CAPITULO 23

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HERÓNIMO

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HERÓNIMO

Mis cinco dedos de una mano van y vienen en golpecitos sincronizados sobre la mesa de roble de mi sala de conferencia muy pensativo.

A la cabeza de esta y sentado, escucho a Millers como a mi contador y al capataz personal de la metalúrgica.

Miro mi reloj por décima vez en la mañana.

Casi la una de la tarde.

Sonrío.

Porque, mi nena ya seguro eligió su lindo vestido de novia.

Ya no sonrío.

Porque no me quiso decir nada la muy cabrona como es, cuando le pregunté por teléfono.

¿Será largo?

- ¿Herónimo que opinas, entonces? Este material es más versátil y más adaptable... - La voz de Millers me saca de mis pensamiento,guardando las hojas que corresponde a la carpeta azul.

¿Será corto?

Y mi sonrisa sucia y de lado, nace.

Mmm...sería una opción interesante.

-...combina resistencia y posibilidad de ser trabajado y por lo tanto se presta a la fabricación, mediante muchos métodos... - Escucho a mi capataz proseguir.

¿De qué, diablos hablan estos viejos?

¿Del cargamento de acero de Indonesia?

- ¡Herónimo!

Frunzo mis cejas.

- ¡Qué! - Gruño de mala gana.

Millers aclara su garganta y se acomoda en su silla.

- ...Tenemos que pasar al siguiente tema. El contrato prenupcial y si harás modificaciones con el casamiento con respecto a tu testamento. 

Pero qué, demoni...

Froto mis labios con dos de mis dedos.

Concéntrate, Mon.

- No hay contrato prenupcial Millers y mi testamento, queda como antes de la lucha... - Digo, volviendo a mi pantalla de mi laptop de forma agria.

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