ADRIA
Quiero dejar todo atrás y solo el tiempo me puede ayudar con eso. Ya estamos más allá del punto de retorno. Atrás quedaron los horrores que he pasado y veo cada vez más cerca el punto de partida hacia mi libertad. Las semanas pasaron volando entre el colegio, el ataque que sufrimos hace dos meses, las ocurrencias de Marisol y a menos de dos meses de la graduación, el tiempo se me fue como agua entre las manos. Con Gabriel las cosas van marchando, algo torpes y aceleradas, sus manos ahora toman las mías y no hemos compartido más besos. Pero sigo sintiendo aquel vacío cuando mis ojos van hacia la mirada gris que me ve en clase y sonríe conmigo invitándome a jugar.
Y es que no fue nada difícil el aférrame. Nuestras tardes en la biblioteca son todo para mí. Elliot sonriendo por mis intentos de hacer cualquiera de sus tareas perfectamente y compartiendo chocolate a escondidas del bibliotecario. Nada es capaz de apagar este sentimiento y siento que he llegado a un punto en el que solo verlo me hace desear correr a su encuentro y soltar todo. El lado positivo es que solo quedan dos meses más y esto se terminará. Dos meses y ya podré verlo en la calle y saludarlo como viejos conocidos. Dos meses en los que seguiré rezando a quienquiera que escuche que él no encuentre a alguien más. Todo este tiempo él se ha mantenido alejado de toda figura femenina y las noches de los sábados son lo mejor de mi fin de semana, saltándonos la ley y entrando como ladrones a ese parque cerrado. Y lo que dijo Gabriel ese día cuando el ataque pasó, quedó atrás. No dije nada al respecto, pero él lo hizo por su cuenta y me dijo también sobre ese beso con Castellanos. Mi corazón pareció encogerse, pero aceleró su ritmo al ver que Elliot sonaba casi atormentado por esos recuerdos.
Tardo un poco más arreglándome el cabello, Elliot no tarda en llegar. En realidad faltan dos horas, pero es mejor prevenir. Pasará por mí, tengo sesión con Sabrina hoy.
Todo este tiempo sentí que cargaba con mucho peso, este se aligeró cuando le conté a Marisol y a madre Estefany quién fue el que buscó ayuda para mí. Entre otras noticias, siento que cada vez estamos más cerca de encontrar al hermano de Elliot. Tuve que fotocopiar a escondidas algunos archivos del orfanato, pero valió la pena al ver los ojos de Elliot iluminarse y abrazarme como si yo fuera perfecta para él. Todas las tardes en la biblioteca trabajamos media hora en esto. Buscamos información y tengo ese presentimiento de qué pronto lo encontraremos.
—¿Adria? —levanto la vista. Marisol está a unos cuantos metros—. ¿Vendrá Ojitos Grises por ti hoy también?
Y he aquí la otra cosita a la que no me he acostumbrado del todo. Marisol ha bajado la guardia en cuanto a Elliot. No me ha hablado mal de él y eso es decir mucho. De cierta forma ahora, parece hasta agradarle. —Sí. Pasará en un rato —me siento en la orilla de mi cama, prestándose toda la atención.
—Bueno me mandas un mensaje cuando regreses. Tengo algo que mostrarte.
—Seguro —le sonrío.
Su cara pasa de tener una expresión normal a una totalmente pícara y socarrona. —Así que todo este tiempo has estado con Ojitos Grises y no ha pasado nada de nada. ¿De verdad eres así de santa?
Lanzo un suspiro. —Marisol vete.
Ella abre la boca. —No puede ser. No puede ser —sus rizos rebotan cuando se sienta junto a mí—. Detalles —dice ella cruzándose de brazos—, mucho y jugosos detalles. Dámelos, dámelos.
—¿No se te hace tarde para llegar a algún lado?
—¿Lo has besado? Puede que estuviera equivocada y el tipo sea en general buena persona, pero aun así es complicado que se enrollen un profesor y una alumna...
Gimo. —No ha pasado nada. Es mi amigo. Amigo.
—Solo decía. Bueno ahora lo único que puedes decir para alegrar mi día sería que hayas besado a Gabriel.
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Una última vez (Reescribiendo)❌
Novela Juvenil"No estoy ciego y desde el primer día cuando mis ojos dieron con ella en ese salón lleno de gente noté que ella era especial. No lo digo por el puro significado platónico, algo en esa chica es verdaderamente especial. Prometí que me mantendría aleja...