Tiene que ser una broma

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Estaban atentos, sudando, pero con las armas listas. El cañón de sus ametralladoras apuntaba directo a la puerta que daba al restaurante italiano de su jefe Maroni. El joven Tim les había dicho que la criatura estaba en el callejón. El tiempo pasaba lento, y lamentaron que solamente haya seis hombres. Sabían que necesitarían más, que no podrían detenerlo. Se rumoreaba que las balas no lo mataban, entonces ¿qué necesitaban? Estaban perdidos pero, sin embargo, lo intentarían.

-¿Y si ingresa por arriba? -Moxon habló a duras penas, tenía la garganta seca.

Los hombres restantes levantaron la vista y divisaron el pequeño ventanal que se encontraba sobre ellos.

-Hay una posibilidad -confesó un hombre de barriga ancha.

De pronto, mientras todos ellos observaban preocupados aquella ventana en lo más alto de aquel galpón, la puerta que habían estado vigilando estalló por los aires con un estruendoso sonido. La explosión emanó una bola de fuego, que hizo que aquellos hombres se cubrieran para no ser quemados o alcanzados por un escombro.

-Ha llegado la hora -rugió Lew-. Preparen sus armas, muchachos.

El humo fue disipándose poco a poco, y el fuego aunque aún estaba ardiendo, permitía ver hacia el otro lado. Cuando el humo se extinguió por completo, los hombres observaron mejor a través de la abertura, pero allí no había murciélago alguno que matar. Repentinamente, el pequeño ventanal estallo en mil cristales pequeños, y la figura de Batman emergió de los cielos.

Su capa extendida de par en par paralizó a los mafiosos que abajo lo esperaban, era algo único y magnífico, pero cuando cayó ante ellos, dejaron de maravillarse y se dispusieron a atacar.

Batman encontró el suelo con sus botas al tiempo que flexionó sus piernas para amortiguar todavía más la brusca caída; su capa volvió a la normalidad y, otra vez, le colgaba desde sus hombros hasta sus pies. Se puso rápidamente de pie al tiempo que las ametralladoras rugieron sin piedad por todo el espacioso lugar. Pero el murciélago se cubrió con su capa -ésta se tensó nuevamente haciendo las veces de escudo- y las balas impactaron contra la tela, ahora rígida, sin encontrar su objetivo. Los hombres se miraron entre sí esperando que alguno de los disparos haya penetrado esa cosa extraña que se conocía como capa. Para su desgracia, Batman giró en seco dejando ver su esbelto traje gris oscuro, con el gigante murciélago en medio de su pecho. Tomó algo de su cinturón que los hombres de Maroni no llegaron a ver, y lo arrojó contra el suelo delante de ellos. Una pequeña explosión seguida por una columna de humo surgió, y la figura de la noche se movió a través de ella atacando a sus enemigos.

El primer abatido fue un hombre medianamente bajo con una barba bastante crecida. Batman lo tomó por la cintura elevándolo por el aire, para luego hacerlo caer con brusquedad contra el piso. El impacto fue demasiado duro para sus huesos. Un segundo hombre se acercó e intentó golpearlo con su arma, pero el justiciero le tomó el brazo y detuvo el golpe. A continuación, le encestó un cabezazo mortal dejándolo inconsciente; soltó su brazo y éste cayó al suelo como una bolsa de papa. Dos hombres atacaron contra él de manera inesperada, uno de ellos lo golpeó por su espalda haciéndolo caer de rodillas, mientras que el otro muchacho lo pateó en las costillas. Batman, que se encontraba en desventaja, rodó por el suelo justo cuando el primer hombre intentaba un doloroso golpe con su arma. La ametralladora impactó contra el suelo produciendo chispas. La figura encapotada se puso de pie de un salto y arrojó sus magníficos batarangs, aquellos pequeños artefactos con figura de murciélago que había arrojado en casa de Gordon. Los objetos voladores abatieron a los dos atacantes de una sola vez.

Ahora solamente quedaban Tim y el viejo Moxon. El joven temblaba de miedo con cada paso que daba Batman en su dirección. Intentó cargar el arma nuevamente pero el cargador se le resbaló de las manos y rodó a unos metros de él.

-Mátalo, Tim -ordenó Lew a sus espaldas.

Pero el joven estaba paralizado por el terror. El murciélago se posicionó una vez más frente a él y lo golpeó sin piedad con el revés de su puño. Tim cayó de bruces al suelo, todavía tenía aquella expresión de terror en su rostro.

El momento más esperado en la vida de Bruce Wayne había llegado, se encontraba frente al hombre que había mandado a asesinar a sus padres, o por lo menos eso sabía, y era suficiente para él; lo consideraba el asesino intelectual de Thomas y Martha. Moxon sacó su revólver y disparó contra él, pero la bala rebotó en su armadura.

-Le ruego que no me mate.

Lew se arrodilló de manera suplicante con las manos juntas a la altura de su mentón. Su pelo canoso brillaba a la luz del fuego.

-No lo mataré -dijo con voz tenebrosa- pero tendrá que dar muchas explicaciones.

Entonces, el murciélago lo tomó por la bufanda y lo levantó unos centímetros del suelo. Le encestó un cabezazo y el viejo perdió el conocimiento. Se lo cargó a los hombros y volvió hasta la ventana. Sacó de su cinturón aquel gancho que habían usado Gordon y Vale, y, con el accionar de un botón, lo enganchó en el ventanal. Se disponía a dejar de manera triunfal aquel frío lugar cuando oyó un grito desgarrador. Ladeó su cabeza, y de golpe, la pared lateral reventó. Los escombros volaron en todas direcciones -algunos más pequeños rebotaron contra su armadura-, y tras la columna de humo, por el hueco que se había formado, un hombre, o eso es lo que parecía, con unos músculos inexplicables y una máscara negra con una cara dibujada en blanco, surgió a la luz de la luna.

-Murciélagos -dijo con voz ronca y forzada-. Los detesto, ¿sabes?

Entonces, aquel hombre con el cuerpo deformado, tomó carrera dispuesto a enfrentarse al encapotado.

-Tiene que ser una broma -alcanzó a decir Batman.

Batman: El Lado Oscuro De La JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora