CAPITULO 29

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YO

Subiendo los dos únicos escalones de la puerta trasera de la cocina, me freno en ella abierta y me apoyo en el marco, para observar a Herónimo de espaldas a mí.

Está discutiendo con un asesor de imagen del staff de Hollywood, intentando convencerlo de peinar y retocar con tijeras su cabello ondulado y natural.

Recorro con mis ojos su cuerpo y me freno en su espalda.

Ancha, simétrica y tatuada con esas alas de ángel caído en negro y con sus sombras, marcando cada músculo con los movimientos y con solo esos pantalones pijamas negros.

Se ve torneado, hermoso y esos pantalones de dormir, le hacen su trasero comestible.

Totalmente, embobada mirando eso.

Se da vuelta de golpe y por accidente, quedo focalizada en su entrepierna, pero lo disimulo mirando rápido a otro lado.

De pronto, estoy super interesada en los imanes del refrigerador con tal de no alimentar ese ego suyo.

Me arqueó una ceja.

Mierda.

Y su media sonrisa sucia, se dibuja en sus labios.

Re mierda.

- ¿Viendo algo interesante? - Suelta con tono provocativo y viniendo hasta donde estoy, sin importarle que escuche la gente entrando y saliendo del lugar.

Mis ojos van a media docena de mujeres del servicio de catering para las mesas en un extremo de la sala con uniformes de camareras una al lado de la otra, intentando escuchar las últimas directivas del Maitre Chef, pero sus miradas van y vienen del chef a Herónimo, follándolo con sus miradas. Un cierto rubor y risitas entre ellas, confirman que escucharon lo que dijo.

- ¡Cerdo! - Digo, pasando por su lado para abrir el refri por algo de agua y disimular que babeo de lo lindo que se ve como ellas.

Se ríe y hace seña con una mano al estilista que se retire.

Se apoya en al encimera de la cocina, cruzando sus brazos en su pecho tonificado y un pie.

Descalzo.

La pasión de Vangelis®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora