Capítulo 13

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ADRIA

—Has estado muy sonriente desde ayer —Marisol sigue haciendo girar su tenedor entre el plato descomunal de pasta que compró para almorzar mientras revisa su celular. Yo terminé de almorzar hace diez minutos, Marisol empezó a comer primero y aún no termina—. Bueno, aunque debo de confesar que yo también estaría así de feliz si me escribieran cartas tan seguido.

—No es eso y lo sabes —el bullicio de la gente es alto aun cuando no estamos en la cafetería, sino en una mesa en el exterior del colegio—. Solo me hace feliz saber que él no me haya olvidado después de tanto tiempo.

—Se mira que es un chico de buen corazón —deja de ver la pantalla de su móvil por un momento.

—¿A ti como si te cayó bien, no? No lo conoces y ya lo amas.

Ella se sonroja y trata de no ahogarse con su fideos. —Eso no es cierto. Solo se me hizo muy tierno que quisiera hablar contigo. ¡Incluso se disculpó por no despedirse! ¿Qué niño hace eso? ¡Ninguno! Él debe ser un caso especial.

—Seguramente —sonrío mientas veo hacia las canchas. Tener uniforme escolar no impide que algunos grupos de estudiantes se pongan a jugar y pasar un buen rato.

—¿Vamos a ir?

Veo a una pareja abrazándose en la cancha de fútbol. —¿Mmm?

Pone su celular en mi cara. —¿Vamos a ir a la excursión?

Espera. —¿Qué excursión?

Ella señala con el tenedor a la pantalla del celular. —Aquí dice que tenemos excursión próximamente, en los siguientes meses. No tienen fecha exacta, ni lugar, pero... la anunciaron ya. Raro, pero... ¿vamos?

—Esperemos a ver donde va a ser. Después decidimos.

Hace un puchero. —Pero es el último año.

—¿Te gustaría ir a un circo abandonado, con bancas rotas y payasos siniestros?

—Nop.

—Entonces esperamos a ver que nos espera en la excursión. Si es un lugar agradable, seremos las primeras en confirmar la asistencia.

—¡Olvídalo! —ella se ríe mientas señala la pantalla—. La información estaba abajo, no la vi a la primera. Dice.... —deja a un lado su plato—. Será en una hacienda a las afueras de la ciudad. Picnic, cabalgatas por caminos de tierra, recreación y mucho más —me mira por arriba de su celular—. Suena como un comercial de comida.

—¿Cuesta mucho?

—Nah, podemos permitírnoslo.

—Entonces vamos —Marisol da unos cuantos toques más. Seguramente llenando el formulario con nuestros nombres y carnés para que carguen la excursión a nuestra cuenta estudiantil.

—¡Listo! —mueve sus hombros—. Iremos oficialmente de excursión.

—Espero no arrepentirme.

—¿Qué con ese pesimismo? —ignoramos a Karla saludándonos hipócritamente—. Te aseguro que para ese entonces tendrás las manos llenas de diversión, que ni tiempo para arrepentimientos habrá.

—¿Por qué lo dices con tanta seguridad?

Se ve triunfante. —Tú sabes. Tengo mis fuentes de información y secretos bien guardados.

—Bueno, pues eso en realidad fue algo raro.

—No dirás eso dentro de un mes —sonríe—. ¿Sabes? He querido ir de paseo con Santiago. Tal vez deberías venir con nosotros.

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora