Capítulo 17

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ADRIA

Lo primero que mi cerebro registra es el calor que hace. Trato de recordar donde estoy pero mi cerebro no colabora. Abro los ojos y el techo de mi habitación parece borroso. Parpadeo lentamente mientras hago un esfuerzo por levantarme, pero mis piernas se sienten inútiles. Pero todo el misterio se resuelve cuando veo una cabellera marrón justo sobre mis rodillas cubiertas con sábanas. Gabriel está acostado prácticamente sobre mis piernas. Un grito ahogado sale de mi boca haciendo que Gabriel se sobresalte y se caiga de la cama. Él se levanta riendo mientras sacude sus pantalones.

—¿No fue un sueño? —murmuro.

—No monada, estoy aquí.

—¡Dios mío! —digo antes de saltar encima de Gabriel y abrazarlo con fuerza. Gabriel se ríe en mi oído y un tierno cosquilleo me recorre la piel.

—Tranquila —dice—, me vas a romper algo.

—Lo siento... —murmuro alejándome de él, pero con una enorme sonrisa en mi cara.

—Estás muy feliz para un lunes en la mañana.

Momento, ¿él acaba de decir lunes en la mañana? No puede ser. Bajo la mirada y aún tengo puesto el vestido de ayer. —¿Qué haces aquí? —pregunto mientras busco frenéticamente mi celular.

—Bueno digamos que prácticamente le tuve que rogar a la madre superiora que me dejara quedarme, y después de asegurarle que no te iba a hacer daño y te iba a cuidar, finalmente me dejó pasar la noche. Además que Marisol fue mi testigo, así que tengo pase libre. Me quedé aquí.

—¿Tú solo? —pregunto con mi voz demasiado aguda.

—No, Marisol hizo guardia conmigo. Ella fue a buscar algo de comer.

—Bueno —murmuro y sonrío—. Aún no puedo creer que estés aquí —veo a la pantalla de mi celular. Tengo el tiempo contado para llegar a tiempo al colegio.

—Yo tampoco —dice Gabriel—. Me tengo que ir, monada.

—¿Volverás verdad?

—¿Recuerdas que iré a tu colegio, no? Solo será cuestión de días antes de que nos volvamos a ver. No me extrañes tanto.

—Eres increíble —digo.

—Entonces no dudes de mí. Me escape por esta noche aprovechando que el supervisor de la residencia de estudiantes de intercambio no está. Pero si no llego para el desayuno la cosa va a estar fea.

—Cuídate —murmuro antes de abrazarlo tan fuerte como puedo.

—Adiós —murmura Gabriel antes de besarme la coronilla.

Él sale de mi cuarto y de inmediato siento que algo me hace falta. Estoy volviendo a acostarme cuando recuerdo que ni siquiera su número de celular tengo. Mis piernas están listas para saltar de la cama cuando mi celular empieza a sonar desde mi mesita de noche.

—¿Hola? —respondo insegura ya que es un número desconocido.

—¿Acaso ya me extrañas? —responde Gabriel desde el otro lado de la línea.

—Tarado —digo pero una sonrisa se expande por mi rostro.

—Nos vemos luego, Adria —dice.

—Adiós Gabriel —digo antes de colgar.

Estoy flotando de la felicidad cuando Marisol entra a mi habitación haciendo malabares con una bandeja llena de comida. Al menos, ella parece descansada y ya está vistiendo con el uniforme del colegio.

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora