La gira por Latinoamérica es cancelada por duelo. La muerte de Eva y de tres actores de la compañía ha dejado devastado el mundo del espectáculo. Gabriel es el que hace los trámites de rigor. El cuerpo de la mujer lo encuentran calcinado e irreconocible. Lo devuelven a España, su lugar de residencia. Gabriel contrata un avión privado para él y la mejor amiga de infancia de Eva, Ruth Cáceres, que llegó aquella misma mañana a la ciudad.
―Hace mucho tiempo que no te veía, Ruth querida, no has cambiado nada ―le dice el piloto del avión.
―Muchas gracias, Nico ―responde la mujer con una triste sonrisa.
El viaje, largo y agotador, concluye sin novedad.
El velorio debe ser rápido. El tiempo que lleva la mujer muerta no permite más esperas y se velará toda esa noche, para la mañana siguiente, salir al cementerio. En el país es una mujer reconocida y querida por muchos. Lo mismo por lo que la odian algunos, es por lo que la aman otros. Mucha gente acude a despedirla y durante la noche no dejan de hacer fila para verla por última vez.
Terminado el proceso, Ruth y Gabriel se dirigen a la casa de Eva que, por herencia, le corresponde a Gabriel.
―¿Qué vas a hacer ahora sin ella? ―inquiere Ruth al nuevo dueño de casa.
―Disfrutar de la vida. Alejarme de todo el mundo del espectáculo, del teatro, actores... Dejar de una vez este circo.
―¿Ya? ¿Solo eso?
―E intentar ―afirma como un felino― conquistar... ―Se acerca a ella a paso lento―. A Ruth Cáceres. ―Envuelve su cintura en un abrazo―. ¿Cree que tenga oportunidad?
Ella le dedica una exquisita sonrisa y enlaza sus brazos alrededor del cuello masculino. A él le encantaba cuando hacía eso, era pequeña y parecía colgarse de él para alcanzarlo.
―No lo sé. Prueba. No perderás nada.
―Tiene razón. No perderé nada y tengo todo para ganar.
El hombre posa sus labios sobre los de ella y la aferra a su cuerpo como si tuviera miedo.
―Nunca más, Eva Pardo, se me vuelva a morir.
―No me he muerto.
―Por poco, mi doña, si no hubiera llegado a tiempo...
―Pero llegaste, siempre has sido mi ángel guardián. Y te lo agradezco.
―Yo lo agradezco mucho más. Prefiero morir yo para que usted pueda vivir, a perderla.
―No digas eso.
El hombre vuelve a adueñarse de los labios femeninos y no solo posee su boca, también su cuerpo. A medida que el deseo crece en ellos, él le quita la peluca y ese disfraz de Ruth, la supuesta amiga de su doña, y le hace el amor como si fuera la última vez que pudiera volver a tocarla.
Π
El interrogatorio deja exhausto a Guido que tuvo que responder una y otra vez las mismas preguntas. Y ya está harto. Nada más bajar del avión, fue conducido a una comisaría para dar testimonio respecto a la muerte de su madre adoptiva. De todos modos, la policía no saca nada en limpio. Según el joven, las cosas ocurrieron como las había contado desde un principio: aquella mañana su mamá despertó cansada y él se quedó con ella. Horas más tarde, comenzó a sentirse mal, él llamó a la ambulancia y falleció en la clínica. Esa es la historia que narra una y otra vez el joven, de distintas maneras hasta que los detectives ya no tienen más preguntas y lo dejan ir.
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La Mujer del Teatro
General FictionEva Pardo, una mujer alrededor de la cual se tejen muchas historias, una mujer de temer que no le importa el qué dirán y nunca tiene una palabra de agradecimiento. Para ella, los hombres son un objeto desechable que sirven solo para usarlos en su p...