprendido, y, para su desgracia o fortuna, como le guste verlo, fue criado por los asesinos más despiadados.

-¿Y por qué está... así? -Lo señaló despectivamente.

-No es fácil llegar de Santa Prisca a Ciudad Gótica. -El profesor Strange tomó el frasco con la sustancia y caminó hacia atrás de la cama de hierro-. Ahora si me permite, don Maroni, es hora de aplicar la sustancia.

El calvo colocó a "Venom" dentro de, lo que parecía ser, una jarra de cristal, de la cual sobresalían varios tubos que finalizaban en unas jeringas. Tomó cada una de éstas y las inyectó en varias partes del cuerpo del sujeto.

-¿Está listo para tener al peor criminal que el mundo haya conocido?

-No puedo esperar más, y si esto funciona, crearemos un ejército.

Entonces, Strange accionó un interruptor y el veneno comenzó a fluir a través de los tubos hacia el cuerpo del sujeto. Éste se estremeció y gritó de dolor, mientras se removía en la cama.

-Ah, -Strange levantó la mirada hacia Maroni- me olvidé de decirle, odia a los murciélagos.

De pronto, el sujeto comenzó a cambiar de forma. Sus músculos empezaron a agrandarse de manera violenta, todo su cuerpo estaba sufriendo una gran transformación debido al veneno. Sus muñecas y tobillos se ensancharon tanto que las cadenas que lo sujetaban se rompieron en mil pedazos.

-¡Sosténgalo! -ordenó Strange a sus hombres.

Los dos fortachones se arrimaron a la cama de hierro con la intención de sujetarlo, pero el nuevo individuo tomó a uno por el cuello y se lo partió como si de una rama de un árbol se tratara; el otro hombre, astuto, prefirió no acercase.

El veneno seguía fluyendo a través de los tubos, y su forma física seguía incrementando. Su ropaje se rajó en todas partes. Entonces, su cara sufrió la peor de las transformaciones: comenzó a deformarse salvajemente. Parecía que iba a explotar.

-No va a sobrevivir -dijo Maroni asustado.

-Oh, sí lo hará. -Strange estaba confiado- ¡Vamos! ¡Tú puedes!

El sujeto gritaba desesperado, y de pronto, el veneno dejó de fluir, y su cuerpo quedó inmóvil y en silencio.

-¿Ha muerto? -preguntó Maroni a espaldas del profesor.

A continuación, el hombre gigante exhaló un grito de poder y levantó los brazos al aire. Estaba vivo. Sus brazos y sus piernas eran enormes, su cuerpo se había ensanchado de manera abrupta, sus músculos podrían matar a cualquiera que se interpusiera en su camino.

-Salvatore Maroni, le presentó a Bane.

-Baaaaaneeeeee -exclamó el superhombre.

-Colócale una máscara a esa cosa -ordenó el jefe antes de dejar la habitación.

Batman: El Lado Oscuro De La JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora