―¿Usted cree que mi esposa de verdad fue asesinada? ¿No podría ser un error o que ella tomara demasiadas pastillas para dormir?
―No, señor Barker, su esposa fue asesinada. Ella tenía casi imperceptible una marca de aguja en el cuello, eso, señor, no es casualidad ni accidente. Nadie se inyecta en el cuello. No, no hay duda alguna, la señora Rebeca Montt fue asesinada.
―¿Y tienen alguna idea de quién pudo haber sido?
―No. O sí. Todos los que estuvieron con ella aquella mañana y el día anterior son sospechosos.
La duda de Erick para con su hijo se acrecienta más todavía al escuchar aquellas palabras del detective que está a cargo del caso. Aun así, no lo puede creer. No lo quiere creer.
Su suegra, que se había mantenido en silencio hasta ese momento, coloca su mano sobre el brazo de su yerno.
―Yo sé que tú no estabas enamorado de mi hija, pero estoy segura que la querías y esto es un duro golpe.
―Se equivoca, suegra, yo la amaba, la amo.
―De todas maneras la engañabas.
―Solo en mi cuerpo. Helen era muy parecida a mi esposa, aunque nunca logró llenar su lugar.
―¿Por qué entonces...?
―Fue su hija quien me apartó de su lado. No yo, como todos piensan.
La mujer queda de piedra. ¿Cómo es posible que ella nunca se diera cuenta de lo que realmente ocurría bajo su techo?
―Señora Consuelo, su nieto tiene que volver, ¿le dijeron cuándo volvía?
―Se vienen mañana. Encontraron a Katiuska, la modelo con la que mi hijo andaba, muerta en el hotel, al parecer, se suicidó.
―Oh ―exhala Erick pensando en que su hijo...
―Señor Barker, esperaremos a su hijo hasta el viernes, si no llega en ese plazo, acudiremos a Policía internacional. Tiene cinco días para volver, tiempo más que suficiente.
―Gracias, oficial. Si se vienen mañana, estarán aquí pasado mañana a más tardar, como ya le he dicho, él no tiene comunicación conmigo.
―Lo sé, y por eso estoy siendo condescendiente con ustedes. Pero la ley es la ley y mi deber es hacerlo cumplir.
―Lo entiendo y no se preocupe, él vendrá ―asegura el hombre pensando en que tal vez su hijo no quería ir a conocer a su madre, si no, escapar de la justicia.
Π
ESTÁS LEYENDO
La Mujer del Teatro
Genel KurguEva Pardo, una mujer alrededor de la cual se tejen muchas historias, una mujer de temer que no le importa el qué dirán y nunca tiene una palabra de agradecimiento. Para ella, los hombres son un objeto desechable que sirven solo para usarlos en su p...