12. Caminata Matutina.

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Al levantarme la mañana siguiente, no pude evitar sentirme completamente agotada. Mis ojos hacían de cuenta que los hubieran pegado con cinta toda la noche, es decir, completamente pesados y desgraciadamente la cabeza aun me daba vueltas.

En todo el sentido de la Palabra.

Sin embargo, por muy cansada que estuviera, no lograba volver a retomar el sueño. Di vueltas, una y otra vez sobre el eje de la cama pero me fue rotundamente imposible.

Algo que realmente no era para nada común en mí.

Finalmente, rindiéndome ante la abstención de mi cuerpo a cederle al sueño su deseo, me dedique unos minutos a observar la poco interesante, ventana.
La luz que entraba por las cortinas color crema, me hacía entender que eran aproximadamente las seis de la mañana.

¡Por el Dios del sueño!
¿¡Quien se levanta un sábado a las 6 de la mañana!?

Sostuve la cabeza con mi mano derecha.
No podía evitar tener un conflicto interno conmigo misma digo pues... una parte de mi luchaba contra la voluntad del cansancio mientras que la otra seguía intentando evitar tocar cualquier tema que entrará en contacto con el día de ayer.

Si.
Vaya viernes.

Sin pensarlo dos veces me puse de pie, calce sin medias los tenis blancos, recogí mi cabello en un desordenado rollo y vistiendo mi largo abrigo salí a tomar un poco de aire fresco.

{ }

Observe el cielo.
estaba completamente nublado y quizá tan aturdido como mi pobre cerebro. La humedad en el aire indicaba que no hace mucho había estado lloviendo.

Consciente de que debajo de mi abrigo aun traía la desbarajustada y vieja sudadera gris que Tía Mandy me había regalado unos años atrás y que ahora usaba de pijama, además de que no tenía medias, procure caminar alrededor de los dormitorios, donde un sábado a las seis de la mañana solo se escuchan los relajantes y melodiosos cantos matutinos de los canarios y pinzónes que comenzaban a retomar posiciones ya en los árboles.

Una de mis melodías favoritas.

La temperatura rondaba los cinco grados centígrados y a pesar del frío y la ausencia de medias, mi deseo de aclarar la mente y cambiar de ambiente era muchísimo mayor a la idea de volver a casa y meterme bajo las cobijas.

{ }

Caminando aparentemente perdida completamente en el espacio, llegue a parar a la pequeña pradera donde había encontrado a Demian unos días atrás.

Desvíe la mirada y observe los alrededores. Si mi plan en un comienzo se llamaba caminemos-sin-que-nadie-note-mi-ropa ahora se había tornado a algo así como esperemos-a-que-todos-se-levanten-y-vean-tu-pijama.

Suspiré.
No tenía ni la menor idea de cómo había llegado a parar ahí, sin haberme percatado unos minutos antes.

Yo y mi cabezota.

Oculte mis frías manos bajo los bolsillos del abrigo y encogiéndome de hombros, camine hacia el centro de la pradera.

Si claro, "Solo alrededor de los dormitorios"
Ugh.

¿Han oido hablar de un chico llamado Howl?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora