3.Capitulo Corregido

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Flashback

Me había arreglado para ir con Adrián al cine. Estaba súper emocionada e ilusionada, pues según Adrián iba a ser un día que jamás olvidaría. Eché un último vistazo a mi atuendo frente al espejo, y sonríe al reflejo de aquella joven de 14 años, vestida con un vestido rojo, su cabello atado en un moño, y los labios pintados de un suave tono rosado.

Baje las escaleras, y tomé mi bolso y mi chaqueta del armario de la entrada. Al girarme me encontré con los ojos tiernos de mi madre, que llevaba consigo una radiante sonrisa.

-Estas preciosa hija. - dijo entusiasmada. Corrí a abrazarla, y tras despedirme salí de casa y camine hasta donde había quedado con Adrián. Y fue ahí, cuando viví en mi propia piel lo que se siente cuando te estrujan el corazón y lo dejan totalmente hecho pedazo. Lo que mis ojos veían, me dejó sin aliento.

Allí estaba quien creía el chico de mis sueños besándose con otra muy apasionadamente. De mis labios sólo salió un pequeño sollozo, ¿Cuándo había empezado a llorar? Parece ser que aquello hizo que notarán mi presencia. Adrián se giro hacia mí y sólo sonrió. Entonces, mi ojos no pudieron contener más las lágrimas y estas empezaron a recorrer mi rostro.

-A-A-Adrián?. - conseguí decir entre llantos.

-¿Qué creías?, ¿qué te iba a preparar una cita estupenda, y pedirte ser mi novia? O tal vez llegaste a creer de verdad que acabaría diciéndote que siento lo mismo que tu. - su risa hizo eco en todo mi interior. - Que ingenua e inocente eres. Haber como te digo esto para que te quede claro. - Dijo. Se acercó a mí, y cuando estábamos frente a frente con voz baja escupió lo siguiente,
- Yo nunca saldría con una gorda y fea chica como tu. -

Aquellas palabras fueron como si miles de cuchillos me atravesarán. Por un instante mi vista se centro en sus ojos, pero sin esperar a nada más, me di la vuelta y salí corriendo.

-¡Eso márchate!, ¡Gorda!. - Fue lo último que escuché, mientras mis piernas trataban de huir lo más rápido posible de aquel lugar. Llegué a un pequeño parque a 2 calles de mi casa, mis piernas desfallecieron y caí al suelo. Y ahí fue cuando acabe de explotar, deje que todo saliera, gritos, lloros; mientras sus palabras retumbaban en mi mente una y otra vez.

Fin del flashback.

Desde aquel día, no volví a ser la misma. Todo se me junto: lo de Adrián, las burlas en el instituto, los insultos, etc. Así que acabe obsesionándome con mi físico, mi manera de ser y todo lo relacionado con mi exterior. Cada mañana me paraba frente al espejo de mi habitación y mis ojos recorrían aquel cuerpo reflejado con asco; me sentía gorda, horrible, sucia... por lo que deje de comer, de cuidarme y tan solo me encerraba en mi habitación, aislándome de todo y de todos.

Fue entonces, cuando descubrí la manera de exteriorizar mi dolor, autolesionándome. Aún recuerdo como la cuchilla se deslizaba por la suave piel de mis brazos, como la sangre descendía lentamente. Era como si mi dolor fluyese a través de aquellos pequeños ríos rojos. La rabia, la tristeza, todo el odio hacia mí misma, acabo atrapándome y encerrándome en una aura oscura, donde mis emociones y sentimientos se intensificaron, volviéndose más frívolos.

Los mire por última vez, y continué mi camino hasta llegar a casa. Una vez allí, comí algo ligero, subí a mi cuarto, me tumbe en la cama y caí en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente, me desperté un poco más emocionada, por fin era viernes lo que significaba ser libre de clases por tres días. Aunque, realmente no debería de emocionarme tanto, pues a las
7:00 p.m empezaba mi turno en el restaurante.

Una vez realizada todas mis necesidades, me vestí con unos jeans y sudadera negra, me coloque mis tenis del mismo color, y peine mi cabello con mis dedos. Agarre mi mochila, tomé una manzana para desayunar por el camino, y salí hacia el instituto.

InseguridadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora