Eva y Gabriel se suben al avión rumbo a Canadá. Aunque el hombre no está de acuerdo, ella quiere ir a encarar a su hijo y aclararle un par de cosas y él, a ella, no es capaz de negarle nada.
Al pisar suelo canadiense, los recuerdos se agolpan en la mente de Eva, vuelven con tanta fuerza como cuando se reencontró con su padre. Incluso más.
―¿Se encuentra bien, mi doña? ―consulta Gabriel preocupado, tomando una de sus manos.
―Sí, Gabriel ―responde apretando su extremidad.
El hombre sabe que no es cierto, sin embargo, no dice nada. Lo único que hace es poner su mano sobre la de ella. Eva clava sus ojos en los de él y sonríe con nerviosismo.
―Si no quiere hacerlo, mi doña...
―No, es hora de que Guido conozca la verdad.
Llegan al hotel, se refrescan y vuelven a salir en cuanto llega el vehículo que rentaron. Al mal paso darle prisa y ya no quieren tardar más. Veinticinco años es demasiado tiempo para guardar un secreto.
La casa que había sido de Erick y Rebeca se ubica a las afueras de la ciudad, en un exclusivo sector. Tocan el timbre y le contestan por citófono.
―Queremos hablar con Erick Barker y su hijo ―solicita Gabriel―. Mi nombre es Gabriel Mendoza ―se identifica.
―Los señores no lo pueden atender en este momento.
Gabriel saca su móvil y marca un número.
―Erick, estoy afuera de tu casa, necesitamos hablar ―exige Gabriel.
―Juan Ignacio me echó de esa casa, ya no tengo derecho a nada, ni siquiera a recibir visitas ―explica el ex dueño de casa.
―No me interesa, dile a ese tipo que quiero hablar con ustedes. Con los tres.
―¿Con los tres? ¿Qué quieres con Guido?
―Tú haz lo que te digo y déjame entrar.
Gabriel mira a su mujer que lo observa expectante.
―Muy pronto se enfrentará a ellos, mi doña, ¿está segura de querer hacerlo?
―Ya no echaré pie atrás.
Erick da la orden y la puerta se abre. Una empleada de la casa sale a recibirlos.
―Los señores están en la biblioteca, yo los conduciré.
Gabriel entra primero a la sala de estudios y ve que Juan Ignacio y Guido ya se encuentran allí. Lo escanean por completo, como si de un bicho raro se tratara. Cuando Eva hace ingreso al lugar... Todos quedan inmóviles. Nadie se atreve siquiera a respirar.
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La Mujer del Teatro
BeletrieEva Pardo, una mujer alrededor de la cual se tejen muchas historias, una mujer de temer que no le importa el qué dirán y nunca tiene una palabra de agradecimiento. Para ella, los hombres son un objeto desechable que sirven solo para usarlos en su p...