24: La cárcel

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Las clases están a punto de terminar, y me cuesta trabajo pensar que yo seré parte de los de último año, es como cuando cambias de nivel en un videojuego; la dificultad aumentará y depende de ti volverte más fuerte para asimilar el contexto, en mi caso es muy probable que sea aplastado por el siguiente año en vista de que ni si quiera sé cómo es que he llegado hasta aquí.

Ese día pude ver como por la ventana de mi habitación se deslizaban suavemente algunas gotas de agua, pero solamente era un monzón que es frecuente en esta época del año, y detesto que esto suceda porque me duele, la lluvia tiene una facilidad extraordinaria para torturarme.

En la mesa de la cocina había una taza de café esperándome hecha por mi madre. Está muy caliente y solo pude tomar unos poco sorbos.

-¿Qué sucedió con Angie? -Preguntó mi madre sentándose en una silla cerca de la mesa de la cocina

Es bastante incomprensible que mi progenitora se interese en estas cosas, porque regularmente no pregunta nada relacionado con mi vida amorosa o nada demasiado personal.

-Me parece que estaba viva, la última vez que la vi- Le respondí

-Sabes que no me refiero a eso Michael Ways -Esto se está poniendo serio

-Tranquila por lo pronto, no vendrá nadie tocando a la puerta para llamarte 'Suegra' - Vacilé

-Michael -Me miró a los ojos- Solo quiero asegurarme que estás peleando por lo que quieres

-Lo hago, todos los días me levanto a las 6 AM para ir al instituto, porque quiero ser el mejor doctor que este país jamás haya conocido - La miré

-Al final de tu vida, no lamentarás las materias que reprobaste, o todas las veces en las que un examen no salió como querías. Cuando el camino termine, la chica a la que no besaste, los ojos a los que no miraste, palabras que no dijiste por miedo, es todo lo que lamentarás

-¿Porque tengo que pelear? ¿Y si no quiero hacerlo? ¿Qué tal si por lo que pelo no quiere estar conmigo? ¿Todo por lo que he peleado, donde estará?-Exalté un poco la voz

-Cariño -Sonrió- Tener un sueño no quiere decir meterse en una mazmorra para nunca salir de ahí

-Pero eso no responde a mis preguntas -Me puse de pie- ¿Qué pasaría si mi sueño está mal?

-Piensa a los sueños como un eje, en donde estás tú y la persona con la que quieres cumplir tu sueño. A pesar de que la persona con la que deseas cumplir tus metas salga de este eje, tú seguirás ahí porque es tuyo, y puedes incluir a una persona distinta

-Mis preguntas continúan en pie mamá -Ladeé la cabeza mirándola

-No hay forma de que un sueño no valga nada. Es una paradoja andante porque de cierta manera tu sueño está ligado con el amor, el amor con los celos, los celos con la libertad, la libertad con el síndrome del juguete, el síndrome con el fuego, y el fuego con la cárcel, así creando un ciclo infinito e interminable atrapándote en el proceso.

Tomé mis cosas y me dispuse a caminar al instituto, dejando a mi madre sentada en aquella silla. Una paradoja, que tontería, pensé. La vocecita dentro de mí, decía que ella tenía razón y que debía escucharla, pero mis neuronas adolescentes me gritaban que solo eran palabras que no constituyen hechos.

Aunque mamá tuviera razón ¿Qué es lo que se supone que haga? es decir; no puedo renunciar a mi sueño porque estoy traicionando todo lo que he tratado de construir, pero tampoco puedo avanzar por las razones que Angie puso.

Liz estaba sentada al borde de donde terminaban los pasillos, la pude distinguir mientras intentaban revisarme en la puerta principal. Caminé hacía ella sentándome a su lado

-¿No crees que el clima nos odia, genio? -Miraba al cielo

-Es una tontería - Respondí

-¿Qué dices Michael? -Me miró

-¿Porque el clima tiene tanta influencia en nosotros? ¿Qué le hemos hecho a lo que sea que lo controle, para que nos haga daño?

-¿Pasa algo malo? - Suavizó su voz

-¿Crees que debo pelear por Angie?

-No lo sé, creo que todo depende de lo que suceda con ella, me parece que en este punto lo mejor es esperar

-¿Qué sucedió con Dick? -Pregunté

-Solamente diré que debo aplicar lo que te acabo de decir

-Ya veo - Bajé la mirada

-Es mejor dejar que las cosas pasen por si solas, sin forzar nada, sin obligar a nadie a quedarse, pero dándole las mejores razones para que lo haga

-Todo me parece tan estúpido -Le dije

-Lo es, lo es genio. Pero solo por eso no podemos dejar de vivir, nada cambiará si empiezas a insultar a la vida

-Pero no la quiero insultar, solo quiero darle una patada en donde más le duela

-Yo te ayudo - Su boca tenía una sonrisa muy macabra

La campana sonó, nos levantamos, al girarme tenia tapados los ojos

-¿Adivina quién soy? - Preguntó una voz femenina atrás de mí

Por un momento pensé que era Vicky, pero en realidad me pareció que su voz era demasiado aniñada, para ser de ella pero también era muy profunda para ser de una niña

-Ya suéltame Vicky - Dije

-Mike, ¿Quién es Vicky? -Respondió la voz atrás de mí

Inmediatamente supe, que no se trataba de alguien de este mundo.

-Soy muy malo jugando esto Angie - Me giré

Liz se despidió porque <<No quería llegar tarde a la clase de David>>

-La próxima vez, no te la pondré tan fácil - Sonrió

La vida se ralentizó, las gotas de la lluvia descendían más despacio, mi corazón casi se había detenido, todas mis neuronas se enfocaron en su rostro

-Me pones en desventaja -Reaccioné por fin

-¿Por qué Mike? -Me miró

-Tu sonrisa en conjunto con tus ojos son un arma, y no tengo como contrarrestarla -Respondí con un poco de dificultad

-No necesitas otra cosa que ser tú mismo, con tu escritura y tu genialidad al hablar, son suficientes para que alguien se fije en ti - Puso su mano derecha en mi mejilla correspondiente

Tomó mi mano y subió el único escalón de los pasillos. Me miró con la cabeza inclinada a la izquierda, con su cabello un poco húmedo por la débil lluvia que nos rodeaba. Se acercó muy despacio hasta llegar a mis labios. En ese momento miles de partículas de felicidad explotaban dentro de mí, con una fuente inagotable de ternura, fue como si alguien me estuviera besando por primera vez, porque con ella todo se sentía así, sin prejuicios, sin anécdotas, sin pasado que lo impida.

Se alejó sonriendo, con los labios enrojecidos, y con los ojos con un brillo particularmente notable. Se acercó a mi oreja y muy despacio dijo

-Sácame de esta prisión Michael -Me susurró con una voz quebrada

Las 7 Reglas De La CárcelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora