Capítulo 22

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Pasadas las tres de la mañana, la energía eléctrica se corta, lo que provoca un apagón general en el hotel, solo algunas pocas luces de emergencia quedan encendidas. Eva y Gabriel salen de su cuarto y se dirigen por las escaleras hasta la habitación de Katiuska, llegan allí y entran con una llave maestra. La joven duerme. Eva coge la mano de la modelo y le coloca una inyección en la muñeca.

Katiuska abre los ojos y mira a Eva sin poder mover un solo músculo de su cuerpo.

―¿Creíste que me amenazarías como si nada? ―increpa Eva―. A mí nadie me exige nada. Mucho menos tú.

Llevan a su víctima al baño y allí la dejan en el suelo. Toman una tijera y le cortan las venas ante la aterrada mirada de la joven que no puede defenderse, ni gritar, impotente de no poder evitar su propia muerte. Gabriel y Eva esperan a que ya no le quede aliento y salen del cuarto para volver al dormitorio de la mujer, donde hacen el amor hasta la mañana y solo cuando Juan Ignacio va en su busca queriendo acusarla de la muerte de su amiga, se levantan.

―Eva está durmiendo. Ya le digo yo que bajemos. Cálmese, hombre, que está demasiado exaltado, ¿qué pasó? ―increpa Gabriel al productor.

―Los esperamos en recepción, y será mejor que se apuren.

Gabriel se voltea y mira en la cama a su mujer que lo observa con una sonrisa.

―Habrá que levantarse para enterarnos qué es lo que pasó ―ironiza.

―Sí, a ver qué bicho le picó a este.

Llegan a recepción y Juan Ignacio acorta la distancia entre ellos y la acusa de la muerte de su amiga.

―¿Qué pasó? ¿De qué hablas? ―cuestiona con hastío La mujer del teatro en recepción.

―Katiuska murió.

―¿Murió? ¿Cómo que murió? ¿Le pasó algo con el bebé? ―apostilla sorprendida.

―La asesinaron.

―¿La asesinaron? ¿Cómo pudo pasar eso? Anoche nos vinimos juntos y ella se fue con a su cuarto, ¿salió después?

―No, la mataron en su cuarto ―explica Juan Ignacio.

―¿¡Qué?! Pero ¿quién?, ¿cómo? ¿Qué clase de seguridad hay en este hotel?

―Ya retiramos el cuerpo, señor Montt, no hay signos de violencia ni nada que se le parezca.

―No entiendo nada, ¿qué le pasó a Katiuska? ―Eva se muestra confundida.

―¿Usted es Eva Pardo? ―interroga el policía―. Dicen que usted y su ayudante fueron los últimos en ver con vida a la señorita Füller.

La Mujer del TeatroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora