A la mañana siguiente nos despertamos a la hora de comer. Salí del cuarto de invitados para entrar al baño, asearme rápidamente y bajar al piso de abajo. De la cocina un increíble olor a pasta carbonara inundo mis fosas nasales.
-Bueno, si la bella durmiente por fin ha despertado. - Pongo mis ojos en blanco ante la pequeña broma de Tania y tomo asiento en uno de los taburetes que hay frente a la encimera.
-¿Y, Alex? - Preguntó curiosa.
- Oh se tuvo que marchar, lo necesitaban en la oficina. - Asiento ante su respuesta. Alex tenia 24 años, y trabajaba como administrativo en la empresa de los padres de Tania, de ahí que viviera con ellos.
Poco después, noto mi móvil vibrando en mi trasero. Era Lucas.
¿Podemos vernos mañana? Por favor.
Un suspiro se escapa de mis labios, algo que Tania notó enseguida.
-¿Es el? - Asiento y muerdo mi labio. Anoche, nos fuimos tarde a la cama, pues estuve contándole todo lo que había ocurrido con Lucas.
Realmente, sí quería verle. Desde hace días que estoy evitando cualquier conversación con el, simplemente nos saludamos y enseguida salgo corriendo en dirección contraria. Pero, en algún momento tendríamos que hablar de lo ocurrido, dejar en claro nuestros sentimientos y ver que puede llegar a pasar. No obstante, la idea me llenaba de miedo, lo sé es estúpido, sé que Lucas es un chico estupendo, en estos últimos meses no había hecho más que preocuparse por mi y darme la oportunidad de vivir una amistad cargada de risas y locuras.
-Claire, creo que sobre piensas demasiado las cosas. Sé que en el pasado lo pasaste mal, lo entiendo. Pero si nunca sueltas todo aquello, no lograrás avanzar en tu vida. Date la oportunidad de vivir el amor. Puede que salga bien o mal, no sé sabe, pero ahí esta lo emocionante. - Sabía que Tania tenía razón. Sin embargo, algo dentro de mi me lo impedía. Llámenme idiota por estar dejando escapar la oportunidad de enamorarme, de dejar que este chico que asegura que le gusto me lo demuestre. Seguro muchos de ustedes se encuentran en la misma situación que yo, anhelando encontrar el amor, y cuando lo encuentran, el miedo les puede y todo el daño vivido decide hacer acto de presencia y en seguida opacar las ilusiones, haciéndonos creer que simplemente merecemos una triste y sola realidad.
-Puede ser Tania, pero... todavía me aterra la idea, de que todo sea mentira y que al final acabe otra vez herida. - La miro y esta me dedica una pequeña sonrisa.
-Ay amiga, ¿y eso qué? Déjate llevar, sea breve o eterno, te mereces experimentarlo. - Exasperada coloco mis manos en mi cabeza y suelto un pequeño grito de frustración.
Al rato, la comida ya estaba hecha y nos disponemos a comer. Después, decidimos sentarnos en el porche de su jardín y conversar un poco, donde Tania me confeso que estaba loquita por Diego, el cocinero del restaurante. La verdad no me sorprendía. Diego, era un colombiano de metro noventa, cuyos tatuajes le daban un toque sexy y enigmático.; a esto súmenle su increíble físico, ojos negros y cabellera azabache.
-Tanto que me dices a mi, y tu ni siquiera te atreves a hablarle.- Ruedo mis ojos divertida y niego con mi cabeza. -Quién dice que no lo he hecho. Para tu información, el viernes tenemos una cita.- La miro sorprendida y esta me saca la lengua en forma de burla.
A las ocho de la noche, decidí que ya era hora de marcharme y regresar a casa. Tras agradecerle a Tania por todo, salgo de su casa en dirección a la mía. Luego de diez minutos andando, saco las llaves de casa y al levantar mi mirada, ahí estaba el...
Sentado en mi porche, pasando repetidas veces su mano por su cabello.
-¿Lucas?.- Rápidamente su mirada se dirige hacia mi y una tímida sonrisa se plasma en sus labios.
Joder, que guapo es. Iba vestido con una camiseta blanca, que se ajustaba perfectamente a sus músculos, pantalones negros y una cazadora de cuero. Sus ojos se veían mas claros por la luz del sol. Maldita sea, ¡Claire, contrólate!
Se puso de pie quedando frente a mi, y su delicioso perfume enseguida me cautivo. Mi pulso se disparo, y mis latidos iban a miles de km/h.
-Hola Clai. Perdón por aparecer así. Como no respondiste mi mensaje, decidí venir...- Sus ojos y los míos disputaban una batalla en la que luchaban por entender que sentía el otro.
-Mira Clai, yo entiendo, por todo lo que has pasado. Pero, es que no puedo evitar sentir por ti, ¡Fuck! Me gustas, me la paso pensando en ti, y en aquel maravilloso beso, que solo quiero repetirlo una y otra vez. - Sus palabras me iban creando miles de mariposas en el estomago. No les voy a negar que por dentro estoy dando saltitos de alegría. Las palabras de Tania retumbaron en mi cabeza: Sea breve o eterno, date la oportunidad de vivirlo. ¿Y saben qué? A la mierda, sí, me lo merezco.
-Eres idiota. - reí y sin darle tiempo a responder, coloque mi mano en su nuca, lo acerque a mi y estampe mis labios contra los de el. Sorprendido al principio, pero poco a poco sus labios se fueron moviendo al compas de los míos. Un suspiro relajado se nos escapo a ambos. Dios, realmente lo necesitaba.
Colocando sus manos en mi cintura, me atrajo hacia el, quedando nuestros cuerpos tan juntos, que ni siquiera el aire podía atravesarlos. Nuestras lenguas se buscaban y nuestros labios degustaban el sabor del otro.
Con pequeños besos nos fuimos separando. No pudimos evitar sonreír. Rozando nuestras narices y con los ojos cerrados nos quedamos, disfrutando de aquel momento donde parecía que todo a nuestro alrededor se había detenido.
-Me gustas Lucas, y aun cargada de inseguridades, tu eres la calma que pone en orden mi caos.- Abriendo mis ojos, me encontré con unos que me miraban con amor, como si fuera lo mejor del mundo y no saben lo increíble que se siente sentir que se es admirada como una obra de arte en ojos de la persona que nos hace vibrar el alma.
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Inseguridades
RomanceLas palabras son como cuchillos que cuando penetran en lo más profundo, te dejan heridas de muerte. No hablo de muerte física, sino espiritual, pues sientes que todo tu interior se desvanece sumiendose en una profunda oscuridad. Perdí aquello que al...