ADRIA
Esto es tan absurdo. Hay tantas personas. Creo que hay más personas este año que en los pasados dos. El lugar es siempre el mismo, un salón en el centro de ciudad. El edificio tiene tres niveles, normalmente el colegio utiliza el espacio de la primera planta. Y al parecer este año el comité no se tomó las molestias de rentar mesas y asientos para todos. Los únicos asientos que hay libres están en una pequeña sección frente a la barra, irónicamente se prohíbe el alcohol, así que solo bebidas moderadas hoy, y unos cuantas mesas por las esquinas del salón. Parece que hoy todo mundo permanecerá de pie entre globos plateados y dorados.
—¿Lo notaste? Ni me volteó a ver el profesor en la entrada —Marisol camina a mi lado. Con sus rizos en un moño complicado y unos mechones sueltos al frente, ella está despampanante—. Además —ve alrededor—, veo a chicas con menos ropa por aquí.
Tiene razón. Algunas van caminando con minifaldas y vestidos que apenas cubren lo necesario. Si la directora estuviera aquí seguramente ya le hubiera dado algo y cancelaría la fiesta.
—¿Adria? —alguien me llama—. ¿Adria eres tú? —veo hacia Luis, un compañero de Marisol.
—Hola —sonrío confundida mientas juego con el lazo que cruza mi pecho de la pequeña bolsa que llevo.
—¡Oye! También estoy aquí, maleducado —Marisol lo abraza—. ¿Está guapa, no? —Marisol parece una madre orgullosa.
—Siempre es guapa —Luis se sonroja, su piel es muy clara y a pesar de las luces veo su sonrojo—. Quiero decir... te ves muy bien.
—Gracias —sonrío por educación. No creo que esté vestida para causar revuelo. Aunque la blusa blanca de manga larga que Marisol me hizo ponerme tiene un escote profundo que me hace querer cruzarme de brazos a cada paso que doy. Aunque no tengo mucho que mostrar, me siento expuesta de alguna manera. Unos pantalones ajustados de cuero y unos tacones a tiras. Mi cabello está suelto y un poco de sombra oscura en los ojos. Es poco a comparación de lo que Marisol quería hacerme. Pero aun así es como ver a una extraña al espejo.
Ignoro a Luis cuando empieza a hablarle a Marisol en el oído.
Aprovecho para revisar el lugar. Quedó muy bien. El pequeño escenario está un hombre haciéndose cargo del sonido. Y los vasos plásticos rojos van y vienen.
—¡Hay mucha gente! —Marisol—. Demasiados rostros desconocidos.
—Creo que vendrán más alumnos de otros colegios que del nuestro —Luis señala con la cabeza hacia un grupo de chicas que nunca había visto.
Platicamos un poco y el lugar se empieza a llenar. No veo a ningún profesor aparte del que está resguardando la entrada. ¿Será qué nadie vino? Esto se saldrá de control si es así.
—¡Adria! —Marisol sacude mi brazo—. ¡Mira! —señala hacia la barra en donde está sentada la profesora Viviana—. ¿Qué diablos está vistiendo?
—Creo que es un vestido —digo. Aunque por el tamaño de esa cosa parece a una de esas playeras enormes que uso para dormir y queda justo cubriendo lo importante. El vestido es rosa fuerte, así que, si definitivamente no sobresale por el tamaño, sobresale por el color.
—Si ella quería lucirse, seguro lo está logrando —Marisol le pega en la cabeza a Luis.
—¿Solo ella está aquí? —Marisol me lanza una mirada de curiosidad, pero me enfoco en Luis—. No he visto a más profesores que el de la entrada y ella.
—He visto a un par por allí —quiero pedirle nombres, pero Marisol está pendiente de cada cosa que digo y hago.
Minutos después él se va. Marisol insiste en caminar por allí, así que vamos vagando entre los invitados. Mi cuerpo roza con otros y aunque es incómodo y la ropa cubra mi piel, apresuro el paso detrás de Marisol. Es extraño verla sin todos eso rizos flotando alrededor de su cabeza como un halo. Encontramos a un grupo de caras conocidas y nos colamos entre ellos.
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Una última vez (Reescribiendo)❌
Roman pour Adolescents"No estoy ciego y desde el primer día cuando mis ojos dieron con ella en ese salón lleno de gente noté que ella era especial. No lo digo por el puro significado platónico, algo en esa chica es verdaderamente especial. Prometí que me mantendría aleja...