Juan Ignacio aparece en un programa de televisión anunciando los nuevos proyectos y los nuevos reclutamientos de su productora. Se ve muy bien y actúa normal, como si nada hubiese pasado.
―Vamos a hablar un poco de tu vida personal ―dice el animador―. Hemos sabido que de un tiempo a esta parte has sufrido la pérdida de personas cercanas a ti. Tu hermana, tu novia y hace poco, tu cuñado. ¿Cómo convives con eso? ¿Cómo te enfrentas a tanto dolor?
―No es fácil, Ramiro ―contesta Juan Ignacio―. Toma en cuenta que Rebeca era mi única hermana y menor que yo, por lo que no era lógico que ella se fuera primero. Mi novia... No sé, Katiuska tomó una drástica decisión a muy temprana edad y con mi hijo en su vientre... ―relata el hombre, acongojado―. Y ahora, hace apenas unos días, la casa de mi cuñado se incendia. Te juro que fue un golpe muy duro, no pude estar con la familia en ese momento. Para evadirme de tanto dolor, como dices tú, estuve en un resort sin ningún tipo de comunicación. Todo ha sido demasiado fuerte.
―¿Y Eva Pardo?
―¿Eva? ―El hombre parece no entender.
―Tengo entendido que ustedes se conocían, se toparon en Chile y Katiuska estaba celosa de ella.
―A ver. Sí, nos vimos en España, en la última presentación de su compañía antes de la gira, fue un evento a todo lujo y nos invitaron a muchas personas del espectáculo. En Chile nos volvimos a encontrar. No hubo más que eso. Lamenté su muerte, pero nunca fuimos cercanos.
―Algunas personas te culpan a ti de su muerte.
―No sé por qué. Yo apenas la vi un par de veces. No hubo más relación.
―¿Y con tu sobrino?
―¿Qué?
―Ella era su madre biológica, salió en la investigación. Incluso, tengo fuentes que dicen haberla visto en Canadá con su hijo.
―Sí, ella era la madre de Guido. De hecho, por ella viajamos a Chile, a buscar pistas de su paradero, no sabíamos que Isabel Barros y Eva Pardo eran la misma mujer. Lo supimos allí. Ella jamás viajó a Canadá. No al menos que yo lo sepa.
―Es decir, tú crees que está muerta.
―¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Claro que está muerta! Todo el mundo pudo verlo.
―Y la mujer que acompaña a Guido junto al ex asistente de Eva, ¿quién es?
―Ruth Cáceres, una amiga de Eva.
―Algunos dicen que es Eva.
―Tráela aquí y entrevístala a ella. A mí no me jodas con esos chismorreos sin fundamentos ―replica Juan Ignacio, molesto.
Π
Eva se sorprende. ¿Por qué Juan Ignacio la defendió? Podría haber dicho toda la verdad, sin embargo, no fue así. ¿Qué se traía entre manos?
Gabriel llega hasta la sala del apartamento con dos copas de vino.
―¿Por qué crees que Juan Ignacio no dijo la verdad? ―pregunta la mujer.
―No lo sé, tal vez porque eso significaría proporcionar demasiadas explicaciones que no está dispuesto a procurar. Además, si cuenta su verdad, usted diría las de él y eso a él no le conviene.
―Tienes razón.
―Quédese tranquila, mi doña, que ese hombre no se le va a acercar.
―Tienes razón, él no se va a atrever a hacerme daño.
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La Mujer del Teatro
General FictionEva Pardo, una mujer alrededor de la cual se tejen muchas historias, una mujer de temer que no le importa el qué dirán y nunca tiene una palabra de agradecimiento. Para ella, los hombres son un objeto desechable que sirven solo para usarlos en su p...