Capítulo 3 Candela

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Señor. Cuán surrealista se ha vuelto mi vida en las últimas semanas. Hace tres días del encuentro con Alex en el baño, y desde entonces no hemos vuelto a vernos. Lo cierto es que tengo que llevar varios talleres de cocina en algunos colegios, y como son actividades que fácilmente puede llevar uno solo de nosotros, me ofrecí voluntaria. Bah, ¿a quién quiero engañar? estoy enfadada. Cabreada. MUCHO. Letra tamaño 62, negrita y subrayado.

Y mi enfado tiene unos ojos azules como el Atlántico, y es un patán. Un patán sexy. Y con una boca que... es de patán, sí. Eso es. Quizá estoy desentrenada. Para ser sincera, no he tenido relaciones más que con el padre de Kendra, y de eso hace lustros (y además, tampoco me fue muy bien que digamos...).

Pero de ahí a llamarme "error" y venir a amenazarme para que no lo contara a los medios...No hay nada más reconfortante para el ego de una mujer que eso, vaya.

" Lo que yo decía: un patán."

Me acerco al coche y dejo las cosas en el maletero, aprovechando para rebuscar en mi bolso.

"¿Dónde demonios habré metido mi carnet de conducir?"

Ah, sí. Tengo una ligera tendencia a perder cosas. Kendra lo llama " caos del artista" y me temo que ella también lo padece y lo ha heredado de mí. Sonrío al pensar en ella, y en la extraña familia que hemos conformado Sebastian ( " Basti"), Otto , Kendra y yo. Vivir puerta con puerta es totalmente anecdótico para nosotros. El año pasado, Basti, marido de Otto, en nuestro acto solemne de juramento familiar, tiró la pared que separaba nuestros jardines, declarándome oficialmente " adoptada". Desde ese día, todos los viernes nos reunimos entorno a la mesa del jardín, bajo la pérgola, a cenar y desvariar con un par de copas de vino hasta la madrugada.

Y hoy, es uno de esos viernes. Así que me dirijo al supermercado, mientras escucho la grave voz de Basti a través del manos libres del coche:

- Hola cielo.

- Hola mamá- saluda a continuación mi hija.

- Hola amores, estoy en el supermercado, así que, ustedes dirán, sus deseos son órdenes.

- Mi deseo es pesar 5 kg menos, que te ligues a algún médico sexy con el físico de Hugh Jackman y que la niña estudie en Harvard. - contesta Basti en tono alegre.

- ¿Qué te parece si empezamos por la cena de esta noche, y ya veremos lo de los 5 kg y Harvard, eh, Bas?- río al escuchar sus risas también, al otro lado.

-Pues Otto está a punto de llegar, y lo cierto es que tengo casi todo aquí, a excepción de algo para Kendra, para beber, y unas nueces y mostaza de Dijon. Por cierto, tu hija tiene algo que decirte.

- ¿Ha pasado algo, cariño?- Pregunto a mi hija.

-Pues la verdad es que sí, mamá. Esta mañana vino alguien a traer tu carnet de conducir, y pregunté a Basti si podíamos invitarlo a cenar, como agradecimiento, así que...

Sonreí. Mi hija es una persona tremendamente amorosa y educada.

- Ok, no pasa nada, hija, perdí de vista el carnet hace un par de días, así que yo también estoy tremendamente agradecida, sea quien sea. Siempre y cuando el tío Basti no haya dado luz verde a que invitemos a cenar a un desconocido psicótico de esos que te atan y te roban, todo está bien.

- Tranquila, Candy. No es un desconocido. - Volvieron a oírse risas del otro lado.

- Cuando os ponéis en plan secretitos sois lo peor. Os quiero, nos vemos en un rato.

- ¡Hasta ahora, mami! - gritan al unísono.

Ya en el supermercado, lleno una cesta con lo que Sebastian me ha pedido y una botella de tequila.

3,2,1...Action!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora