Capítulo 1

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ADRIA

Cumplí quince años hace dos días. La gran celebración, y digo "gran" porque para mí realmente lo fue, tuvo como invitados a todas las monjas del Orfanato Luz de Esperanza, los niños que forman parte de la institución y yo. Dejando a un lado el nombre del lugar, en realidad no es tan malo como suena. Me cantaron antes de partir el pastel e insistieron en que cerrara los ojos para pedir un deseo. Cubrieron de globos de diferentes colores todos los pasillos y decoraron todos los salones para darle un toque de alegría al lugar. Todo el día estuve justo al lado de la madre superiora, su nombre es Estefany. Ella estuvo hablando conmigo durante toda la celebración; sus ojos marrones transmiten una tranquilidad inigualable, tal vez esa es la razón por la cual me apego a ella tanto. Una pequeña parte de mí sabe que me acerco a ella porque que no hará más preguntas de la necesarias. Algunos de los niños y jóvenes se acercaron para felicitarme y aunque trate de mostrarme feliz, seguramente todo lo que ellos vieron fue una sonrisa forzada. Nunca tuve una fiesta de cumpleaños así de grande en mi antiguo hogar y nunca fui buena conociendo nuevas personas. Dejando a un lado eso, mis regalaros fueron muy originales. Algunas decoraciones para mi habitación, un diario, perfumes, blusas y creo que no debo de preocuparme por conseguir calcetas en un largo tiempo, pues fue lo que más me regalaron. Para mi sorpresa también me regalaron un poco de maquillaje, pero no lo necesito ahora, mis pecas casi desaparecieron, solo unas cuantas quedan en mis mejillas y nariz. Si mis compañeros de primaria me pudieran ver ahora dudo que me reconocerían. Aún recuerdo sus comentarios y burlas sobre mi rostro... pero supongo que cuando creces te das cuenta de que prestaste demasiada importancia a cosas que no lo merecían cuando eras niña. Tal vez de das cuenta que lloraste muchas veces por cosas insignificantes.

Recibí mucho en mi cumpleaños, pero solo hubo una cosa que me hubiera gustado tener en ese día... alguna noticia de sobre mi mamá. Han pasado diez meses desde que ella me dejó en este lugar. Cuando se dio la sentencia en el juicio contra mi papá, ambas dimos un gran respiro de paz y tranquilidad. Fue condenado a treinta y cinco años de prisión por diferentes cargos. Después de eso nos mudamos, cambiamos de ciudad y las puertas que vinimos a tocar en busca de ayuda fueron las de este orfanato. No tenía sentido quedarse en el lugar donde todo comenzó. Mamá llegó a este lugar por un secreto a voces, le contaron que aquí podrían ayudarnos. Que las monjas habían tenido bajo su techo a varias familias, que al igual que nosotras, buscaban refugio para huir de su pasado. Cuando llegamos nada nos fue negado. Tuvimos una habitación para cubrirnos de la lluvia, pues el invierno había llegado a la ciudad. Tuvimos comida los tres tiempos e incluso tuve la oportunidad de seguir estudiando con el resto de los jóvenes de mi edad.

Comencé a creer que todo caminaba para bien, pero una mañana, al lado de mi almohada, encontré una carta escrita por mamá. Allí explicaba que me tenía que dejar aquí por un tiempo, pues iría en busca de trabajo. Comprendí la parte de la necesidad, porque en realidad necesitábamos el dinero para salir adelante; pero no entendí la parte de tener que dejarme cuando ella podría claramente ir por las mañanas en busca de trabajo y regresar por las noches al orfanato. Recuerdo que no salí ese día de la habitación. Fue en la noche cuando madre Estefany entró y estuvo conmigo el resto del día. No me tranquilizó el hecho de que entre todas las hermanas cuidarían de mí y que no me faltaría nada. En lo único que podía pensar era en que mi madre me abandonó. Porque esa es la palabra que merece su acto: abandono. Fue al mes cuando supe que ella no vendría. Me cansé de esperarla todas las noches y después creo que me fui acostumbrando a no verla, a no extrañarla tanto. Dolía al principio cuando algunos de los chicos me preguntaban a donde había ido mi madre, yo les respondía que no sabía y ellos decían que era como verme a mí dentro de unos años. Dolía ver mi reflejo todos los días y ver a mi mamá. Pero ahora comprendo que soy mi propia y única versión. Ahora lo entiendo.

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora