Capítulo 2

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ADRIA

Son las ocho en punto y he estado aquí desde las siete y media. Me levanté a las cinco de la mañana y no pude dormir bien en la noche pensando en lo que podría ocurrir hoy. No me atreví a mirarme más de lo necesario en el espejo. No tengo nada de qué preocuparme; solo es una nueva chica que ingresará el orfanato, una chica que estará a mi cargo. Lanzo un profundo suspiro y miro hacia ambos lados del pasillo por tercera vez en los últimos dos minutos. No quise llamar demasiado la atención así que solo me vestí como recuerdo que vestía Luisa el día que llegué. Me puse una playera con el logo del orfanato, la tengo desde la última vez que abrimos las puertas a visitantes en busca de recaudar fondos para el lugar; unos jeans azules que están algo descoloridos de algunas partes y unos tenis negros. Pensé en cambiarme un par de veces, pero no estoy en una cita.

He estado aquí media hora y no hay todavía alguna novedad. Puedo escuchar dentro de la oficina a madre Estefany, lo digo por el rápido sonido de las teclas al escribir en la computadora. Si entro ahora seguramente la encontraré con sus anteojos de gran graduación sobre el puente de su nariz intentando enfocar las letras de la pantalla. Todo está tranquilo alrededor, parece que solo yo estoy entrando en una crisis nerviosa. Mis pies se mueven de un lugar a otro. Miro la fila de sillas de espera a mi lado, pero de nada va a servir sentarme con los nervios que tengo.

Las gradas están al final del pasillo. Podría subir y esperar hasta que ella haya llegado finalmente y...

Se escucha el timbre del orfanato por todo el lugar y lo siento repiquetear en mis huesos. La puerta a mi lado se abre y la Hermana Estefany sale, da una sonrisa en mi dirección y camina hacia la puerta principal. Caminamos por el centro del patio para llegar más rápido a la entrada. Madre Estefany se asegura de que su túnica negra está totalmente limpia antes de tomar la manija de la puerta y abrir la gran estructura de madera. La he tratado de ayudar más veces de las que recuerdo con esa puerta y siempre recibo una mirada de advertencia, supongo que no le gusta recibir ayuda cuando ella aún se considera con la capacidad de hacer lo que quiera. La puerta se abre más y aquí vamos.

Veo primero a una monja, su túnica es igual que la del resto de las hermanas aquí. Es joven, entre sus veinticuatro años tal vez. Alta y delicada, me ve primero y sonríe antes de darle una respetuosa inclinación de cabeza a madre Estefany y decirle algo que no logro escuchar porque mis ojos están en la chica detrás de ella. Sus ojos oscuros, tan oscuros que parecen negros, están sobre mí. Su piel es clara y su cabeza es un lío de rizos hasta sus hombros color castaño rojizo, ellos están apuntan a todas direcciones. Su rostro está serio, pero sus ojos parecen sonreír, ¿es eso posible? ¿Qué los ojos sonrían? Hasta ahora no me dice nada su aspecto, podría verse inocente y ser todo lo contrario.

—¿Verdad, niña? —miro sorprendida hacia madre Estefany.

—¿Perdón? —siento mis mejillas arder y puedo ver por el rabillo del ojo a la chica girar su cara hacia otro lado como si quisiera reírse pero tratara de evitarlo. Mi molestia aumenta.

—¿Llevarías a Marisol a conocer el orfanato? Su habitación está enfrente de la tuya, no creo que tengas problemas encontrándola.

Niego suavemente mientras le doy un salude cortés de despedida a la monja recién llegada. Doy un paso atrás. —Vamos, Marisol. Te mostraré el lugar.

Ella se despide de las hermanas y comienza a caminar detrás de mí. Podría llevarla a visitar los alrededores pero por lo pesada que luce su maleta será mejor ir a su habitación primero. Pienso en ofrecerle mi ayuda pero seguramente me dirá que no. Sus rizos se mueven en un suave balanceo mientas me sigue en las gradas hacia el tercer nivel. No decimos nada y creo que ambas estamos muy ocupadas en como deshacer la incomodidad que nos rodea.

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora