25 : Amor

86 10 0
                                    

Casi siempre la traición de parte del amor recurre eventualmente a los enamorados por el hecho de que no hay forma de que puedas obligar a alguien a amarte, mucho menos a que se quede junto a ti el tiempo que fuera. Últimamente la idea de que el amor debe de durar poco es la clave para la mayoría de adolescentes, pero para mí, es más como un ideal comprometido con el ser humano desde dentro hacía fuera, como una fuente, inagotablemente para uno mismo.

En los últimos días me he expuesto al amor cual vaquero sin chaleco antibalas, tomándole de frente sin protección alguna, y tal vez ese ha sido mi gran error, no protegerme de las personas, siempre he dado todo lo que puedo a quien amo, pero se me había olvidado darle todo a la persona con la que viviré hasta que muera; yo.

Giré mi cara un poco hacía la izquierda casi tocando su mejilla.

-Tengo tantos libros en mi estante, he leído muchos magníficos, pero hay uno que todavía no puedo descifrar, porque apenas he visto la introducción del autor, junto con su portada; eres tú - Susurré

-Soy un libro muy difícil de entender -Se recostó un poco en mi hombro

-Todas ustedes lo son - Sonreí un poco -Pero eso no importa, la buena literatura se aprecia incluso estuviera en chino

-Ese es el problema, yo tampoco entiendo mis líneas, y supongo que no hay manera de que tú puedas entenderlas - Sollozó levemente

-Usaré un diccionario si es preciso. Mi pasado me dice que no lo haga, porque es posible que me destroces. Me harás papilla con tus propias manos, y te gustará porque eso es lo que las personas escondemos debajo de todo ese manto de amor.

Colocó ambas manos sobre mis hombros, para apoyarse mientras se alejaba. Puso una sonrisa como la que había visto aquel día que la conocí en la enfermería, deseaba verla toda la vida. Levantó su mano derecha, y con mucha fuerza me dio una cachetada haciendo girar mi rostro por inercia hacía el lado opuesto de donde había venido el golpe. Por un momento sentí mirar estrellas otra vez, a pesar de que Angie no tenía un físico demasiado tonificado, sí que me había golpeado con mucha fuerza. La sangre dentro de mi mejilla comenzó a regresar al lugar, donde pertenece ya que gracias a su golpe se había expandido hacia otro lado, haciéndome sentir como si tenía miles de hormigas.

-¡No quiero que vuelvas a decir algo como eso Michael! - Podía escuchar su respiración

-Me llamaste por mi nombre - Alcé despacio la mirada hacía ella

-¿Crees que todo el mundo está esperando el momento justo para apuñalarte? - Casi me gritó

-¿No es así? - Respondí

-El mundo no conspira por las noches para hacerte daño a la mañana siguiente, el dolor que sentimos, en su mayor parte nosotros mismo nos lo hemos causado - Me miró con los ojos extremadamente abiertos

Entonces agregó

-El amor no es algo que puedas vender en una plaza al mejor postor, tampoco es un instrumento de tortura como todo creen, solamente es un medio para sentirse seguro

El silencio, comenzó a mover a los árboles, mientras la lluvia seguía deslizándose cerca de nosotros

-Ven -le dije- Dame tu mano

-¿Para qué? - Preguntó todavía un poco exaltada

-Solo dámela - Insistí

Ella extendió su mano derecha, yo la tomé con un poco de delicadeza, caminé de reversa hacía fuera donde el agua podía mojarnos. Al principio dudó en salir, pero luego se dejó llevar. Y ahí estábamos los dos bajo la endeble lluvia, que nos acaricia la ropa, el rostro y toda el alma. Tomé sus manos y las coloqué sobre mi cuello, haciendo una especie de arco, mientras bajaba las mías poniéndolas en su cintura, y comenzamos a bailar. Nunca he sido un buen bailarín mucho menos me gusta hacer estas cosas, pero me parece que es la única forma en la que los dos nos podíamos entender, y por un momento, las gotas se movían a nuestro ritmo, haciendo un dos tres, un dos tres, un dos tres. El sonido de las chispas de agua que chocan contra el suelo y nuestros cuerpos, son nuestra melodía, que marcaba un compás de armonía, acompañado del ritmo de nuestros corazones, y por un momento pude sentir como el amor al que tanto había criticado anteriormente se estaba apoderando de nosotros, ese malhechor que destroza, ahora nos estaba reparando juntándonos, el destino había hecho lo suyo.

-Gracias por ser quien eres, y formar parte de mi miserable mundo, en el cual tienes una estatua de oro garantizada en medio de la ciudad capital. No quiero que este momento acabe, por favor dile al tiempo que se pare - Le susurré acercándome a su oído

-Entonces hagamos un infinito- Respondió

-¿Uno? - Pregunté

-El infinito más grande

Su voz se mezclaba entre el sonido de la lluvia y el movimiento de los árboles

-Me parece que ese ya lo hemos hecho - Le dije

-¿A sí? ¿Dónde? Lo haré mi lugar favorito - Preguntó

-El día en el que nos conocimos, en esa mesa. Inesperadamente apareciste con toda esa genialidad que desprendes al caminar, y esos ojos tuyos que tanto me gusta ver. Y tu Sonrisa -Silencio- Es una maravilla que nunca se volverá a crear

Y Continuamos bailando hasta que la lluvia se detuvo. Me incliné agradeciéndole. Los dos estábamos muy empapados, su cabello se había transformado casi en uno solo porque la lluvia lo había unido todo, pero aun así me parecía que era la criatura más hermosa que había visto.

Las 7 Reglas De La CárcelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora