Rápidamente la sangre subió a mis mejillas y el calor invadió todo mi cuerpo ¿Se suponía que debía responder a esa pregunta como si nada?
- ¿Virgen? ¿Yo?... ¿Tengo que responder a esa pregunta? –sus ojos me advirtieron que no habría forma de evadirlo.
-Yo respondí a todas las tuyas, creo que sería justo que me recompensaras de alguna manera –enganchó sus dedos a las presillas de sus pantalones, adoptando una vagamente sensual actitud.
-Pues déjame decirte que te encuentras en un mundo en donde la justicia no existe –una mueca se formó en sus labios, haciéndome sentir satisfecha por haber desviado la conversación.
-Meghan, sólo dilo, no quiero tomar decisiones precipitadas.
- ¿Decisiones precipitadas?
- ¿Eres o no eres virgen? –inquirió, acercándose demasiado mientras se pasaba una mano por el cabello. Su cercanía me incomodaba, así que simplemente decidí contestar y enfrentarlo; todo bien con el hecho de que él era algo así como mi guía en todo esto, pero no le veía el sentido a indagar en mi inexistente vida sexual.
-Sí, lo soy, soy malditamente virgen, a qué viene todo esto ¿Eh?
Miró para otro lado, intentado ocultar su asombro.
-Realmente, no me esperaba eso –rio sin gracia y devolvió su mirada a la mía- Connor quiere hacerte suya, al desvirgarte él tendría entera potestad sobre ti, tú le pertenecerías y debido a eso, deberías obedecer cada orden suya, te usaría para desatar el Armagedón, sigue siendo más astuto de lo que pensaba –negó con la cabeza.
Todo cuadraba, mi cerebro procesaba lentamente la información mientras tragaba saliva y soltaba profundas respiraciones. Esto no podía empeorar, mi virginidad estaba siendo acechada por el anticristo, sonaba estúpido, pero no podía evitar que los pelos se me erizaran. Después esforzarme por mantener en orden mis pensamientos, carraspeé llamando la atención de Azazerc.
- Y ahora ¿Qué haremos? –conocía la respuesta, no deseaba oírla.
-Es más que obvio ¿No? –sus cejas se elevaron, formando líneas en su frente.
Bajé la mirada, tendría que existir alguna otra solución.
- ¿No puedes simplemente protegerme? Oh, no, es cierto, después de lo que ocurrió en el hospital está más que claro que no puedes hacerlo –no pude evitar quitarme ese gran peso de encima.
-Hice lo que pude, Meghan –me observaba con los ojos en llamas, la mandíbula rígida y los puños apretados.
-Nunca es suficiente –susurré bajando la mirada y preparándome mentalmente para lo que estaba a punto de decir- Pero existe una manera de protegerme, tú puedes...
-No –cerró con fuerza los ojos- No puedo hacerlo.
Con el paso del tiempo, fui comprendiendo que las acciones demostraban más que las palabras, y que la confianza se basaba en las acciones que uno estaba dispuesto a hacer por otra persona, no sólo en intercambiar secretos íntimos y personales; Azazerc había demostrado su lealtad a mi padre, con palabras y acciones, y el hecho de que no estuviera dispuesto a ayudarme en ésta pequeña batalla me descolocaba completamente ¿Es que acaso era homosexual?
Fui atravesada por la decepción.
-Lo lamento Meghan, no es que no quiera –sus mejillas adoptaron algo de color- No puedo hacerlo, no soy digno de que seas mía, no puedo hacerlo –mi corazón dio un vuelco al ver los mechones de cabello ambarino que cubrían su mortecina mirada.
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No tientes a la bestia
General FictionLos tres mandamientos de la Bestia: Regla número 1: Obedecerás a la Bestia. Regla número 2: Venerarás a la Bestia. Regla número 3: No tentarás a la Bestia. Pero ¿Qué puedes hacer cuando la Bestia te pone las cosas difíciles? 22/01/17 #21 en ficción...