Tres semanas después

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NARRA PAIO

Nada mejora, mi mente está en contra y eso es lo peor que puede sucederme. Pensar no ha servido de nada, de echo ha sido peor. Me di cuenta de lo mal que estoy, de lo mierda que me comporte con los demás y los aleje cuando mas los necesitaba.

Esta va empeorando, hace varias semanas que no aparesco, que no veo a mi pequeña. Soy un jodido idiota. Ellos solo querían ayudarme y los aleje, les hice daño con lo que dije y con mis acciones.

En este momento lo único que necesito es dejar de sentirme así, vacío, como si me faltara algo. Como si hubiera dejado algo de mí. Le quite la vida a una persona y por mas daño que haya hecho, había otras opciones. Podía haberlo dejado vivir y que se haya podrido en la cárcel, pero no, mi odio hacia él me cegó e hice lo que él quería. Él sabia que no podría vivir con esto, lo sabía y por eso lo hizo. Aún después de muerto sigue fastidiando mi vida.

Recién saldo de la ducha y estoy solo con una camisa desabrochada y unos jeans. Me levanto y voy por una cerveza a la heladera. Hoy por hoy la bebita a sido una gran ayuda, por lo menos me olvido un rato de mis problemas.

Cuando estoy por llevarme la cerveza a mi boca, él timbre suena interrumpiéndome.

Fruzco él ceño ya que es extraño, nadie sabe que estoy aquí. Dejo la betella sobre la mesa y voy abrir. Una chica rubia, con una chaqueta negra y remera corta blanca me empuja y pasa sin que le de ningún permiso.

-No te deje pasar y no te conozco, asi que puedes irte.-deje la puerta abierta y le señale la salida.

Ella sonrió y saco una caja Dr cigarrijos de su bolsillo, luego saco uno y lo encendió.

-Juan me manda.-dice ella luego de llevar él cigarrillo a sus labios.

Juan un chico de mi edad, gran corredor. Tuve él privilegio de correr contra él y lo he vencido solo dos veces. Uno de los mejores corredores ilegales de los barrios bajos

-¿Qué quiere?.-le pregunto-.

Cierro la puerta ya que es obvio que no se va a ir.

-Pregunta porque no has aparecido en tres semanas por haya.-se sienta en él sillón lo mas cómoda y espera mi respuesta.

Agarro mi cerveza y la llevo a mi boca, bebo un gran contenido y la vuelvo a dejar en la mesa.

-Tuve problemas.-respondo-.

-¿Qué clase de problemas tiene él príncipe de las carreras?...-me sonríe coqueta.

Príncipe de las carreras odio que me llamen asi. Obtuve el apodo por haberle ganado a uno de los mejores corredores en un barrio conocido, por las carreras ilegales que se hacían en él lugar.

Sonreí y bebí un poco mas de la botella.

-No te incumbe y si a eso has venido, puedes irte.-me levante para abrir la puerta nuevamente y espero a que ella se levante-. Dile a Juan que si quiere verme tendrá que venir aquí por mí.

-Te haces él difícil eh...-se acerco y me abrocho los dos botones de abajo, pude notar-por su cercanía- que sus ojos eran color café-. No cera bueno que él venga, tu lo sabes.

Se acerco a una distancia peligrosa a mis labios y lo observo por unos segundos, luego volvió su mirada a mis ojos.

-Ven conmigo.-murmuro

-¿Para que quiere que vaya?.-pregunto incomodo por la cercanía de nuestros labios-. No volveré a correr.

Ella río y se alejó.

Paioigna [1T] & [2T]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora