Capítulo 11

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ADRIA

El plan es quedarme escondida en mi habitación. Cerré la puerta con seguro solo para asegurarme que Marisol no pase a comprobar que en verdad salí. Los sábados normalmente me levanto temprano, pero hoy bajé más temprano de lo regular a desayunar, hice que lo debía de hacer en el trabajo, platiqué con Marisol durante la mañana. Bajé a almorzar y ahora me encerré en mi habitación. Le mandé un mensaje de "despedida" y me escondí aquí, sentada en mi cama viendo la puerta fijamente.

Suena mi celular.

Marisol: ¿Llegaste bien a dónde sea que hayas ido? Si no contestas en media hora llamaré a la policía.

La culpa y vergüenza me comen por dentro, pero respondo.

Yo: Sí, estoy esperando para entrar. ¿Estás en el orfanato?

Marisol: Sí, tengo un descanso. Surgió algo en el área de guardería y estoy ayudando a cuidar a algunos niños.

Yo: ¿Tú con niños? Jaja

Marisol: Aunque no lo creas. Espero que te vaya bien, me cuentas cualquier cosa.

Escribo una rápida despedida y dejo el celular a un lado.

Debería bajar y explicarle. Tal vez mentirle y decirle que me arrepentí. Ella lo entendería, pero tendría que contarle la verdad. En realidad, no le he dicho alguna mentira, pero la omisión también es una especie de mentira así que estoy arruinada.

El celular suena de nuevo.

Elliot: Esto sería más fácil si fueras un poco más accesible. Ahora deja de ser tan terca y baja.

Espera. ¿Qué?

Veo al celular por varios minutos. ¿Qué está pasando aquí?

Elliot: Adria, me costó mucho conseguir tu dirección. No sé cual es tu habitación, pero si no bajas en cinco minutos esto se pondrá feo. ¿Tal vez si empiezo a gritar me pondrías atención?

No lo creo. No puedo creerlo.

Salgo de la cama a prisa y me acerco al pequeño balcón de la venta. Veo hacia la calle y allí está él. Creo que nunca me acostumbraré a verlo con ropa casual. Una mano protege sus ojos del sol, y está recostado al lado de un coche azul, con sus pies cruzados. Sonríe cuando me mira y yo no puedo hacer nada más que verlo fijamente. Baja la mirada hacia su celular y el mío comienza a sonar en mi mano.

"Contesta" leo en sus labios.

Con más incertidumbre que molestia me llevo el celular al oído.

—Eso no fue difícil. ¿Bajas, por favor?

—Esto rompe tantas reglas que ni siquiera es gracioso, Elliot.

—¿Qué día es hoy?

—¿Sábado?

—Exacto. Sábado. Hoy no trabajo. Tú no estudias. ¿Dónde está el problema?

Me froto la frente con una mano. —Esto no puedo seguir así.

—Opino lo mismo.

—¿Qué haces aquí entonces?

—¿Podías bajar y aclarar todo de una buena vez? —él ve hacia la puerta grande de la entrada—. No me cuesta nada quedarme aquí parado por el resto del día. Y creo que me cuesta aún menos ir y tocar. Si alguien más abre, supongo que sería más fácil preguntar por ti.

—No me importa lo que hagas —me alejo de la ventana.

Él tal vez ya no pueda verme, pero yo si puedo ver como sacude la cabeza con cansancio. —Adria... —suspira—. A veces eres tan frustrante —cuelga.

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora