CAPITULO 3

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YO

Bajo de las escaleras, descalza alisando mi falda azul y desabotonando los primeros botones de mi camisa clara.

Hero en la mesa del comedor tomando su café descafeinado, me espera para desayunar.

Está leyendo muy concentrado y a medias con su brazo sano el libro de maternidad.

Ya va por la mitad de él.

Eso es tan lindo.

Uno de sus rulos rebeldes cae en su frente, impidiendo proseguir con su lectura, lo cual le gruñe y lo sopla, para luego meterlo detrás de su oreja con la mano.

Suelto una risita y me corrijo.

Hacer eso y estar leyendo un libro de maternidad, es tan lindo.

Y me detengo repentinamente a medio bajar con mis tacos en mano, para admirarlo en silencio y apoyando la otra en la pared por un momento.

Su cuerpo, solo con pantalones pijamas negro y descalzo, lo hacía ver tan caliente y sexy pese a estar vendado gran parte de su cintura estrecha y dura.

El yeso de su brazo izquierdo hacía reír ahora, porque Rodrigo dibujó sobre él, una linda y gran carita feliz.

Con anteojos como su dueño.

Y florcitas de cerezos dibujadas a su alrededor con resaltador verde, aprovechando el buen humor de su amigo ayer, bajo los efectos de los calmantes.

Vuelvo a su rostro y tapo mi boca para no reír a carcajadas.

Porque sus rasgos perfectos y viriles que el señor de los cielos diseñó en él, leían el libro con actitud imposible de lo concentrado.

Acomodaba sus lentes mientras sus ojos iban y venían con cada renglón.

Sus cejas se fruncían en momentos por ella, como si leyera el manual de instrucciones de la instalación de la rueda de auxilio de un coche.

Y mi fascinación por él, se alimentaba una vez más, maldita sea.

La pasión de Vangelis®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora