CAPITULO 22

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YO

Sentada en la mesa del comedor, unto mi tostada con mermelada.

La dulce jalea de durazno cae una parte a la mesa y mi codo también, al errarle al pan tostado y al borde de esta, por ver a Hero bajando las escaleras con su traje de tres piezas gris tiza y corbata a tono.

Sus ondas siempre rebeldes y disparadas, ahora con ese riguroso peinado.

Y sus lentes.

Sus gloriosos y sexys lentes de armazón negro...

Y lo hace de esa forma, que solo él sabe.

Moviendo sus grandes y rectos hombros en forma lenta y en sincronía con cada paso que da, bajando cada escalón con ese monumental cuerpo que Dios esculpió para él.

Tipo, en cámara lenta.

Hermoso el bastardo, de lo lindo que es.

- Vangelis... - Folla mi nombre, serio y a modo saludo de los buenos días, pasando por atrás mío.

Sus labios se pegan a mi cuello, aprovechando mi "llego tarde" que lo mantenía despejado con un beso ligero.

- ¿Qué hay? - Digo a modo mío, dando un pedacito de pan a Rata al lado para disimular.

Pero al momento que ve a Hero tomar asiento, se pone entre sus pies cruzados.

Herónimo le gruñe y él, lo mira lleno de amor y le mueve la colita feliz como respuesta.

Abre el periódico arqueando una ceja hacia mí, de forma divertida.

Sabe el muy jodido, que me babeo por él.

- ¡Good Morning, people! - Abre la puerta principal de la nada, Hollywood. - ¿Lista, corazón? - Pregunta, sacándose su chaqueta a cuadros roja y verde y dejándola en el respaldo en la silla para tomar asiento a mi lado, robando una tostada.

Marcello le sirve una taza de café y este en agradecimiento, le guiña un ojo.

Un lindo, guiño de ojo.

La pasión de Vangelis®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora