Capítulo 6: "Aún no quiero volver"

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El sábado de visitas familiares llegó llego y dos jovencitos después de estar separados de sus padres durante un mes al fin volverían a verlos.

Ambos jóvenes salieron de sus habitaciones y se dirigieron como todos los sábados al patio central dónde todos los jovencitos recibían a sus familiares, algunos de ellos al ya tener 18 años, ya partían con ellos ese mismo día; a otros sus padres les levantaban el castigo y los llevaban antes de que cumpliesen los 18 años y otros como era el caso de sus amigos, solo esperaban la visita de algún familiar que se acuerde de ellos, pues como sus padres eran importante gente de negocios, mas paraban de viaje y como una solución habían decidido internarlos allí para evitar algún acto de indisciplina en su ausencia.

Ya se cumplió nuestro primer mes aquí, dijo el jovencito de cabello alborotado, mientras se acercaba a la jovencita pelinegra que estaba a escasos metros de él.

Sí, que rápido pasó el tiempo, parece que fue ayer, cuando nos revelábamos a quedarnos, dijo la bella pelinegra con una sonrisa.

Si aún me causa gracia cuando me acuerdo la cara de la Señora encargada de aquí cuando nos recibió y cuando vio tu faldita, dijo riendo el joven, causando un leve sonrojo en la pelinegra, que solo atino a darle un coscorrón en su cabeza por burlarse de ella.

Hay mi cabecita, ya te he dicho que tienes las manos muy duras, se quejaba el jovencito sobándose la cabeza.

Eso te mereces por burlarte de mí, dijo la jovencita volteando su rostro hacia un lado, con los brazos cruzados.

Pero si yo no me burlaba, se lamentaba el joven. Es más pienso que se te veía muy bien con esa falda, dijo Gokú riendo.

Mejor cállate si no quieres que te golpee de nuevo, dijo molesta la jovencita.

Princesa, escucho la joven a su espalda y giro al reconocer la voz.

¡Papá¡, dijo atónita la jovencita mientras corría a abrazar a su padre.

Mi niña hermosa ¿cómo has estado?, decía el hombre mirando la formal vestimenta de su hija.

Qué te parece si mejor nos sentamos, papá dijo la jovencita sujetándose del brazo de su padre y yendo junto a él a algunas de las mesas que habían libres.

Mi niño bello, escucho él joven de cabello alborotado y giro al reconocer la voz de su progenitora:

Mamá dijo el joven acercándose a darle un abrazo.

Hola hijo ¿cómo has estado?, dijo su padre.

Buenos días papá, dijo Gokú de una forma tan educada que sus padres se sorprendieron.

Mesa de Milk y su padre:

Mi niña te veo muy cambiada, decía el hombre.

No padre soy la misma de siempre, lo único que cambio en mi es mi forma de vestir, porqué aquí me obligan a usar su horrible uniforme y ropas muy feas, decía Milk con molestia.

Pero mi niña si te ves hermosa, es más he estado pensando mucho la situación y creo que lo mejor es que ya no sigas más aquí, dijo el gigantesco hombre.

¿Cómo dices papá?, dijo la bella pelinegra sorprendida.

Si mi niña creo que fue suficiente castigo para ti, estoy seguro que no volverás a escaparte para ir a esos inmundos gimnasios, decía el gigantesco hombre.

No papá "aún no quiero volver a casa", dijo con firmeza la jovencita.

¿Cómo que no quieres volver a casa dijo el hombre?, asustado ante las palabras de su hija.

No padre aún no, si regreso ahora, volveré a escaparme como siempre para ir a entrenar a cualquier gimnasio y eso no te gustaría ¿verdad?, necesito quedarme un tiempo más para poder procesar la idea de que ya no podre practicar lo que tanto amo, como aquí estoy aislada de todo me es más fácil no caer en tentaciones dijo la joven pelinegra. Aunque muy en el fondo el motivo de quedarse en el internado era otro y tenía un solo nombre "Gokú".

Mesa de Gokú y sus padres:

Mi niño, ¿cómo has estado?, ¿has comido a tus horas?, ¿has dormido bien?, preguntaba una preocupada mujer.

Si mamá, dijo el joven de cabello alborotado.

Hijo creo que fue una muy buena decisión seguir el consejo del terapeuta, veo que el internado a logrado cambios e ti, dijo admirado el padre.

¿Cambios?, dijo el joven llevándose una mano en la cabeza.

Si ya no andas a la defensiva como antes solías hacerlo, ahora podemos conversar tranquilos, dijo el hombre.

Cariño, no crees que sea el momento de levantarle el castigo a mi niño, dijo la bella mujer a su esposo.

Creo que sí, me imagino que ya aprendiste la lección ¿no?, dijo el hombre mirando a su hijo.

Papá yo nunca dejaré de amar las artes marciales, el hecho de que trate de dialogar mejor con ustedes no quiere decir que haga aún lado mis sueños, dijo el jovencito.

Allí lo tienes mujer este no piensa cambiar, decía molesto el padre.

Pero hijo, tienes que olvidarte de eso y poner más empeño en aprender más de las empresas de tu padre, si no tu padre no hará nada para sacarte de aquí y te dejara hasta que cumplas los 18 años, decía con tristeza la mujer.

Mejor, dijo el joven de cabello alborotado.

¿Cómo que mejor hijo?, dijo la mujer.

Si madre aún no quiero volver a casa, aquí estoy bien, al menos no tengo que estar escuchando todos los días que mi padre me llame la atención y para cuando vuelva, ya podré hacer yo lo que quiera, dijo el joven.

¿Qué dices muchachito?, dijo el hombre furioso, antes de que eches a perder tu vida te obligo a casarte con una buena mujer dijo su padre.

Primero que deje las artes marciales y ahora me quieres casar, eres muy malo padre, dijo el joven de cabello alborotado levantándose de su asiento, mientras su madre le cogía la mano para que se quedase.

Hijo por favor, decía la mujer con tristeza.

Está bien mamá por ti me quedo un rato más dijo mirando con rabia a su padre el jovencito.

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