-La tierra no te tragará –dijo, enseñándome una perfecta hilera de dientes níveos- Creo que ya he respondido gran parte de tus preguntas, Meghan, el resto lo sabrás con el tiempo.
- ¿El resto? ¿Qué más debo saber? –inquirí, él me dio la espalda y comenzó a internarse a la flora boscosa con andar despreocupado, lo seguí.
-Que pases buena noche, Meghan –su figura se esfumó, todo lo que me rodeaba era naturaleza y oscuridad.
- ¡Connor! –lo llamé.
No recibí respuesta alguna, agradecí profundamente la mala influencia de Sky y Sam en aquel momento, gracias a ellas conocía el bosque como la palma de mi mano. Fui hacia el sur, hacia donde, estaba segura, se encontraba el campo de fútbol; después de una larga caminata, tomándome todo el tiempo del mundo en procesar las palabras que Connor me había dicho, dejé el bosque atrás. Una vez que el temblor en mis manos me permitió tomar el teléfono celular, marqué el número de Sam, quien contestó al instante.
- ¡Meghan! ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien? ¿Qué ha pasado? ¡Responde! –apremió del otro lado de la línea.
-Necesito que vengan por mí, estoy en el instituto, me encuentro bien, luego se los explico, ahora necesito urgentemente que pasen por mí –musité, mi voz era casi apenas un murmullo.
-Vamos para allá -cortó la llamada.
(...)
-Es una broma, ¿Verdad? –inquirió Sam, con semblante serio.
-No lo es, Sam, te estoy diciendo que sus pupilas se encontraban fulgurando al rojo vivo –repliqué casi con desesperación, deseaba desde lo más profundo de mi ser que siquiera una de mis amigas diera fe a mis palabras.
-La Bestia –musitó Sky, con la mirada ausente.
-El mismo en carne y hueso –me incliné hacia ella.
-No lo sé, Megh, suena tan...
-Madame Abigail lo vio Sky, ella...
Un estruendo a mis espaldas interrumpió mi desesperado intento por hacerme entender.
- ¿¡Te ha puesto un dedo encima!?
Lo que faltaba, un Ted enfurecido dando portazos sorpresas en casa de Sam.
-No, Ted, guarda la calma –dije, poniéndome de pie con el fin de encararlo y tratar de tranquilizarlo, su rostro se encontraba colorado, parecía a estar a punto de explotar.
- ¡Sky me lo contó todo! ¿Por qué accediste a tener una cita con él, Meghan? –su amplio pecho bajaba y subía por la agitación, agradecí con la mirada a Sky, quien me guiñó un ojo.
-Quería conocerlo Ted, nada más –repliqué, llevando mis manos a sus hombros con intenciones de infundirle calma.
- ¿Por qué? –bajó la voz, lucía extrañamente dolido, lo cual me inquietó.
-Porque me dio curiosidad -me encogí de hombros, fingiendo indiferencia
Ted, bajó la cabeza y clavó la vista al suelo, mientras cubría su labio superior con el inferior como sólo él acostumbraba hacerlo cuando una idea le surcaba la mente, permaneció así por unos segundos, en silencio, bajo nuestra atenta mirada.
- ¿Aceptarías una cita conmigo? -espetó de repente, alzando la mirada y viéndome a los ojos con seriedad.
-Yo...Ted...yo...tú...somos amigos... –articulé una vez que logré reponerme del pasmo, mi corazón latía desbocado, la sangre corría con aún más fuerza por mis venas y la podía sentir dirigiéndose a mis mejillas.
-Entiendo -dijo desviando la vista- Volveré a casa ¿Te quedarás a dormir con Sam? -actuó como si nada, aunque podía detectar cierta decepción en su voz.
Asentí, él me dedicó una sonrisa apenada y fue caminando hacia la salida.
- ¡Ted! Espera –lo detuve tras sopesarlo un momento con el labio inferior capturado entre mis dientes, me destrozaba verlo de esa manera. Las chicas no hacían más que observarlo todo en silencio, lanzándose miradas cómplices de cuando en cuando.
Ted se giró hacia mí, pude distinguir en sus ojos cafés una chispa de ilusión.
-Acepto.
Una sonrisa surcó su rostro, con pasos rápidos acortó la distancia que nos separaba y me envolvió en sus brazos, no pude evitar sentirme fatal.
-Pasaré por ti a las cinco ¿Te parece? -arqueó las cejas, lo preguntó con cautela, como si fuese a cambiar de opinión.
-Está bien -reí.
Y dejando un corto beso en mi mejilla se marchó.
-Duele engañarlo –murmuré.
-Lo sé –replicaron al unísono.
-Él no se lo merece -me lancé al sofá y tomé uno de los cojines para luego estrujarlo entre mis brazos y esconder mi rostro en él.
-Lo sé -dijeron ambas de vuelta.
- ¿Es todo lo que dirán? ¿Seguirán repitiendo eso el resto del día? –inquirí frustrada.
-Lo sé -dijeron de vuelta.
Arrojé el cojín al rostro de Sam, mientras recibía otro en el rostro por parte de Sky. Seguimos con eso por un rato más hasta que uno de ellos golpeó muy duro a Sky y tuvo que detenerse a lloriquear.
-Lo siento, estábamos jugando, no fue mi intención -me disculpé, aguantando las ganas de reír.
-Tranquila, fue sólo un juego –masculló, frotándose el tabique- ¿De dónde sacaste esa fuerza tan de repente?
-No lo sé -me encogí de hombros, esta vez sin poder evitar la risa. Sam apareció con una bolsa de hielo y se la puso a Sky en la nariz.
- ¿Estuviste haciendo ejercicio? -preguntó, su voz siendo amortiguada por la bolsa de hielo.
-Jaj, para nada -reí aún más fuerte, no era partidaria de las actividades físicas.
-Esto es raro -cuestionó Sam.
- ¿Me lo dices a mí? ¡El anticristo me está acosando! –resalté el principal problema que me aquejaba sin poder repeler los escalofríos.
-Por eso digo que deberías ir a misa, no sea que todo lo que quiera se poseer tu cuerpo y luego... -bromeó Sky.
- Por favor –nos riñó mi amiga- Puede tratarse de un juego o una estúpida broma macabra, sea lo que sea, ese muchacho no me da buena espina y debemos tomar con pinzas todo lo que se relacione con él.
A pesar de que deseaba defender mi postura de que en verdad había algo sobrenatural en Connor, ambas guardamos silencio, ella tenía razón.
ESTÁS LEYENDO
No tientes a la bestia
قصص عامةLos tres mandamientos de la Bestia: Regla número 1: Obedecerás a la Bestia. Regla número 2: Venerarás a la Bestia. Regla número 3: No tentarás a la Bestia. Pero ¿Qué puedes hacer cuando la Bestia te pone las cosas difíciles? 22/01/17 #21 en ficción...