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Algo en mí lo veía venir, pues mi reacción no era la que esperaba de mí misma.

-Esa niña, Meghan –busqué su mirada, fijé mi vista en sus ojos, profundamente negros y atrapantes- Esa niña eres tú.

Contuve la respiración mientras me pasaba una mano por el cabello. Connor me lo había explicado todo punto por punto, aun así, algo muy dentro de mí se negaba a creerlo. Lo recientemente expuesto ponía en duda mi origen, es decir, de ser verdad, toda mi vida había sido una farsa.

-No tiene lógica, es... es estúpido...yo... –balbuceé- Yo no soy esa niña, no puedo ser esa niña.

- ¡Créeme de una maldita vez! –bramó, haciendo que pegue pequeño brinco a causa del sobresalto- Te engañas a ti misma y lo sabes –musitó esta vez, apretando los dientes y mirándome con furia.

-Es que no tiene sentido...

-El hecho de que las cosas se encuentren más allá de tu comprensión no implica que carezcan de sentido, Meghan.

Lo sopese por un instante, Connor tenía toda la razón. No fue hasta que asentí levemente con la cabeza que él recobro la compostura.

-Pero ¿Qué hago aquí si... realmente provengo del infierno?

- ¿Acaso crees que Antaroth te dejaría con vida o siquiera permitiría que habitases en la misma tierra que él pisa? En cuanto naciste, mi padre te arrancó de los brazos de Adara, Zalgo protestó furioso, pero lograron llegar a un acuerdo.

Alcé la vista al cielo que se volvía cada vez más oscuro, Connor siguió mi mirada y sonrió con pesar.

-Ya no quiero saber más –susurré- no más, por favor.

-Me veo obligado a contártelo todo.

-Por favor –rogué, ocultando mi rostro entre mis manos.

-Escúchame, Meghan, ya acabará –murmuró.

Levanté la mirada y en sus ojos encontré algo que jamás esperé ver en ellos: sinceridad.

-Está bien –musité, tomando un profundo respiro.

-Decidieron exiliarte del infierno, pero Zalgo y Adara no permanecieron con los brazos cruzados y lograron negociar con mi padre a espaldas de Antaroth. Acordaron que volverías cuando tus poderes se encontrasen plenamente desarrollados; esto evitaría que te vieras indefensa ante el esposo de Adara. El momento se está acercando Meghan, es por ello que debo llevarte conmigo al infierno.

Sus palabras se arremolinaron en mi mente y comenzaron aturdirme con incesantes ecos. Era hija de dos seres de la oscuridad, el infierno existía y yo era oriunda del mismo.

-Pero yo... Ni siquiera tengo esos poderes... No hay forma en la que pueda defenderme siquiera de un humano.

-Eso es lo que tú crees, Meghan, pero en realidad todo el potencial está en ti. Yo te ayudaré a sacar a la luz lo que en verdad eres y juntos podremos causar el caos total en el mundo entero ¿Te das cuenta? ¡Juntos lo podremos lograr todo! –alegó con una suerte de entusiasmo. Me limité a guardar silencio.

-Yo... –solté un suspiro- Yo solo quiero seguir con mi vida.

La expresión en su rostro se ensombreció, tensó la mandíbula, inhaló bajando la cabeza, apretó los puños a un lado de sus rodillas y bajo mi atenta mirada, alzó la vista. Tragué saliva en cuanto nuestras miradas se cruzaron.

-Ya es muy tarde para eso –musitó, para luego incorporarse de forma impetuosa y tirar de mí con fuerza, obligándome a entregarle toda mi atención- Escúchame bien, maldita caprichosa, está escrito, tienes que desarrollar tus estúpidos poderes e ir a conocer a tus padres.

Su agarre quemaba en mi piel, algo extraño comenzaba a ocurrir en mi interior, ya no me sentía intimidada por Connor, sus ojos ya no me infundían miedo, su cercanía ya no me causaba temor; le sostuve la mirada mientras con brusquedad me zafaba de sus manos.

- ¿Por qué te importa tanto que vaya al infierno? ¿Qué más quieres de mí? Desde que te conozco todo es un completo desastre. ¡Es mi vida! Y está decidido, si tú no te alejas, seré yo la que se alejará –espeté con determinación.

Lentamente, su expresión se suavizó, fui capaz de distinguir la impresión en sus ojos.

-Solo quiero enseñarte mi mundo... nuestro mundo, llegó la hora de que reclames lo que te pertenece, Meghan. No soy el maldito demonio que debería ser, soy como tú y no debería serlo, tengo sentimientos, decepciono a mi padre, pero ¿Qué más da? Quiero ser yo quien te muestre todo lo que se trata de nosotros, de nuestra vida, no pretendo hacerte daño, lo juro –dijo levantando el meñique. No pude evitar reír ante ese gesto- Déjame enseñarte.

Suspiré mirándolo directamente a los ojos, un torbellino de dudas comenzó a dar vueltas en mi mente: ¿Debía confiar en él?

Sin notarlo, mi propia voz interrumpió mis pensamientos, fui traicionada por un impulso.

-Iré contigo.

Él sonrió de lado.

-No te arrepentirás.

Un relámpago iluminó la profunda oscuridad y el primer trueno dio paso a las gotas que cayeron sin cesar.

-Vamos adentro –gritó por encima de la estruendosa tormenta que se desataba, asentí con la cabeza y lo seguí.

El interior de la cabaña no tenía nada que ver con el exterior, adentro era cálido, cómodo y lujoso: mullidos sillones, una hoguera, estantes repletos de libros. Todo tenía un aspecto reluciente.

-La fachada es sólo para alejar a los turistas –explicó deshaciéndose de la chaqueta- Ponte cómoda, mi casa es tu casa.

En ése momento me di cuenta de lo que estaba haciendo, iría al infierno con Connor, dejaría a mis amigos, a mi madre y a la escuela por Connor. Sentí cómo la sangre abandonaba mi rostro, el aire me comenzó a faltar.

-Necesito descansar –musité, apretando los puños a cada lado de mi cuerpo mientras trataba de regularizar mi respiración.

Connor asintió con la cabeza y me guio hasta una puerta, la abrió y esperó en el umbral a que pase.

-Iré alistando las cosas, descansa, fue un día pesado –como si nada, me guiñó un ojo y se marchó, cerrando la puerta a sus espaldas.

Observé a mi alrededor, una enorme cama, un gran guardarropa, un espacioso baño. Inhalé profundamente y me recosté en la gigantesca King, fijé la vista al techo, la mejor receta para darle hilo a los pensamientos. No quería pensar. Me levanté y me dirigí a la ventana de la habitación. No deseaba pensar. 

*Narra Ted*

Se ha ido, sin despedirse, se marchó.

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4:38 a.m, acabo de terminar de escribir el capitulo, las he tenido muy abandonadas no? Lo siento mucho, subí este capitulo por un motivo muy especial...
Hoy la escritora cumple años!
Y que mejor regalo que sus votos y comentarios.
Kisses. ≥3≤

No tientes a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora